El pa¨ªs de los kurdos

"Esto no es Irak, usted ha entrado en el Kurdist¨¢n libre". La bandera que ondea en el puesto de Habur, nada m¨¢s atravesar la frontera turca, no es la iraqu¨ª, sino la tricolor kurda. Tras hacer esta puntualizaci¨®n, el funcionario de la Administraci¨®n del Partido Democr¨¢tico del Kurdist¨¢n (PDK), el grupo que controla la estrat¨¦gica aduana, entrega al viajero un visado expedido por el Gobierno Regional del Kurdist¨¢n, a modo de salvoconducto, para circular por el norte de Irak. "Bienvenido al Kurdist¨¢n libre. Ser chaw", saludan entonces a coro los polic¨ªas con la tradicional f¨®rmula de respeto: "Te llevo en mis ojos".

Beben muy despacio t¨¦ ardiente en vasos de tulipa mientras observan c¨®mo un todoterreno Hummvie con soldados de las fuerzas especiales de Estados Unidos serpentea por el valle del Tigris hacia las llanuras de Mesopotamia.

El Kurdist¨¢n iraqu¨ª vive una independencia de hecho desde la primera derrota de Sadam Husein en la guerra del Golfo de 1991. La represi¨®n desencadenada entonces por el r¨¦gimen baazista y el ¨¦xodo masivo de civiles hacia los pa¨ªses vecinos provoc¨® una reacci¨®n internacional para proteger a los kurdos de un nuevo exterminio. Las aviaciones de combate de Estados Unidos y el Reino Unido impusieron una zona de exclusi¨®n a¨¦rea, un paraguas frente a las amenazas de Bagdad bajo el cual se han sentado las bases de un autogobierno kurdo que, a pesar de las disputas internas, se ha afianzado con la votaci¨®n de un Parlamento aut¨®nomo en 1992 y la celebraci¨®n de comicios locales en 2002.

Ahora, coincidiendo con las elecciones legislativas y provinciales previstas en Irak, los kurdos est¨¢n llamados a las urnas en sus segundas elecciones regionales, las primeras tras la ca¨ªda de Sadam. El periodista y escritor Manuel Martorell (Elizondo, Navarra, 1953) es el principal experto espa?ol en la cuesti¨®n kurda. Autor de libros como Los kurdos: historia de una resistencia y Kurdist¨¢n: viaje al pa¨ªs prohibido, sigue de cerca los cambios hist¨®ricos que ha experimentado el norte de Irak en las dos ¨²ltimas d¨¦cadas. "Casi toda la poblaci¨®n kurda iraqu¨ª -cinco millones en un territorio semejante a Andaluc¨ªa- se vio afectada durante los a?os ochenta por la campa?a del Anfal, es decir operaciones militares de destrucci¨®n total de pueblos y ciudades y aniquilaci¨®n en masa de la poblaci¨®n civil, con cerca de 200.000 asesinatos", recuerda Martorell para intentar explicar el rechazo que sienten en la actualidad los kurdos frente a la mayor¨ªa ¨¢rabe de Irak, a la que "en el fondo consideran, en mayor o menor grado, c¨®mplice del genocidio".

"Viaj¨¦ a Mosul a finales del verano pasado para visitar a unos familiares que viven en la orilla izquierda del Tigris, en la zona kurda. Pero por nada del mundo volver¨ªa ahora all¨ª", relata Selim Salih, un profesor universitario de Dohuk, capital de la provincia m¨¢s septentrional del Kurdist¨¢n aut¨®nomo iraqu¨ª. Hacia Mosul, la tercera ciudad del pa¨ªs y feudo de la insurgencia sun¨ª a la ocupaci¨®n militar norteamericana, fluye cerca del Tigris un verdadero r¨ªo de maquinaria agr¨ªcola, coches alemanes de segunda mano o material para la reconstrucci¨®n de un pa¨ªs arrasado por tres guerras. Convoyes kilom¨¦tricos de camiones atraviesan a diario el puesto de control de Aloka, en las afueras de Dohuk, en la carretera que se dirige hacia Mosul, 50 kil¨®metros m¨¢s al sur.

