Un largo primer beso

?Se puede quedar una persona literalmente colgada de un primer, adolescente beso apresurado, y cuidar su recuerdo durante d¨¦cadas como se cuida una tierna flor de invernadero?

?ste es el m¨¢s bien peregrino punto de arranque de la ¨²ltima criatura de Albacete y Menkes, dos cineastas temibles cuando se les sube la modernez al caletre, pero aqu¨ª extra?amente compuestos y dispuestos a llevar hasta el final una propuesta cualquier cosa menos estridente. Y lo hacen a pesar de ser el suyo un arranque, convengamos, cargado de idealismo juvenil, de adolescente inverosimilitud.

Por fortuna, pronto las vicisitudes de su protagonista, una mujer de mediana edad cansada de su vida familiar, de su marido, de lo que le ha tocado en suerte (una Carmen Maura espl¨¦ndida, como en ella es regla: estos papeles le van como anillo al dedo), se orientan en una direcci¨®n m¨¢s, con perd¨®n, convencional, y ah¨ª tenemos a la se?ora, dispuesta a revolver cielo y tierra para, en un viaje tan inopinado como, en el fondo, productivo, al Par¨ªs de todos los mitos, reencontrarse con su furtivo, fugaz enamorado.

Tiene Entre vivir y so?ar las hechuras de una comedia cl¨¢sica, un tema de alcance universal (?podr¨¢ la realidad rivalizar con los sue?os?) y unos actores que hacen lo que pueden con sus personajes, aunque est¨¦n mal dibujados (es lo que ocurre con el que interpreta la argentina Soledad Silveyra). Pero bien porque la modestia de la propuesta se hace inmediatamente simp¨¢tica, bien porque el juego que pronto se establece entre Maura y un desenvuelto, alocado Alex Brendem¨¹ll termina teniendo su cuota de inter¨¦s, lo cierto es que la pel¨ªcula se deja ver con simpat¨ªa... algo que no siempre se puede decir del cine de sus creadores.