42 veces libertad
George W. Bush inici¨® ayer su segundo mandato como presidente de la mayor potencia de un mundo bajo el signo de la lucha por la libertad y el combate de la tiran¨ªa. "La mejor esperanza para la paz en el mundo es la expansi¨®n de la libertad", dijo. Y se?al¨® como objetivo "acabar con la tiran¨ªa" en todo lugar. ?Qui¨¦n no va a estar de acuerdo con este buen prop¨®sito? Mientras hablaba, sin embargo, de la aplicaci¨®n pr¨¢ctica de esta pol¨ªtica supuestamente bienintencionada, segu¨ªa sembrando de sangre Irak, inmerso en una guerra sin fin a la vista. Esta vez, sin embargo, Bush tuvo gestos hacia los aliados de EE UU, cuya "amistad" honra a su pa¨ªs, de cuyo "consejo" se f¨ªa y cuya ayuda "necesita".
Las diferencias entre el discurso de ayer y el que pronunci¨® al inaugurar su primer mandato cuatro a?os atr¨¢s estaban tanto en las palabras como en las circunstancias, con una movilizaci¨®n de la seguridad sin precedentes. En 2001 no se present¨® como un radical en pol¨ªtica exterior, sino m¨¢s bien como un aislacionista; ayer, como el gran libertador. Entretanto se produjeron los atentados del 11 de septiembre de 2001 -un "d¨ªa de fuego" tras los "a?os de sab¨¢tico" finalizada la guerra fr¨ªa- que cambiaron a Bush y a EE UU, y la guerra de Irak. Hace cuatro a?os, Bush insisti¨® en la "fe de Am¨¦rica en la libertad y la democracia". Ayer utiliz¨® la palabra libertad (freedom y liberty) 42 veces. S¨®lo una mencion¨® "democracia" y cinco "tiran¨ªa". Es todo un reflejo de lo que puede ser su visi¨®n, incluso para un Irak que no nombr¨®. Cuatro a?os atr¨¢s habl¨® de "armas de destrucci¨®n masiva". Esta vez, ni una, no porque haya desaparecido la amenaza, sino porque no han aparecido en Irak. Y evit¨® el t¨¦rmino "terror" o "terrorismo". Bush ha preferido alejarse del discurso del miedo en favor de la denuncia del odio y el impulso a la libertad.
Esta idea le sirve tambi¨¦n para su agenda de pol¨ªtica interna. Aunque estos discursos no son program¨¢ticos, sino ideol¨®gicos -no faltaron los gui?os a los grupos religiosos-, el presidente se alej¨® de su "conservadurismo compasivo" de entonces en favor de la "sociedad de la propiedad" con la intenci¨®n de impulsar la privatizaci¨®n de las pensiones y de la sanidad. Esto se reflej¨® en las propias ceremonias de la investidura, con un coste de 50 millones de d¨®lares, las m¨¢s caras de la historia de EE UU, aunque en su mayor parte no las costear¨¢n los contribuyentes, sino las empresas. Se refuerza as¨ª la evoluci¨®n hacia unos Estados Unidos, SA.
Bush vuelve a ponerse al frente de un pa¨ªs que sigue tan dividido como entonces y que mayoritariamente considera que no va por el buen camino. Tampoco el mundo est¨¢ tranquilo con este presidente. Una encuesta de la BBC refleja que una mayor¨ªa abrumadora de los ciudadanos de 24 pa¨ªses teme que esta reelecci¨®n haya contribuido a la inseguridad del mundo. Y sin embargo, Bush eludi¨® la prepotencia. Consider¨® que la influencia de Estados Unidos es "considerable", pero "no ilimitada". Y, alej¨¢ndose del unilateralismo, tendi¨® la mano a los aliados. Los europeos reaccionaron ayer de modo constructivo, posiblemente porque preparan el primer encuentro, el 22 de febrero en Bruselas, con pragmatismo e intentando aislar las diferencias ideol¨®gicas.
Este Bush-2 ha conseguido alejar la sombra de su padre. Se ha presentado como un activista, casi como un revolucionario, de un mayor conservadurismo libertario en asuntos internos y con la intenci¨®n de promover un gran cambio en el mundo entero. Sabe que tiene dos a?os, hasta las elecciones para el Congreso en noviembre de 2006. En los dos siguientes, sus ¨²ltimos en la Casa Blanca, apenas tendr¨¢ capacidad de maniobra. Son dos a?os decisivos, y previsiblemente nada tranquilos, para Estados Unidos y para el resto del mundo. Ser¨ªa importante entenderse en las reformas que necesitan las instituciones internacionales para adaptarse a los nuevos retos.
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