"Nuestra libertad depende de la libertad de todos"
George Bush promete en su toma de posesi¨®n recuperar las buenas relaciones con los aliados
George W. Bush dijo ayer a los estadounidenses y al resto del mundo que se esforzar¨¢ por cicatrizar las divisiones surgidas en sus primeros cuatro a?os y que EE UU "responder¨¢ a la llamada de nuestra era" y luchar¨¢ por la expansi¨®n de la libertad en todo el globo. En uno de los discursos inaugurales m¨¢s volcados hacia la escena internacional de la historia, el presidente prometi¨® "a los que viven bajo la tiran¨ªa y sin esperanzas" que Am¨¦rica no ignorar¨¢ su opresi¨®n ni excusar¨¢ a sus opresores: "Cuando os alc¨¦is para defender vuestra libertad, estaremos a vuestro lado". Y a los aliados les dedic¨® este homenaje: "Nos sentimos honrados con vuestra amistad, confiamos en vuestros consejos y necesitamos vuestra ayuda".
"EE UU no impondr¨¢ su estilo de gobierno a los que lo rechacen", asegur¨® el presidente
Minutos antes del mediod¨ªa, el presidente repiti¨® las palabras que han pronunciado otros 42 presidentes antes que ¨¦l en 54 ocasiones desde 1789: "Juro solemnemente que ejercer¨¦ con fidelidad el cargo de presidente de los Estados Unidos y que preservar¨¦, proteger¨¦ y defender¨¦ lo mejor que pueda la Constituci¨®n de los Estados Unidos". En la solemnidad de la ceremonia -a la que asistieron todos los ex presidentes vivos, excepto Ford, y el candidato dem¨®crata John Kerry-, a nadie se le escapaba que el de ayer fue el ¨²ltimo juramento tomado por William Rehnquist, presidente del Tribunal Supremo y enfermo de c¨¢ncer.
Nada m¨¢s empezar su discurso y a¨²n con los ecos de las 21 salvas que saludaron la ceremonia celebrada en el exterior del Capitolio, en una ciudad blanqueada por la nieve y con un despliegue de seguridad sin precedentes, Bush introdujo el hecho que define su presidencia, los atentados del 11-S, "el d¨ªa del fuego". "Mi deber m¨¢s solemne es proteger a esta naci¨®n de otros ataques o de nuevas amenazas". S¨®lo hay, dijo a continuaci¨®n, "una fuerza hist¨®rica que puede acabar con el reinado del odio y el resentimiento (...) y recompensar las esperanzas de los decentes y tolerantes, y es la fuerza de la libertad humana".
?C¨®mo enlaza esto con la pol¨ªtica exterior de EE UU? Los acontecimientos y el sentido com¨²n, prosigui¨® el presidente, nos han llevado a una conclusi¨®n: "La supervivencia de la libertad en nuestra tierra cada vez depende m¨¢s del ¨¦xito de la libertad en otras tierras. La mejor esperanza de paz en el mundo es la expansi¨®n de la libertad en todo el mundo". Por tanto, EE UU "buscar¨¢ y respaldar¨¢ el crecimiento de los movimientos e instituciones democr¨¢ticas en todos los pa¨ªses y culturas, con el objetivo final de acabar con la tiran¨ªa en el mundo", aunque, a?adi¨®, esto no es una tarea que se pueda llevar a cabo con las armas y "EE UU no impondr¨¢ su estilo de gobierno a los que lo rechacen". El gran objetivo de "acabar con las tiran¨ªas es el trabajo concentrado de generaciones".
Bush record¨® "a los gobernantes de reg¨ªmenes fuera de la ley" que "seguimos creyendo en lo que Abraham Lincoln cre¨ªa: que quienes niegan la libertad a otros no la merecen para s¨ª mismos; y, bajo el poder de un Dios justo, no pueden conservarla durante mucho tiempo". De esta forma defendi¨® su posici¨®n sobre la extensi¨®n de la libertad, uno de los motores b¨¢sicos de la creaci¨®n de EE UU y ahora, como se desprendi¨® de toda la intervenci¨®n, un requisito de su seguridad. Despu¨¦s de celebrar "los avances en la libertad m¨¢s r¨¢pidos jam¨¢s vistos de los ¨²ltimos 40 a?os", Bush dijo: "Seguiremos adelante con completa confianza en el triunfo final de la libertad".
Ninguna menci¨®n a Al Qaeda, ninguna menci¨®n a Irak o Afganist¨¢n, pero, continuando con el razonamiento anterior, este mensaje a los estadounidenses que no entienden muy bien las muertes de los soldados y las guerras lejanas: "Mientras haya regiones del mundo que hierven de resentimiento y tiran¨ªa, (...) habr¨¢ violencia, y multiplicar¨¢ su poder destructivo, y cruzar¨¢ las fronteras mejor defendidas".
