R¨¦quiem por un tiovivo
Las Atracciones Caspolino, establecidas en la plaza Gal.la Plac¨ªdia de Barcelona desde 1941, cerraron ayer sus puertas definitivamente
S¨®lo los avisados y las miradas m¨¢s atentas se habr¨¢n dado cuenta de ello. Lo cierto es que en un rinc¨®n de la plaza Gal.la Plac¨ªdia de Barcelona ha permanecido durante d¨¦cadas el retrato en blanco y negro, descolorido por el tiempo, de una mujer de empuje y car¨¢cter. Se llamaba Anunciaci¨®n Barrachina, y hace 80 a?os instal¨® en la plaza la primera pista de coches de choque que hubo en Catalu?a. Los veh¨ªculos, importados de Par¨ªs, circulaban por un circuito de madera que la se?ora Barrachina y su marido, Marcos Or¨²s, construyeron con sus propias manos. El negocio prosper¨® y con el tiempo acab¨® por ampliarse: as¨ª, en 1941, nacieron las famosas Atracciones Caspolino, un lugar muy ligado a la memoria sentimental de tres generaciones de barceloneses. Mucho tiempo despu¨¦s de su muerte, el retrato de do?a Asunci¨®n ha seguido vigilando el negocio familiar desde el privilegiado mirador de la taquilla. De este modo, la fundadora ha continuado cara al p¨²blico, los ojos vivos y los labios a punto de abrirse en una sonrisa, estimulados sin duda por la feliz algarab¨ªa de los ni?os. Pero le ha llegado el momento de descansar definitivamente porque las Atracciones Caspolino cerraron ayer sus puertas para siempre.
El solar, pronto vac¨ªo, est¨¢ en zona de equipamientos y podr¨ªa acoger una escuela
Muchas familias abarrotaron ayer las instalaciones para oficiar su particular despedida
Est¨¢ previsto que hoy mismo las instalaciones empiecen a desmantelarse. Se desvanecer¨¢ as¨ª un cierto aire de otros tiempos que impregna el microcosmos comprendido entre el tiovivo de madera, sin duda la atracci¨®n m¨¢s emblem¨¢tica de este espacio recreativo, y la tronada m¨¢quina de sorpresas, una especie de antiqu¨ªsima expendedora de tabaco que en lugar de cigarrillos ofrece cajetillas de contenido misterioso. A excepci¨®n de los famosos caballitos, las atracciones se fueron modernizando un poco con los a?os.
En la actualidad s¨®lo perviv¨ªa un ejemplar de los viejos futbolines que tras la guerra se alineaban frente a la entrada. La pista de los autos de choque hace tiempo que dej¨® de ser de madera, y junto a ella una peque?a cancha de baloncesto calibraba la punter¨ªa de los m¨¢s competitivos; un poco m¨¢s all¨¢, estos 400 metros cuadrados tan bien aprovechados ofrec¨ªan un p¨¢lido remedo del juego de hockey en la que la mano ejerc¨ªa de stick y la pastilla era magn¨¦tica. Un pulpo saltar¨ªn como el de tantas ferias encontr¨® su sitio junto al tiovivo, y poco a poco fueron proliferando coches, motos, caballos y otras especies el¨¦ctricas que funcionaban con monedas. Durante un tiempo, en las atracciones habit¨® una churrer¨ªa, y la moda de los chiqui parks prendi¨® tambi¨¦n aqu¨ª, donde acab¨® por instalarse una de esas jaulas para ni?os llenas de pelotas de goma y protectores de espuma. Las mejoras, quiz¨¢ mejor llamarlas innovaciones, no diluyeron ese aire antiguo, seguramente porque en este espacio se han ido acumulando 60 a?os de emociones y peque?as alegr¨ªas que le han dado un car¨¢cter especial, indeleble.
Asunci¨®n Borrachina, la mujer de la foto descolorida, era una inmigrante de Caspe que encontr¨® en la feria una manera de ganarse la vida en Barcelona, y para no olvidar sus or¨ªgenes las bautiz¨® con el gentilicio de su pueblo. Tras jubilarse, el negocio pas¨® a manos de su hija Mar¨ªa, otra mujer emprendedora y de car¨¢cter, que tuvo que defender el patrimonio en los tribunales cuando sus hermanos impugnaron la herencia. Y el ciclo iniciado en 1941 se cierra con la nieta de la fundadora, Encarnaci¨®n, la actual propietaria, y la mujer que ha decidido acabar con el negocio.
?ste es para muchos el peor final de la historia. Algunos lo lamentan en Internet, a trav¨¦s de foros p¨²blicos en los que se comparten nostalgias de tiempos pasados, de horas de futbol¨ªn ganadas a la escuela, de complicidades transmitidas de padres a hijos y nietos, y se convocan acciones p¨²blicas de protesta que seguramente no lleguen jam¨¢s a realizarse. Otros, ancianos en su mayor¨ªa, no han tenido reparo en manifestar su pena abiertamente, y en estos d¨ªas previos al cierre definitivo han acudido, presos del llanto, a pedir noticias sobre el futuro de sus caballitos. Ayer, muchas familias abarrotaron las instalaciones y oficiaron su particular despedida, bien armados de c¨¢maras de fotos y v¨ªdeo para hacerse con un recuerdo gr¨¢fico del recinto.
Es para muchos el peor final de la historia, pero quiz¨¢ sea la salida menos mala para la actual propietaria. Porque a ella tambi¨¦n se le atragantaban las l¨¢grimas con los recuerdos cada vez que se sentaba en la taquilla desde la que vigilaba la matriarca. Hace dos a?os que falleci¨® su marido, con quien regent¨® el negocio, y no puede superar la nostalgia. Se ha encomendado a la piqueta para que le traiga consuelo, aunque no ha querido desmembrar el legado de los Caspolino y lo conservar¨¢, ¨ªntegro e intacto, en una finca privada en Girona. Estar¨¢ cerrada al p¨²blico, aunque la due?a se ha comprometido a cederlo cada vez que alguna buena causa lo reclame. El solar, pronto vac¨ªo, est¨¢ en zona de equipamientos; una escuela (en el barrio hay alumnos en barracones, a la espera de una ubicaci¨®n definitiva) o una residencia son algunos de los usos que se rumorean. Ahora ya nada m¨¢s puede hacerse que entonar el r¨¦quiem por un tiovivo.
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