El comisario de polic¨ªa kurdo que est¨¢ al mando en Aloka suda copiosamente, cierra el paso y calla con aire nervioso. Pocas horas antes, al menos 14 militares norteamericanos han muerto en el comedor de un campamento militar, en uno de los peores atentados lanzados por la insurgencia desde el final de la guerra. Una patrulla militar de Estados Unidos monta guardia, con una ametralladora pesada sobre su jeep, para vigilar el constante paso de camiones del Gobierno de Bagdad en su ir y venir hacia la frontera de Habur. Mientras tanto, los secuestros y asesinatos de transportistas turcos han forzado el corte de suministro de combustible a las gasolineras del norte de Irak. Todo un sinsentido en un pa¨ªs productor de petr¨®leo.

Tambi¨¦n es Navidad en Dohuk, donde una importante comunidad cristiana convive con el pueblo kurdo, musulm¨¢n de rito sun¨ª en su mayor¨ªa. El hipermercado Mazi, que se precia de ser la ¨²nica gran superficie moderna de todo Irak, mantiene encendidas las luces de fiesta cerca de la medianoche. Los adornos navide?os llevan el precio en d¨®lares, como casi todos los productos en el norte de Irak, aunque tambi¨¦n es posible pagar en euros, e incluso en los devaluados dinares iraqu¨ªes. Pero los vendedores del centro comercial nunca han visto una tarjeta de cr¨¦dito. El gobernador de la provincia de Dohuk, Neyerban Ahmed -miembro del PDK, como todos los responsables pol¨ªticos o econ¨®micos de la zona-, visita el hipermercado a esa hora acompa?ado de una delegaci¨®n de inversores franceses. "Esto no es Faluya, esto es el Kurdist¨¢n, aqu¨ª no hay violencia. Pero el mundo s¨®lo tiene la imagen de las bombas y los secuestros en Irak", sentencia.

"Esto est¨¢ bien, mira". Frente al centro comercial Mazi, al otro lado de la carretera, el profesor Ramad¨¢n Suleim¨¢n observa en su casa del campus de la Universidad de Dohuk un anuncio electoral emitido a trav¨¦s del canal de televisi¨®n por sat¨¦lite Al Arabiya. Las im¨¢genes muestran una encrucijada de calles en una ciudad iraqu¨ª en ruinas donde confluyen sendas manifestaciones de chi¨ªes, sun¨ªes y kurdos. Se cierran el paso unos a otros mientras redoblan la intensidad de sus gritos, y esgrimen pu?os, palos y alg¨²n que otro Kal¨¢shnikov. Cuando todo hace presagiar lo peor, entre duras miradas de odio, de cada grupo surge un ni?o para improvisar con una pelota abandonada un partido de f¨²tbol, el deporte favorito de todos los iraqu¨ªes. Los adultos sonr¨ªen entonces y dejan caer sus armas al suelo mientras una voz en off viene a decir algo as¨ª como: "Juntos podemos conseguirlo. Vota".

Dentro del proceso electoral iraqu¨ª, ensangrentado por la violencia, Martorell destaca el ¨¦xito pol¨ªtico en el Kurdist¨¢n del Movimiento por el Refer¨¦ndum de Autodeterminaci¨®n, que dice haber recogido m¨¢s de dos millones de firmas para exigir que antes de redactar la nueva Constituci¨®n iraqu¨ª se pregunte al pueblo kurdo si quiere seguir perteneciendo a Irak. "Nuestra situaci¨®n no ha variado tanto desde 1992, cuando rompimos con Sadam Husein. Pero los dem¨¢s iraqu¨ªes han experimentado grandes cambios tras la ca¨ªda del r¨¦gimen", argumenta Ramad¨¢n Suleim¨¢n, profesor de la Escuela de Ingenier¨ªa. "Ahora somos un elemento indispensable para despejar la ecuaci¨®n pol¨ªtica del Irak actual. No hay soluci¨®n posible para Irak sin una federaci¨®n en la que los kurdos tengan su propio espacio vital", precisa, en alusi¨®n a la compleja demarcaci¨®n territorial de la provincia de Kirkuk y sus ricos yacimientos de petr¨®leo.

