La ¨²ltima libertad
As¨ª titul¨® su libro Fran?ois de Losets (La derni¨¨re libert¨¦, Fayard, 2000) refiri¨¦ndose a la eutanasia, "buena suerte" etimol¨®gicamente, que cobr¨® actualidad con motivo del estreno de la pel¨ªcula de Amen¨¢bar, Mar adentro, basada en la vida y muerte de Ram¨®n Sampedro, vuelve de nuevo a las primeras p¨¢ginas como si la lucha del inteligente y tenaz tetrapl¨¦jico siguiera gui¨¢ndonos desde donde est¨¦ ahora. Su caso fue especialmente llamativo porque cumpl¨ªa todas las condiciones de lo que hoy es el concepto de eutanasia activa m¨¢s universalmente reconocido: "Todo acto m¨¦dico destinado a poner t¨¦rmino a la vida de un enfermo cuando ¨¦ste lo ha pedido de manera reiterada, voluntaria y es consecuencia de una reflexi¨®n madura, con el fin de acabar con sufrimientos intolerables e incurables". Aunque como ¨¦l no logr¨® la colaboraci¨®n m¨¦dica, tuvo que recurrir a sus pr¨®ximos o amigos y su muerte fue en realidad un "suicido asistido".
En Espa?a las encuestas muestran un amplio apoyo social para despenalizar la eutanasia
Los partidarios de la eutanasia arguyen que nadie (ni otras personas, ni religi¨®n, ni creencias ajenas, ni el Estado ni ninguna otra instituci¨®n) tiene el derecho de imponer seguir "viviendo" a un enfermo en fase terminal o con procesos irreversibles e incurables que le est¨¢n produciendo sufrimientos f¨ªsicos o mentales intolerables y que decide de manera consciente y repetida dejar de vivir esa vida que ¨¦l cree indigna o que no es vida. El fundamento de toda la argumentaci¨®n del derecho a morir dignamente es el ser humano, su dignidad, su derecho sobre s¨ª mismo, su libertad de elegir, su ¨²ltima libertad.
El argumento de los que se oponen a ese derecho se refiere siempre a sus propias creencias o a su pertenencia a religiones pero no a las de la persona que decide morir dignamente. En ¨¦ste como en tantos casos (desde la investigaci¨®n de c¨¦lulas madres, o la biom¨¦dica, el divorcio, el aborto voluntario o hasta el derecho de los homosexuales) se trata de imponer a otros, a la sociedad en su conjunto, lo que uno no quiere para s¨ª. Pero es que ni la eutanasia ser¨¢ obligatoria si un d¨ªa se despenaliza en nuestro pa¨ªs ni lo es el divorcio a pesar de que muchos de los que m¨¢s se opusieron en su d¨ªa a su legalizaci¨®n est¨¢n entre los que m¨¢s uso hacen hoy de dicha ley.
De hecho todos los estudios realizados en el mundo occidental, Espa?a incluida, indican que la eutanasia, sobre todo la pasiva, se aplica de manera muy generalizada en los hospitales en los casos citados m¨¢s arriba. Incluso la eutanasia activa se est¨¢ extendiendo al aplicar dosis crecientes de derivados opi¨¢ceos contra el dolor insoportable en enfermos terminales sabiendo que ese tratamiento lleva a la muerte. Y es muy raro que sepamos de una condena judicial por eutanasia. ?Cu¨¢l es el problema? ?Que se acepta que se haga de tapadillo, sin los debidos controles, sin garant¨ªas, pero no con arreglo a la ley para evitar abusos, que el foso abierto entre la realidad y la ley pueda cubrirse como debe ser en un Estado de derecho?
S¨®lo dos pa¨ªses europeos, Holanda y B¨¦lgica, han regulado la eutanasia y la experiencia de los dos a?os de aplicaci¨®n no ha supuesto ni un aumento de la eutanasia, m¨¢s bien lo contrario (ver en Le Lancet de 17-6-2003, L'euthanasie et autres practiques de fin de la vie aux Pays-Bas en 1990, 1995 et 2001), ni, como se dijo demag¨®gicamente un ¨¦xodo de ancianos holandeses o belgas para evitar que les aplicaran la eutanasia. En ambos pa¨ªses la aprobaci¨®n de dichas leyes fue precedida de un amplio debate social en el que fueron escuchados numerosas personas, enfermos, m¨¦dicos, psic¨®logos, juristas, siendo por tanto el resultado de una madurada y bien fundamentada reflexi¨®n colectiva.
En Espa?a las encuestas realizadas demuestran un amplio apoyo social a la despenalizaci¨®n de la eutanasia (supera el 60%), que tambi¨¦n es mayoritaria entre los m¨¦dicos y sanitarios en general. Como es l¨®gico es m¨¢s aceptada la "eutanasia pasiva" (interrumpir un tratamiento a sabiendas de que ello conduce a la muerte del paciente, siempre que se trate de situaciones irrecuperables y de seguridad en su desenlace mortal), que la "eutanasia activa voluntaria", que requiere la intervenci¨®n del m¨¦dico para poner fin a la situaci¨®n desesperada. En ocasiones se antepone la eutanasia al desarrollo y mejora de los cuidados paliativos y al perfeccionamiento de los medios cient¨ªficos de lucha contra el dolor, cuando ¨¦stos son los avances que deben realizarse en cualquier caso. Disponer de unidades contra el dolor con especialistas y medios en todo el territorio es una aspiraci¨®n permanente. Pero ello no evita que personas concretas con las caracter¨ªsticas descritas m¨¢s arriba quieran y as¨ª lo expresen reiteradamente abandonar este mundo de manera indolora y digna.
En los organismos multilaterales no se ha avanzado mucho. Tuve ocasi¨®n de participar en los debates de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa en 2003, con ocasi¨®n de la ponencia del diputado liberal y reputado jurista suizo M. Dick Marty, titulada justamente Eutanasia y en la que abogaba, despu¨¦s de una densa argumentaci¨®n de 14 folios, no a legalizar la misma (aunque el autor estaba claramente a favor), sino a abrir un gran debate europeo sobre la cuesti¨®n. Ni siquiera lleg¨® a votarse en el plenario porque los diputados contrarios lograron, mediante lo que se conoce como filibusterismo parlamentario, bloquear su definitivo examen y votaci¨®n.
Claro est¨¢ que el tema es delicad¨ªsimo y dif¨ªcil de abordar, que su traducci¨®n jur¨ªdica es compleja, que despierta los temores y tab¨²es m¨¢s arraigados (nadie quiere hablar de la muerte, ni siquiera a s¨ª mismo). Ni los m¨¢s partidarios de su despenalizaci¨®n hacen proselitismo en el sentido de convencer a los que no lo comparten de que se apunten a la eutanasia.
Algo se ha avanzado con lo que se conoce como "testamento vital", documento firmado por personas y depositado en un registro, que no desean que en determinadas situaciones patol¨®gicas se les aplique un tratamiento que les prolongue sufrimientos intolerables. Leyes regulando el testamento vital han sido aprobadas en 12 de las 17 comunidades aut¨®nomas y es de esperar que con la nueva mayor¨ªa parlamentaria en las Cortes, surgida de las elecciones del 14 marzo, el debate avance. Si algo caracteriza al nuevo Gobierno y a dicha mayor¨ªa es su mayor sensibilidad por los derechos sociales y civiles, por la laicidad, por el respeto a lo que demanda la sociedad.
Luis Y¨¢?ez-Barnuevo es m¨¦dico, diputado socialista en el Parlamento Europeo y miembro de la Asociaci¨®n Derecho a Morir Dignamente (DMD).
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