El 'plan Europa'
La historia del proceso de integraci¨®n europea es, desde sus primeros pasos, una b¨²squeda constante en el perfeccionamiento del principio democr¨¢tico. La naturaleza de la arquitectura institucional de la Uni¨®n Europea, diferente y compleja, ha dado pie a encendidos debates sobre el d¨¦ficit democr¨¢tico que contempla, llegando incluso a poner en tela de juicio su propia legitimidad. Sin embargo, la ciencia hist¨®rica suele demostrar que ninguna democracia ha nacido de forma completa por generaci¨®n espont¨¢nea. Todo est¨¢ en evoluci¨®n constante y la Uni¨®n Europea, a pesar de su singularidad, no es ajena a este principio.
Hace no muchos a?os, ni los m¨¢s locos europe¨ªstas so?aban que Europa pudiera pactar una Constituci¨®n ¨²nica para m¨¢s de 450 millones de ciudadanos y, tras haberse conseguido ya la uni¨®n econ¨®mica y comercial constituir as¨ª un paso clave hacia una uni¨®n pol¨ªtica. Hoy podemos afirmar que la Constituci¨®n Europea supone un gran avance en el fortalecimiento de los pilares del principio democr¨¢tico; legitimidad popular y Estado de Derecho.
Ser¨ªa una lecci¨®n para algunos que apost¨¢ramos aqu¨ª por ese gran acuerdo para una Europa con 450 millones de personas
El texto propone una democracia supranacional de la que participan tanto los gobiernos nacionales como los ciudadanos europeos, a trav¨¦s de su voto a las diferentes opciones pol¨ªticas que concurren en las elecciones al Parlamento Europeo. Pero, adem¨¢s, la Constituci¨®n ha abierto nuevos canales de participaci¨®n ciudadana. De hecho, uno de sus art¨ªculos m¨¢s novedosos es la iniciativa legislativa ciudadana; esto es, la posibilidad de promover un proyecto legal en la Uni¨®n a trav¨¦s de las firmas de un mill¨®n de ciudadanos. Por otra parte, la inclusi¨®n en el texto, con naturaleza jur¨ªdica, de la Carta de Derechos Fundamentales profundiza en esa misma l¨ªnea, en la medida en que ¨¦stos podr¨¢n ser reclamados por los ciudadanos ante los tribunales de justicia europeos
Y todo ello se suma al aumento de las competencias del Parlamento Europeo, que, en el 95% de los casos y bajo la famosa f¨®rmula de codecisi¨®n, participar¨¢ junto al Consejo en la elaboraci¨®n de las normas comunitarias.
Europa hubiera soportado perfectamente m¨¢s avances, s¨ª, pero la verdad es que la Constituci¨®n no incluye ni un solo paso atr¨¢s en el proyecto de construcci¨®n europea. El camino hacia una unidad pol¨ªtica europea se define cotidianamente en la puesta en com¨²n de instituciones, tradiciones, experiencias, intereses y b¨²squeda de soluciones compartidas que superen las limitaciones de los Estados. Y justamente en este dise?o permanente de lo com¨²n es donde se acelera el proceso de aprendizaje mutuo y la necesidad de seguir profundizando en su unidad pol¨ªtica desde el respeto a la diversidad cultural.
Con todo, las implicaciones en el ¨¢mbito del desarrollo democr¨¢tico, se ampl¨ªan a¨²n m¨¢s en la medida en que la Constituci¨®n ha contribuido a la extensi¨®n de la mayor¨ªa cualificada, definida por el criterio de poblaci¨®n y n¨²mero de Estados para constituir as¨ª, la doble legitimaci¨®n democr¨¢tica europea.
El texto dota de personalidad jur¨ªdica a la Uni¨®n Europea para que, entre otras cosas, ¨¦sta pueda defender sus intereses comunes ante organismos internacionales como, por ejemplo, el Fondo Monetario Internacional. Adem¨¢s, las capacidades en pol¨ªtica exterior se han visto reforzadas con la figura del ministro de Asuntos Exteriores, que viene a simplificar los solapamientos institucionales anteriores, incorpor¨¢ndose en su doble calidad de vicepresidente de la Comisi¨®n Europea. En asuntos tan importantes como la Defensa, se deja por vez primera la puerta abierta, a trav¨¦s de la cooperaci¨®n reforzada, para que los pa¨ªses que as¨ª lo quieran puedan avanzar m¨¢s r¨¢pido.
A pesar de que no ha habido cambios en el proceso de toma de decisiones en asuntos exteriores, ya que se mantiene la unanimidad, y por tanto son los Estados miembros los que tienen la ¨²ltima palabra, la Constituci¨®n ha logrado simplificar una arquitectura institucional para favorecer la definici¨®n de una pol¨ªtica exterior genuinamente europea. Este punto de partida permitir¨¢ que bajo futuros climas de confianza se desarrollen propuestas pol¨ªticas que apuesten por una Europa fuerte.
Otra novedad en este ¨¢mbito se constituye a partir del establecimiento de una Agencia Europea de Armamento, Investigaci¨®n y Capacidades militares, que se centrar¨¢ en la coordinaci¨®n de pol¨ªticas armament¨ªsticas de los Estados miembros y que puede conformar el embri¨®n de la futura Europa de la defensa.
Pero m¨¢s all¨¢ de las consideraciones constitucionales concretas, la realidad dice que el modelo democr¨¢tico europeo ha acelerado extraordinariamente procesos internos de democratizaci¨®n cultural e institucional en nuestros antiguos pa¨ªses vecinos. Recientemente lo hemos podido comprobar con la adhesi¨®n de 10 nuevos Estados con una historia democr¨¢tica truncada, en algunos casos, durante las ¨²ltimas d¨¦cadas. Independientemente de los criterios econ¨®micos, el elemento pol¨ªtico ha jugado, sin duda, un papel decisivo en su incorporaci¨®n a la Uni¨®n Europea. Y hoy, dentro de la estructura de la Uni¨®n ya tienen m¨¢s garant¨ªas para el mantenimiento de su r¨¦gimen de libertades.
El 20 de febrero, algo de todo esto se somete tambi¨¦n a examen en nuestro pa¨ªs. Ser¨ªa toda una lecci¨®n para algunos, ahora que estamos soportando el tremendo l¨ªo de desacuerdos y exclusiones en el que nos ha metido el tripartito a los dos millones de vascos, que apost¨¢ramos aqu¨ª, en Euskadi, por ese gran acuerdo que se ha conseguido para una Europa con m¨¢s de 450 millones de personas y con un lema que dice Unidos en la diversidad.
Eduardo Madina es secretario general de las Juventudes Socialistas de Euskadi.
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