Profesora en la Universidad de Suleimaniya y cooperante con una ONG kurda, la madrile?a Mar¨ªa Sancho, de 35 a?os, tuvo el raro privilegio de vivir durante dos a?os la realidad del Kurdist¨¢n iraqu¨ª, cerrado casi a cal y canto al exterior a causa del bloqueo de sus fronteras. Regres¨® a Espa?a a petici¨®n de su familia antes de que Estados Unidos desencadenara la guerra que derroc¨® a Sadam Husein. "En el a?o 2001 fui a conocer la situaci¨®n del pa¨ªs por dentro. Me dijeron: 'Ven, mira y cu¨¦ntalo, necesitamos que la gente en el exterior conozca nuestra situaci¨®n'. Yo ya hab¨ªa trabajado en cooperaci¨®n internacional en ?frica; pero en esa tierra, en la Mesopotamia que es la cuna de lo que pensamos y lo que creemos, encontr¨¦ muchos m¨¢s valores comunes", explica en Madrid en los primeros d¨ªas de 2005, a punto de emprender el regreso a las monta?as del norte iraqu¨ª, un territorio sembrado con 10 millones de minas antipersonas, para colaborar con una ONG escandinava que ayuda a los refugiados.

"A pesar de los cambios, no hay que olvidar que el Kurdist¨¢n tambi¨¦n es Oriente Pr¨®ximo", reconoce Mar¨ªa Sancho, que recuerda c¨®mo en la Facultad de Filolog¨ªa de Suleimaniya, capital de la zona sur de la regi¨®n kurda, las estudiantes enlutadas con el chador confraternizaban con otras alumnas que acud¨ªan a clase en vaqueros. "Las abuelas visten con colores alegres, en la mejor tradici¨®n kurda, mientras las nietas van cubiertas con el hiyab [pa?uelo isl¨¢mico] a causa de la presi¨®n de los integristas. Las mujeres han perdido en las ciudades el poder econ¨®mico que ten¨ªan en la sociedad tradicional del campo", analiza la profesora espa?ola para describir la ruptura de la estructura de protecci¨®n social que supon¨ªa el clan, el grupo tribal kurdo.

"Suleimaniya es una ciudad abierta, comercial, con un talante bastante liberal; pero cerca de ella se encuentran tambi¨¦n las mal llamadas ciudades colectivas, donde fueron desplazados miles de campesinos -viudas de las v¨ªctimas del exterminio kurdo, sobre todo-, que acabaron perdiendo sus ra¨ªces rurales en los campos de concentraci¨®n". Mar¨ªa Sancho es una de las pocas extranjeras que pudieron moverse con libertad por la campi?a kurda en un momento en el que las tropas de Sadam Husein patrullaban a escasos metros de los poblados de refugiados.

Yamal Yusef, l¨ªder en Dohuk de la Uni¨®n Patri¨®tica del Kurdist¨¢n (UPK), el segundo gran partido kurdo, cree que, "gracias a las buenas condiciones de seguridad", la participaci¨®n electoral va a ser muy elevada en el norte de Irak. "Estas elecciones van a servir de ejemplo democr¨¢tico para todo Oriente Pr¨®ximo", sostiene, aunque tambi¨¦n reconoce que en muchas zonas del pa¨ªs no se podr¨¢n constituir los colegios electorales. "Los kurdos tenemos ahora la oportunidad de compartir nuestra experiencia democr¨¢tica con el resto de Irak. Pero hay que construir un verdadero sistema federal: ¨¦sa es nuestra principal condici¨®n para cooperar en la construcci¨®n del futuro de Irak".

Mientras ultima el gui¨®n de un programa sobre la situaci¨®n en el norte iraqu¨ª para la cadena catalana TV3, Manuel Martorell considera que el nacionalismo kurdo se ha radicalizado. "Hay una clara conciencia colectiva de que hay que aprovechar esta ocasi¨®n hist¨®rica para reconstruir el Kurdist¨¢n y sentar las bases de una situaci¨®n s¨®lida de seguridad". En su opini¨®n, los dos principales partidos van a permitir un cambio en el panorama pol¨ªtico, dando entrada en el Parlamento regional a otras opciones religiosas, ¨¦tnicas o pol¨ªticas, como v¨¢lvula de escape para los sentimientos radicalizados de la poblaci¨®n y para reflejar con mayor fidelidad la diversidad pol¨ªtica, religiosa y cultural del Kurdist¨¢n iraqu¨ª. "Lamentablemente, todo indica tambi¨¦n que, aunque se unifiquen las instituciones principales -Parlamento y Gobierno-, seguir¨¢n existiendo dos administraciones regionales", precisa. Tras el conflicto interno que enfrent¨® a ambos grupos entre 1993 y 1998, la regi¨®n kurda se encuentra dividida de hecho en dos sectores: uno en el norte, dirigido por el PDK de Masud Barzani desde Erbil, y otro en el sur, con capital en Suleimaniya, bajo control de la UPK de Yalal Talabani.

