La desprotecci¨®n del paisaje
Las palabras se ajustan al tiempo enriqueciendo las huellas de su historia: la palabra paisaje, que en origen solamente fue un atributo del territorio digno de ser contemplado, actualmente es la manifestaci¨®n sensible (f¨ªsica) de la interacci¨®n entre el hombre (seg¨²n su cultura, su organizaci¨®n social) y su entorno natural.
En Andaluc¨ªa, los enunciados l¨ªricos acerca de la protecci¨®n del paisaje han sido totalmente asumidos; pero sus nuevos significados no. Esto explica la total ausencia de una legislaci¨®n adecuada acorde con los tiempos, situaci¨®n que por otra parte corre el peligro de ser interpretada, por decir lo menos, como indiferencia administrativa (?desidia?). En otros pa¨ªses de la Uni¨®n Europea se ha dado prioridad a este tema y se est¨¢ trabajando con eficacia. Ejemplos: Holanda, Italia, Suiza.
Las palabras: pago, pueblo, pa¨ªs, paisaje, tienen su origen etimol¨®gico en la palabra latina pagus. En el diccionario de 1832 aparece como un "distrito determinado de tierra o heredades" y, paisaje, como "un pedazo de pa¨ªs (regi¨®n, reino, provincia o territorio) en la pintura", es decir, el paisaje comenz¨® a definirse no como una opci¨®n contemplativa directa de la naturaleza sino de las cualidades extra¨ªdas del pago por el artista.
El diccionario de 1899 matiza un poco m¨¢s la palabra paisaje y dice: "terreno en que fijamos la atenci¨®n consider¨¢ndolo art¨ªsticamente" ya sea para disfrutarlo de forma directa o para expresar nuestros sentimientos (rom¨¢nticos) a trav¨¦s del arte.
Actualmente, la Real Academia dice que paisaje es: "una extensi¨®n de terreno, sea considerada art¨ªstica o no que se ve desde un sitio, y pintura o dibujo que representa cierta extensi¨®n de terreno". As¨ª pues, a partir de fines del siglo XIX, debido a las consecuencias de la primera revoluci¨®n industrial y gracias a los artistas, a los viajeros, a los exploradores y a los pintores rom¨¢nticos, el paisaje se populariz¨® de tal manera que incluso adquiri¨® dimensi¨®n urbana y localiz¨® sus mejores caracter¨ªsticas en parques y jardines (paisaje proyectado seg¨²n la definici¨®n del ICOMOS) de ciudades, palacios y casas. En Andaluc¨ªa existen 14 Jardines Hist¨®ricos legalmente protegidos por la Consejer¨ªa de Cultura, como Bienes de Inter¨¦s Cultural (Granada 5, Sevilla 4, M¨¢laga 3; C¨®rdoba 2). Deber¨ªan ser m¨¢s.
Y como tradicionalmente se supone que el paisaje est¨¢ inmerso en el ¨¢mbito de lo natural, la Consejer¨ªa de Medio Ambiente lo protege seg¨²n las siguientes figuras legales: Parajes Naturales, Parques Periurbanos o Reservas Naturales Concertadas. En Andaluc¨ªa est¨¢n protegidos: 2 parques nacionales, 23 parques naturales, 27 reservas naturales, 2 reservas naturales concertadas, 31 parques naturales concertados y 18 parques periurbanos.
Con las reservas del caso, se podr¨ªa decir entonces que la administraci¨®n dispone de instrumentos para proteger la dimensi¨®n urbana y la expresi¨®n natural del paisaje rom¨¢ntico, lo cual est¨¢ muy bien pero es insuficiente porque resulta impostergable determinar los instrumentos legales que impidan la degradaci¨®n del paisaje construido. Tambi¨¦n la adopci¨®n de una estrategia y de una pol¨ªtica de estudio y seguimiento de los procesos de construcci¨®n del paisaje con el fin de evitar los desgarros del entorno natural (graveras, invernaderos y terrazas para cultivos intensivos), la acumulaci¨®n de basura contaminante dispersa en el territorio (anuncios, vallas publicitarias, pl¨¢sticos), el afloramiento de escombreras de objetos, algunos de ellos "n¨®madas" que atentan contra el sentido com¨²n (cobertizos, urbanizaciones ilegales, arquitectura), el buen gusto e incluso la salud (torres y l¨ªneas de alta tensi¨®n, de tel¨¦fonos, incendios provocados que degradan el territorio, minas abandonadas, campos electromagn¨¦ticos, contaminaci¨®n del agua, etc.).
Porque en la era de la sociedad globalizada y de la econom¨ªa desmaterializada se est¨¢ ocupando de diferente manera el territorio que antes era campo de labranza. Adem¨¢s se est¨¢ edificando como nunca, con el fin de estimular el consumo, el ocio (ahora productivo) y el "acceso" (como lo explica Rifkin).
El campo, tal como lo encontr¨® la primera revoluci¨®n industrial e incluso el campesino de anta?o han desaparecido; el pago, ya no existe. No es posible sustraer la dimensi¨®n urbana del campo. De ah¨ª que hacer arquitectura es dise?ar paisaje porque el territorio ha dejado de ser mero tel¨®n de fondo, soporte o escenario de simples eventos al que el hombre se adapta para desarrollar sus tradicionales actividades productivas c¨ªclicas. No; ahora las "empresas" alteran el soporte, lo transforman anteponiendo a las consideraciones est¨¦ticas y hasta ¨¦ticas, los objetivos del lucro financiero. Intervienen el paisaje al margen de toda responsabilidad t¨¦cnica, toreando las determinaciones contempladas por el Planeamiento, a vista y paciencia de la administraci¨®n que, por su parte, no tiene una delimitaci¨®n clara de competencias.
Hace falta una legislaci¨®n que incorpore: los nuevos significados del paisaje (todo paisaje es construido), las consecuencias negativas de acciones descontroladas patentes sobre el territorio andaluz, las resoluciones de la Convenci¨®n Europea del Paisaje del a?o 2000, la legislaci¨®n de otros pa¨ªses para aprovechar su experiencia e incluso la de otras Comunidades, como la catalana, para evitar las insuficiencias y los vac¨ªos. Y ya que se piensa reformar la Ley de Patrimonio Cultural, que se incorpore la figura de protecci¨®n de "Paisaje Cultural" con el amplio, actual y transdisciplinar significado que actualmente tiene, de forma similar a como en este a?o se ha hecho en Italia: "El Patrimonio Cultural est¨¢ constituido de bienes culturales y bienes paisaj¨ªsticos". Ser¨ªa un prometedor punto de partida.
Jorge Benav¨ªdes Sol¨ªs es profesor titular de la Escuela T¨¦cnica Superior de Arquitectura de Sevilla.
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