La obsesi¨®n por la democracia
La emoci¨®n, el dolor y el aturdimiento que produce -a quien esto escribe y, estoy seguro, a todos cuantos tuvimos el privilegio de conocerle y de intimar con ¨¦l- la muerte de un amigo como Javier Tusell no enturbian la capacidad para valorar y estimar su extraordinaria personalidad, y aprehender como merece la riqueza de su obra historiogr¨¢fica y de su dimensi¨®n p¨²blica. Generoso, inteligente, de vitalidad incontenible, y con una pasi¨®n intelectual y una capacidad de trabajo verdaderamente asombrosas, Javier Tusell fue construyendo una obra intimidante, imprescindible para el conocimiento de la historia pol¨ªtica del siglo XX, una obra basada, toda ella, en un uso abrumador de documentaci¨®n original encontrada en archivos p¨²blicos y privados y descubierta muchas veces por el propio Tusell. Elecciones y partidos pol¨ªticos, Alfonso XIII, el caciquismo, el golpe de Estado de 1923, la democracia cristiana, Franco y su r¨¦gimen, Espa?a y la II Guerra Mundial, las relaciones Franco-Don Juan, los cat¨®licos bajo el franquismo, la oposici¨®n democr¨¢tica a dicho r¨¦gimen, Carrero, Arias Navarro, la figura del rey Juan Carlos...: esos (y muchos otros) fueron los temas sobre los que gir¨® su obra. Sin ¨¦sta, es literalmente imposible conocer la historia espa?ola en el siglo XX. Todos los libros de Javier Tusell fueron, y son, contribuciones sustantivas al conocimiento.
Un tema esencial alienta detr¨¢s de toda esa obra, el tema obsesivo y definidor de toda la generaci¨®n a la que perteneci¨® Javier Tusell: el tema de la democracia en Espa?a, de su fracaso en 1936-1939, de las causas que hicieron imposible su estabilizaci¨®n antes de la Guerra Civil, y de las consecuencias -la dictadura de Franco- que ese fracaso tuvo para la vida espa?ola; y al tiempo, el tema del restablecimiento de la democracia tras la muerte de Franco, y la naturaleza de la Monarqu¨ªa del rey Juan Carlos y del Estado de las autonom¨ªas. Democristiano ya en los a?os sesenta cuando estudiaba en Madrid -bajo el magisterio admirable, y apreciad¨ªsimo por Tusell, de don Jos¨¦ Mar¨ªa Jover (Tusell reconocer¨ªa siempre tambi¨¦n su deuda con Carlos Seco Serrano y, m¨¢s lejanamente, con Jes¨²s Pab¨®n)-, Javier Tusell siempre crey¨® en una Espa?a plenamente democr¨¢tica, en la que la democracia conllevara el reconocimiento de Catalu?a, Pa¨ªs Vasco y Galicia como nacionalidades constitutivas y diferenciadas de la realidad hist¨®rica de Espa?a.
Su pasi¨®n historiogr¨¢fica y p¨²blica -objeto en ocasiones de pol¨¦micas y debates formidables, que nunca rehuy¨® y que siempre resolvi¨® con contundencia e iron¨ªa y, lo que es m¨¢s importante, sin sombra de mezquindad- se plasm¨®, adem¨¢s de en sus libros, en muchas iniciativas culturales. Fue el primer gran director de Bellas Artes de la transici¨®n, asociado para siempre con el retorno del Guernica a Espa?a. Fue un gran historiador, un inolvidable amigo. Y algo a¨²n mejor: con su mujer, Veva, historiadora de fuste como ¨¦l, y sus hijos (Javier, Veva) construy¨® un entra?able n¨²cleo familiar que irradiaba afecto, lealtad, simpat¨ªa y amistad. La historiograf¨ªa espa?ola no ser¨¢ la misma despu¨¦s de Javier Tusell. No abdicaremos de su recuerdo; no olvidaremos su memoria.
Babelia
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