Para la cooperante espa?ola Mar¨ªa Sancho, los l¨ªderes kurdos han madurado y son ahora "m¨¢s realistas". El embargo exterior y las presiones de los poderosos Estados vecinos (Turqu¨ªa, Ir¨¢n y Siria), todos ellos con importantes minor¨ªas kurdas, sembraron, a su juicio, la semilla de la guerra civil entre los kurdos del norte de Irak. Sancho resalta ante todo los cambios sociales experimentados en el Kurdist¨¢n iraqu¨ª: "Est¨¢ surgiendo un incipiente Estado de derecho. El sistema ofrece unas m¨ªnimas garant¨ªas legales, con la presencia de abogados en los procesos? Hay tambi¨¦n una determinada libertad de expresi¨®n dentro de cada partido y organizaci¨®n social".

"Para que haya sociedad civil hace falta primero desarrollo econ¨®mico", advierte Martorell. "La ventaja del Kurdist¨¢n iraqu¨ª es que cuenta con recursos naturales -especialmente agua, lo que favorece una gran producci¨®n agr¨ªcola y ganadera- y una cuota de los beneficios del petr¨®leo que se extrae de su subsuelo".

El Kurdist¨¢n se ha convertido poco a poco en el ¨¢rea de descanso de Irak. Monta?as surcadas de lagos y torrentes para quienes pueden permitirse el lujo de escapar de la pesadilla de calor y odio de Bagdad, Basora o Mosul. Y sobre todo para los marines que logran tomarse un respiro lejos del infierno de violencia que acecha en el Tri¨¢ngulo Sun¨ª, el epicentro de la violencia en la posguerra de Irak. "Los parajes de gran valor natural y el clima agradable est¨¢n potenciando de nuevo un turismo interior en el Kurdist¨¢n, en zonas que ya fueron explotadas bajo el r¨¦gimen de Sadam Husein", asegura Martorell, quien sostiene que en el desarrollo futuro del norte de Irak es clave la apertura al tr¨¢fico comercial de los aeropuertos de Erbil y Suleimaniya, que ahora s¨®lo tienen un uso limitado a vuelos oficiales y de ayuda humanitaria. "El Kurdist¨¢n est¨¢ aislado, rodeado de enemigos, sin una salida directa al resto del mundo. Estos aeropuertos suponen un hito hist¨®rico porque pueden deshacer esa maldici¨®n ancestral".

Con los fusiles de asalto en bandolera, grupos de soldados norteamericanos hacen sus ¨²ltimas compras navide?as en el bazar de Dohuk, un gran zoco cubierto de inspiraci¨®n otomana donde la actividad comercial es incesante. Con la cabeza escrupulosamente tocada con el kefiye, o pa?uelo kurdo, el joyero Nazar Baruary, de 42 a?os, asegura que el negocio va bien: "Casi todo el mundo invierte sus ahorros en oro de 21 quilates". Es un valor seguro en medio de la incertidumbre de m¨¢s de medio siglo de revoluciones, dictaduras, persecuciones y guerras en Irak. "?Las elecciones? Hay que votar. Est¨¢ en juego nuestra libertad", asegura sonriente en su tienda del bazar este antiguo peshmerga, combatiente o miliciano, que en lengua kurda significa "el que va a morir".

Al final, Mar¨ªa Sancho reconoce que el Kurdist¨¢n iraqu¨ª sigue siendo una "sociedad en armas" que se siente todav¨ªa amenazada. "Yo me mov¨ª sin armas y en transporte p¨²blico por toda la regi¨®n sin problemas. Pero los kurdos son un pueblo terco, y esta vez se han preparado para la paz, as¨ª que estoy segura de que lo conseguir¨¢n".