Todo a cien
?Cu¨¢l es el criterio para decidir qui¨¦n merece y qui¨¦n no la celebraci¨®n de un centenario? De los nacidos hoy, por ejemplo, ?cu¨¢ntos ser¨¢n recordados, conmemorados, tergiversados y comercializados? Hoy cumplen a?os Gene Hackman y el pr¨ªncipe Felipe de Borb¨®n, pero resulta dif¨ªcil imaginar de qu¨¦ modo se celebrar¨¢ el centenario de sus respectivos nacimientos. ?Qui¨¦n es m¨¢s importante, el heredero de la Corona o el actor que protagoniz¨® French Connection? La industria de la efem¨¦rides sigue un sentido tan peculiar de la posteridad que a veces re¨²ne conceptos tan distintos como Albert Einstein y el Quijote.
Del Quijote prefiero no hablar para no empeorar las retenciones de art¨ªculos sobre esta materia que en estos momentos colapsan los medios de comunicaci¨®n. De Einstein, en cambio, de quien se conmemoran los 50 a?os de su muerte, s¨ª conservo algunos buenos recuerdos. El primero: en el comedor de mi escuela hab¨ªa un p¨®ster pegado a la pared en el que aparec¨ªa Einstein ense?ando la lengua y, debajo, la siguiente inscripci¨®n: "Il avait les cheveux longs". Que tuviera el pelo largo y ense?ara la lengua lo hac¨ªa especialmente simp¨¢tico, sobre todo los d¨ªas en los que tocaba pescado y resultaba dif¨ªcil tragarse aquella masa maloliente. Entonces conmov¨ªa comprobar que, desde la fotograf¨ªa, el premio Nobel de F¨ªsica relativizaba la gravedad de la situaci¨®n con su gesto irreverente y sabio. M¨¢s adelante, intent¨¦ entender la teor¨ªa de la relatividad, con muy poco ¨¦xito. Me sent¨ª tan culpable de mi ignorancia que, como desagravio, me le¨ª dos o tres veces Mi visi¨®n del mundo, un libro del que, salvo todo lo referido a la teor¨ªa de marras, entend¨ª casi todo, quiz¨¢ porque inclu¨ªa reflexiones simples y aforismos del tipo: "Para ser miembro irreprochable de un reba?o de ovejas, hace falta ser primero oveja". Quiz¨¢ estas celebraciones sirven para comprobar que casi todo lo que tiene que ver con el homenajeado sigue vigente.
En el caso del Quijote, con el libre medi¨¢tico sin necesidad de hacer ninguna payasada, y en el de Einstein, con un sabio con m¨¢s dudas que certezas. Repasando el ¨ªndice de Mi visi¨®n del mundo, asusta comprobar la actualidad de sus contenidos. En primer lugar, el sentido de la vida, un cl¨¢sico del entretenimiento filos¨®fico, pasatiempo ideal para presos y otros confinados. Se hac¨ªa una pregunta Einstein que, tras haberla le¨ªdo muchas veces, sospecho que se trata de un gag: "?Cu¨¢l es el sentido de nuestra vida, cu¨¢l es, sobre todo, el sentido de la vida de todos los vivientes?". Del interrogante, lo m¨¢s interesante es la referencia al sentido de la vida de los vivientes, que invita a deducir que el sentido de la vida de todos los murientes es distinto. Pero el resto de cuestiones tratadas es todav¨ªa m¨¢s actual. Fascismo y ciencia, religi¨®n y ciencia, profesores y alumnos, Palestina, Israel, el sionismo, proclamas en defensa de la paz y por la abolici¨®n de la guerra, contra el servicio militar obligatorio y un comentario que tambien debemos considerar como una forma de iron¨ªa: "Pienso que en la pr¨®xima guerra habr¨ªa que enviar al frente a las mujeres patri¨®ticas en lugar de los hombres. Ser¨ªa algo nuevo en este interminable y desesperante asunto, y adem¨¢s, ?por qu¨¦ no dar ocasi¨®n a que los sentimientos heroicos del bello sexo se expresen de manera m¨¢s pintoresca que atacando a miembros indefensos de la poblaci¨®n?". Han tenido que pasar 50 a?os desde que muri¨® para que algunos nos demos cuenta de que adem¨¢s de ser un brillante f¨ªsico, un p¨¦simo violinista, tener el pelo largo y ense?ar la lengua, Einstein era un cachondo.
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