Relaciones peligrosas
Lunes por la ma?ana. V¨ªspera de la discusi¨®n en el Congreso de los Diputados del plan Ibarretxe, alias proyecto de los vascos y las vascas. El d¨ªa siguiente a la colocaci¨®n de una bomba en la localidad alicantina de Denia. Se asombran algunos conductores de tertulias radiof¨®nicas por el hecho de que se establezcan relaciones entre el atentado de ETA y la discusi¨®n en el Congreso del plan Ibarretxe. Los hay incluso que, acompa?ados por sus conducidos, se muestran indignados ante tal vinculaci¨®n. Compartir¨ªa su indignaci¨®n si lo que se pretendiera sostener fuera una suerte de relaci¨®n necesaria (¨¢rbol y nueces) entre la bomba y el proceso pol¨ªtico impulsado por Ibarretxe: algo as¨ª como un acuerdo impl¨ªcito que, hundiendo sus ra¨ªces en el fangoso Acuerdo de Lizarra, se remontar¨ªa a la investidura del lehendakari, continuar¨ªa con esos tres votos preciosos en el Parlamento vasco (los ¨²nicos que realmente tuvieron eficacia pol¨ªtica; los otros tres no fueron m¨¢s que un elaborado artificio t¨¢ctico) y finalizar¨ªa, por ahora, en una suerte de farsa mediante la cual un Arafat disociado presenta en Madrid su mano derecha, sosteniendo un proyecto de libre asociaci¨®n, mientras en Alicante muestra su mano izquierda. No comparto esta interpretaci¨®n.
La violencia de ETA no se relaciona necesariamente con ning¨²n problema pol¨ªtico, ni siquiera con el problema pol¨ªtico derivado de la siempre abierta cuesti¨®n de las relaciones: a) entre los habitantes de ese territorio, plural como pocos, que es Euskal Herria o los Pa¨ªses Vasco-Navarros; y b) entre ¨¦stos, sea cual sea el sistema de relaci¨®n que finalmente escojan, y los Estados-naci¨®n espa?ol y franc¨¦s. En este sentido, el franquismo fue m¨¢s una condici¨®n que una causa de la violencia. La decisi¨®n de recurrir a la violencia no fue vivida, ni siquiera por sus protagonistas, como algo natural, espont¨¢neo o puramente reflejo. En contra de la mayor¨ªa de las interpretaciones al uso, la violencia no apareci¨® como consecuencia l¨®gica de un estado de cosas, sino como fruto de la decisi¨®n de unas cuantas personas. Pero se tom¨® la decisi¨®n de utilizar la violencia y al hacerlo se atraves¨® (en palabras de Juan Aranzadi) la crucial frontera de la muerte. A partir de ah¨ª, ETA ha demostrado su capacidad para establecer relaciones simbi¨®ticas y hasta parasitarias con m¨²ltiples reivindicaciones, eso s¨ª, siempre en un ecosistema nacionalista.
Sin embargo, entre la causalidad (el atentado est¨¢, de alguna manera, provocado en ¨²ltima instancia por el plan) y la casualidad (los caminos de ETA y del plan se han entrecruzado estos d¨ªas simplemente porque ambos pasaban por ah¨ª), existe un amplio margen para la reflexi¨®n razonable sobre la posible coincidencia entre estrategias pol¨ªticas y militares, aut¨®nomas ambas, pero aproximadas como consecuencia de un desgraciado dise?o pol¨ªtico. Ha sido el propio Ibarretxe, secundado acr¨ªticamente por los tres partidos que lo apoyan, quien ha establecido de manera ya irrevocable una relaci¨®n estructural entre su proyecto y la violencia de ETA. Lo ha hecho por partida doble. Primero, al hacer depender el ¨²ltimo y definitivo escal¨®n de su plan (consulta) de una variable mal definida y que, en cualquier caso, escapa de su control: esa et¨¦rea situaci¨®n de "ausencia de violencia". Segundo, y sobre todo, al presentar como gran activo de su plan la superaci¨®n definitiva del conflicto hist¨®rico con Espa?a, en todas sus expresiones: "A este pa¨ªs no se le puede ofrecer como alternativa de futuro la existencia interminable de violencia e inmovilismo ciego", dec¨ªa el lehendakari en el Parlamento al explicar las razones de la incorporaci¨®n de Ezker Batua como tercer socio de su Gobierno. Es ¨¦l quien ha establecido esas liasons dangerouses entre su pol¨ªtica y la violencia.
Resulta por ello de mucho inter¨¦s atender a lo que dec¨ªa Gesto por la Paz al presentar la manifestaci¨®n del pasado 29 de enero: "Ninguna propuesta se debe presentar con el supuesto y dudoso aval de conllevar el final de la violencia". Lo que ocurre es que, despojadas de ese dudoso aval, hay propuestas que se quedan en nada (bueno).
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