"Ha sido poner dos caf¨¦s y salir pitando"
Los vecinos del barrio del Carmel vivieron con sorpresa, angustia y algunas quejas el desalojo de cinco manzanas
"A las nueve y media han venido las chicas del local de al lado diciendo que ca¨ªa arenilla de las vigas del fondo. Les he puesto dos caf¨¦s, ha entrado un urbano, hemos salido pitando y al momento se ha o¨ªdo el catacrac. No han tenido tiempo ni de tom¨¢rselo". Todav¨ªa con el delantal puesto, la due?a del bar Gallego, Beatriz Nogueiras, explicaba a media ma?ana los instantes previos al hundimiento del taller Gimeno. El bar est¨¢ en la misma calle de Sig¨¹enza, justo enfrente de donde la tierra se trag¨® el garaje. Como el resto de vecinos desalojados, sali¨® "con lo puesto".
A s¨®lo unos metros, los alumnos de sexto del colegio Santa Teresa estaban en clase de castellano cuando oyeron un estruendo. "Ha venido el director y nos ha sacado a todos", explicaba Priscilla Ayeler, de 11 a?os. A los alumnos de este colegio, ubicado a escasos metros del cr¨¢ter, se los llevaron al polideportivo de la rambla del Carmel. Tambi¨¦n desalojaron a los alumnos del CEIP El Carmel y los trasladaron al centro c¨ªvico, en la parte superior del barrio.
Desde minutos despu¨¦s del hundimiento, el barrio parec¨ªa un escenario de cat¨¢strofe. Despu¨¦s de desalojar y acordonar las cinco manzanas, fue todo un ir y venir de ambulancias que trasladaban a personas mayores, veh¨ªculos de bomberos, polic¨ªa, unidades m¨®viles de los medios de comunicaci¨®n y, lo m¨¢s espectacular, decenas de hormigoneras. Todo con un fuerte olor a gas de fondo.
La atenci¨®n a los vecinos se centraliz¨® en el Espai Jove Boca Nord. El Ayuntamiento de Barcelona moviliz¨® a todo el equipo de emergencias sociales, formado por m¨¢s de 50 profesionales, adem¨¢s de todos los t¨¦cnicos de servicios personales del distrito de Horta-Guinard¨®: otra treintena de personas. M¨¢s de 40 voluntarios de Cruz Roja se encargaron del traslado de personas mayores.
La llegada de los afectados fue un goteo incesante. Algunos estaban tranquilos pese al susto y otros visiblemente nerviosos, sobre todo si ten¨ªan mascotas solas en casa o, en el caso de una vecina, un familiar que se hab¨ªa quedado dormido en un edificio desalojado. Los t¨¦cnicos les tomaban los datos a todos y atend¨ªan las primeras necesidades. Hab¨ªa de todo tipo, desde conseguir insulina para un enfermo hasta encontrar unos calcetines para Santi, un chaval de 11 a?os que estaba en casa con anginas, y sali¨® a la calle en zapatillas, pijama y bata. "Ahora viene mi hermana a recogerme", explicaba muy entero.
Acusaciones de imprevisi¨®n
Menos comprensivos ante la magnitud de la situaci¨®n, algunos vecinos mostraban un gran descontento y se quejaban de desinformaci¨®n y de imprevisi¨®n por parte de las autoridades. "Si aqu¨ª es todo tan confuso, no quiero ni imaginarme a los pobres del maremoto de Asia", exclamaba Antonio Mart¨ªn. Otros aseguraban que el desprendimiento "se ve¨ªa venir", en palabras de Laura Alcampel, de la calle de Conca de Tremp, quien incluso afirmaba que en el barrio hace meses que se oye temblar la tierra. "Claro, es normal si est¨¢n trabajando abajo", replicaba su vecino Fernando Escart¨ªn.
A mediod¨ªa lleg¨® un cami¨®n cargado de sillas para el centro y otro repleto de bocadillos, zumos, agua y fruta. Fue el almuerzo de los afectados, a quienes los servicios sociales comenzaron a adjudicar hoteles a partir de las cuatro de la tarde.
La fren¨¦tica actividad en el centro s¨®lo se detuvo a las cinco de la tarde: lleg¨® el v¨ªdeo de la conferencia de prensa que el alcalde y el consejero de Pol¨ªtica Territorial dieron a mediod¨ªa. Durante su emisi¨®n, en una gran pantalla, no se oy¨® ni una mosca. Paradojas de la vida, tuvieron que ser las obras del tan reivindicado metro las que ayer conmocionaron el barrio. "Ahora que no las paren", suspiraba Rosa L¨®pez.
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