Atenci¨®n, presidenta

Cuando usted visit¨® las urgencias del hospital Gregorio Mara?¨®n, a comienzos de enero -me imagino previo aviso-, hab¨ªan sido "limpiados los pasillos de enfermos". Le sugiero que suba s¨®lo un piso m¨¢s y visite -eso s¨ª, sin avisar- la planta de traumatolog¨ªa. All¨ª contemplar¨¢ el hacinamiento de pacientes y familiares que intentan no dejar solos a sus seres queridos porque saben c¨®mo est¨¢n las cosas: suciedad en los cuartos de ba?o de las habitaciones, falta de toallas y papel para el aseo de los enfermos, "despistes a la hora de administrar la medicaci¨®n a los pacientes, retrasos en los controles y administraci¨®n de insulina a los pacientes que lo necesitan". Adem¨¢s, trato desconsiderado a los enfermos -salvo raras excepciones- porque, seg¨²n el personal sanitario, "ya no pueden m¨¢s".

?Ah, sab¨ªa usted, se?ora Aguirre, que ya no se dan meriendas en el hospital y que en esta planta la mayor¨ªa de los enfermos son muy mayores y est¨¢n bastante deteriorados! Realmente, ?es tan caro dar un yogur o un vaso de leche a un anciano? Me he decidido a escribir esta carta para recordarle que el enfermo tiene su dignidad, tambi¨¦n porque s¨¦ que muchas personas si salen de all¨ª s¨®lo quieren olvidar.