La destrucci¨®n del hombre
Seg¨²n la conocida expresi¨®n del Manifiesto comunista, la historia de la humanidad era la historia de la lucha de clases. Con mucha mayor raz¨®n habr¨ªa que decir que es la historia de la violencia practicada por unos hombres sobre otros, en demasiadas ocasiones con un prop¨®sito de aniquilamiento. La voluntad de destrucci¨®n ha contaminado incluso a aquellas sociedades como las budistas que proclamaban un ideal de no violencia. A lo largo de los siglos, el horror estuvo presente en episodios tales como la formaci¨®n del Imperio asirio, la expansi¨®n de los mongoles justamente calificados de t¨¢rtaros (por el T¨¢rtaro, el infierno), e incluso los procesos de colonizaci¨®n y conquista supuestamente civilizadores, hasta los m¨¢s recientes casos de Yugoslavia y Camboya.
AUSCHWITZ Los nazis y la soluci¨®n final
Lawrence Rees
Traducci¨®n de David Le¨®n y Luis Noriega
Cr¨ªtica. Barcelona, 2005
368 p¨¢ginas. 24,90 euros
En este recorrido, al siglo XX le ha correspondido el triste honor de contemplar que las grandes matanzas han sido el resultado de ideolog¨ªas cargadas de racionalismo, a veces en su dimensi¨®n teleol¨®gica, siempre en cuanto a la b¨²squeda de los medios para alcanzar aquellos fines. El genocidio pionero, cometido en Turqu¨ªa durante la Primera Guerra Mundial contra la minor¨ªa armenia, fue decidido por los J¨®venes Turcos, quienes ve¨ªan en la homogeneidad nacional un instrumento decisivo de modernizaci¨®n. Y los genocidios comunistas, desde el lanzado por Stalin en la URSS a la tremenda sangr¨ªa de Pol Pot en Camboya, tuvieron lugar bajo el signo de la emancipaci¨®n de la humanidad. Eso s¨ª, en el caso del nacionalsocialismo alem¨¢n, los fundamentos son del todo irracionales, salvo en la captaci¨®n del darwinismo, pero la raz¨®n t¨¦cnica informa todo el proceso de su actuaci¨®n sobre la realidad. Especialmente en la cuesti¨®n jud¨ªa y en el plano militar, el nazismo representa la barbarie aplicada mediante una rigurosa tecnolog¨ªa a la l¨®gica de exterminio.
El libro de Lawrence Rees tiene el extraordinario inter¨¦s de reconstruir esa trayectoria de organizaci¨®n racional de la sinraz¨®n, tomando como eje la historia del campo de concentraci¨®n y de exterminio creado por los secuaces de Hitler en Auschwitz, entre 1940 y 1945, cuando hace sesenta a?os fue "liberado" por las tropas sovi¨¦ticas. En medio de una amplia suma de libros, la biograf¨ªa del campo hab¨ªa sido acometida desde su mismo centro documental: en 1986, Auschwitz, campo hitleriano de exterminio, a¨²n bajo r¨¦gimen comunista, insist¨ªa curiosamente en la acci¨®n antifascista de la resistencia polaca y de los sovi¨¦ticos, con el Holocausto difuminado; diez a?os m¨¢s tarde, Auschwitz, campo nazi de la muerte, una descripci¨®n m¨¢s completa, con un estudio sobre la venturosa suerte lograda por la mayor¨ªa de los verdugos, sobre todo en la RDA, y el reconocimiento de que la historiograf¨ªa polaca hab¨ªa ignorado el tr¨¢gico protagonismo alcanzado por los cientos de miles de jud¨ªos asesinados. La anatom¨ªa del campo, la evoluci¨®n de su historia y las estimaciones cuantitativas confer¨ªan notable inter¨¦s a la obra.
En el trabajo de Rees, el horizonte experimenta una decisiva ampliaci¨®n. Para empezar, si la historia del campo de Auschwitz proporciona el hilo conductor del relato, ¨¦ste intenta proporcionar las claves para entender la pluralidad de factores que explican el establecimiento de esa f¨¢brica de la muerte y su posici¨®n en el marco de la pol¨ªtica de exterminio hitleriana contra los jud¨ªos, entendida como algo din¨¢mico, as¨ª como dentro del sistema de campos de exterminio, como Treblinka, a que la misma da lugar. La rigurosa labor de archivo se complementa con un apasionante recurso a la historia oral, de la cual surge un haz de historias personales, de v¨ªctimas de distinta condici¨®n y de verdugos. La presi¨®n resultante sobre el lector es intensa: por un lado, el relato te apresa, con la sucesi¨®n permanente de elementos explicativos de tipo pol¨ªtico o t¨¦cnico (t¨¦cnica de destrucci¨®n) y tragedias humanas; por otra, de vez en cuando te ves obligado a suspender la lectura, como si llegara el hedor de los muertos y fuera insoportable comprobar el grado de deshumanizaci¨®n que puede alcanzar el comportamiento humano. Y no s¨®lo en el recinto del campo, sino mucho m¨¢s all¨¢, en esa otra brutalidad, la estaliniana, que persigue a los propios supervivientes rusos y maltrata a los que no lo son, como me contaba Violeta Friedman, superviviente de Auschwitz que desarroll¨® en Espa?a una labor fundamental para mantener viva la memoria del horror. En el antisemitismo polaco, que hace a¨²n hoy avergonzarse a quienes ayudaron a algunos escapados. En el cinismo occidental, que someti¨® la dosificaci¨®n del recuerdo y del castigo de los culpables a los intereses de la guerra fr¨ªa.
Rees nos demuestra que unos hombres normales, como el propio doctor Mengele, pueden convertirse en monstruos, bajo el amparo de un poder y de una ideolog¨ªa irracionales. Y que, seg¨²n pudo comprobarse hace poco en Bosnia, y a menor escala entre nosotros en el Pa¨ªs Vasco, los mecanismos de la destrucci¨®n se encuentran latentes en buen n¨²mero de sociedades, dispuestos a hacer realidad la m¨¢xima de que "el hombre es lobo para el hombre".
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