Pero, consciente de las brechas abiertas dentro y fuera de EE UU y a sabiendas de que su nivel de aceptaci¨®n en los sondeos (51%) es uno de los m¨¢s bajos de los ¨²ltimos 30 a?os, el presidente dijo: "Hemos conocido divisiones, que deben cicatrizar para seguir adelante hacia los grandes objetivos, y yo me esforzar¨¦ con toda mi buena fe para lograrlo". Para dar esperanzas a los que desconf¨ªan profundamente de su capacidad de unir, Bush volvi¨® a recordar el 11-S: "Sentimos la unidad y los v¨ªnculos comunes cuando la libertad fue atacada y nuestra respuesta lleg¨® como una ¨²nica mano sobre un solo coraz¨®n".
El discurso dur¨® 21 minutos. En la tradici¨®n de anteriores tomas de posesi¨®n, el presidente s¨®lo enunci¨® sus reformas "de grandes instituciones para servir a las necesidades de nuestro tiempo" -privatizaci¨®n parcial de las pensiones, fiscalidad, control de las indemnizaciones por da?os y perjuicios y cambios en la educaci¨®n secundaria-, porque las abordar¨¢ con mayor profundidad dentro de dos semanas, en el discurso sobre el estado de la Uni¨®n. En esta parte, el presidente tambi¨¦n habl¨® contra el racismo como incompatible con todos los mensajes de libertad, y asegur¨® que los estadounidenses son fuertes "porque est¨¢n unidos en su diversidad y en su amor por la libertad".
A pie y en Cadillac por la 'calle Mayor' de EE UU
M¨¢s prudente que el presidente Harrison -que en una ma?ana de 1841 tan fr¨ªa como la de ayer, se empe?¨® en pronunciar un discurso de una hora y cuarenta minutos, sin abrigo ni sombrero, con lo que muri¨® de neumon¨ªa un mes despu¨¦s- George W. Bush se extendi¨® poco m¨¢s de 20 minutos.
?l tambi¨¦n iba a cuerpo -traje oscuro, camisa blanca y corbata azul-, pero en tiempos del pobre Harrison, que adem¨¢s ten¨ªa 68 a?os, diez m¨¢s que Bush, no hab¨ªa lo que s¨ª disfrutaron ayer los invitados especiales en la tribuna de la toma de posesi¨®n: calefacci¨®n.
Tambi¨¦n gracias a eso, Laura Bush, la esposa del presidente, pudo lucir un elegante vestido blanco dise?ado por Oscar de la Renta.
No hubo jefes de Estado, ya que por cuestiones de seguridad e igualdad, EE UU pide que los pa¨ªses sean representados por sus embajadores. A t¨ªtulo privado, asistieron la concejal del Ayuntamiento de Madrid y esposa del ex presidente del Gobierno Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, Ana Botella; su hijo Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, y el ex presidente de Alianza Popular Antonio Hern¨¢ndez-Mancha.
Tras el almuerzo con el Congreso, la comitiva abri¨® el recorrido entre el Capitolio y la Casa Blanca por la avenida Pennsylvania, la calle Mayor de EE UU. En una de las escenas m¨¢s cinematogr¨¢ficas de la pol¨ªtica norteamericana -el coche presidencial avanzando lentamente, rodeado de agentes del servicio secreto- George W. Bush, que sali¨® del veh¨ªculo y anduvo un buen tramo con Laura- estren¨® ayer una limusina Cadillac DTS 2006 blindada, desde la que salud¨® a las miles de personas que aplaud¨ªan, algunas llegadas desde muy lejos, como Jeremy Camble, de Dallas: "Creo que este pa¨ªs tiene que estar unido en un d¨ªa como hoy, independientemente de qui¨¦n lo dirija".
Diana, una joven de Arizona, estaba "muy emocionada, a pesar del fr¨ªo, porque es mi primera toma de posesi¨®n; vot¨¦ por Bush y tengo mucha confianza en los pr¨®ximos a?os". Rod Jilles, que vive en Hawai, estaba feliz: "Es un d¨ªa de celebraci¨®n de la libertad en EE UU. Estoy orgulloso de este presidente y espero que siga haciendo un buen trabajo". Procedente de Virginia, Christina fue m¨¢s templada: "No soy una gran fan del presidente, pero es un d¨ªa hist¨®rico y creo que hay que estar aqu¨ª, consciente de que tenemos diferentes visiones". John Kuns, de Nueva York, quiso aprovechar "una oportunidad hist¨®rica".
Susan, de Virginia, tambi¨¦n estaba junto a los manifestantes, pero con un punto de vista particular: "Estoy orgullosa de estar aqu¨ª, aunque seamos minor¨ªa. Mi hermano est¨¢ en Irak y espero que termine lo que empez¨® sin problemas. Adem¨¢s, es mi primera inauguraci¨®n, y la verdad es que me gustar¨ªa poder ver al presidente".
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