Un s¨ª de combate
No me gusta ni un "s¨ª" cr¨ªtico al Tratado Constitucional europeo, ni un "s¨ª" por defecto. Los avances nunca se pueden valorar como un mal menor, con resignaci¨®n, a la defensiva y con una frustraci¨®n sobre el presente y el futuro de nuestra condici¨®n de ciudadanos europeos. Por todo ello, me sit¨²o en la defensa de un "s¨ª" de combate. Esta fue la consigna lanzada por el l¨ªder socialista belga Elio Di Rupo. Me identific¨® con dicha posici¨®n que, entre otras cosas, denuncia algunas derivas de la actual construcci¨®n europea, muy desequilibrada a favor de lo econ¨®mico, confusa en sus objetivos pol¨ªticos e incierta en la defensa y garant¨ªa del llamado modelo social europeo, dado el talante estructural liberal de la construcci¨®n europea.
Esta Constituci¨®n es un paso positivo y no implica retrocesos. Con ella Europa se fortalece y est¨¢ abierta su propia mejora
Esta Constituci¨®n es una galopada junto a la reunificaci¨®n a 25 pa¨ªses y la introducci¨®n de la moneda ¨²nica. Pero es, sobre todo, la expresi¨®n de la relaci¨®n de fuerzas ideol¨®gicas, pol¨ªticas y sociales existentes en este momento en Europa. No se le pueden achacar al Tratado Constitucional los desequilibrios que sufre la actual construcci¨®n europea. Esa es una responsabilidad de las pol¨ªticas nacionales, y este Tratado Constitucional no hace m¨¢s que reflejar la actual relaci¨®n de fuerzas en los gobiernos y en el Parlamento Europeo. El resultado de esta relaci¨®n de fuerzas hace impensable que de su rechazo pudiera salir ahora mismo un proyecto mejor. Adem¨¢s, como valoraci¨®n global, este Tratado Constitucional nos dota de un marco con suficientes herramientas institucionales que permiten pol¨ªticas diferentes siempre que conquistemos relaciones de fuerzas mejores. Y es precisamente a nivel europeo, reforzando el papel de Europa en el mundo, como podremos responder a los grandes desaf¨ªos que se nos plantean en la era de la mundializaci¨®n -tecnol¨®gicos, medioambientales, sociales y laborales, migratorios, geoestrat¨¦gicos- haciendo posible que Europa sea una alternativa a la manera de gestionar los asuntos del planeta impuesta por parte de la actual direcci¨®n pol¨ªtica de la potencia hegem¨®nica, que no es otra que Estados Unidos.
Me interesa hacer una reflexi¨®n de fondo en la direcci¨®n anteriormente apuntada. La intensificaci¨®n de los procesos de globalizaci¨®n est¨¢ transformado la realidad y el papel de la pol¨ªtica. Los mercados, especialmente los financieros y el comercio de bienes y servicios, se est¨¢n internacionalizando m¨¢s r¨¢pidamente que las instituciones socio-pol¨ªticas, institucionalizando la preeminencia de la econom¨ªa sobre la pol¨ªtica, fragment¨¢ndola, deslegitim¨¢ndola e incluso anul¨¢ndola. Es en este contexto donde hay que situar un s¨ª de combate a favor de la institucionalizaci¨®n de la pol¨ªtica europea y positivizar los avances de este Tratado Constitucional, que entre otras cosas, va a redefinir unas relaciones m¨¢s equilibradas entre econom¨ªa y pol¨ªtica , entre Estados y naciones, entre sociedades y ciudadanos. Si la econom¨ªa y los poderes econ¨®micos monopolizan la pol¨ªtica, la consecuencia m¨¢s inmediata es que, tanto la teor¨ªa como la pr¨¢ctica de la democracia sufrir¨¢n una involuci¨®n continuada que deteriorara el ¨¢mbito interno de las naciones y el conjunto de las relaciones internacionales.
Hoy m¨¢s que nunca hago m¨ªa aquella afirmaci¨®n de Jean Monet de que "nada se crea sin los ciudadanos, nada permanece sin las instituciones". Convertirnos en ciudadanos europeos con derechos civiles, pol¨ªticos y sociales exige una valoraci¨®n claramente positiva. Es un bien en s¨ª mismo. Como lo fue nuestra Constituci¨®n y nuestro Estatuto de Autonom¨ªa. Aquel lema del Mayo del 68: Ser realistas, pedir lo imposible, en la actualidad es conveniente cambiarlo por: Ser idealistas, pedir lo posible. Pedir que el Tratado Constitucional contemple el derecho de autodeterminaci¨®n es casi como incluir la socializaci¨®n de los medios de producci¨®n. Lo que algunos denominamos utop¨ªas posibles y necesarias es, hoy m¨¢s que nunca, seguir construyendo Europa, haciendo posible un marco institucional de ciudadan¨ªa europea y de acci¨®n pol¨ªtica y social.
Vamos a repasar algunos avances sociales que revalorizan este Tratado Constitucional: La incorporaci¨®n, con car¨¢cter vinculante, de la Carta de los Derechos Fundamentales, que refuerza los derechos fundamentales y les da m¨¢s visibilidad, incluidos los derechos sociales y sindicales, pudi¨¦ndose interpelar al Tribunal Europeo de Justicia para su cumplimiento. La inclusi¨®n de la solidaridad y de la igualdad entre valores de la Uni¨®n y de la justicia social, el pleno empleo, la econom¨ªa social de mercado, la igualdad de g¨¦nero y el desarrollo sostenible entre sus objetivos generales. El reconocimiento del papel de los interlocutores sociales y el apoyo al di¨¢logo social, as¨ª como el establecimiento de la Cumbre Social Tripartita para el crecimiento y el empleo. La pol¨ªtica social ser¨¢ expl¨ªcitamente reconocida como una "competencia compartida" y no s¨®lo como una competencia "complementaria". Se integran en la Constituci¨®n disposiciones relativas a las pol¨ªticas horizontales sobre medioambiente, protecci¨®n de los consumidores e integraci¨®n de la dimensi¨®n de g¨¦nero. Se instaura un fundamento jur¨ªdico para los Servicios de Inter¨¦s Econ¨®mico General. Se incorporan al Tratado nuevas posibilidades de coordinaci¨®n econ¨®mica en el interior de la zona incluyendo la posibilidad de poner en marcha pol¨ªticas fiscales comunes, por ejemplo tasas verdes mediante voto por mayor¨ªa cualificada. La coordinaci¨®n abierta ser¨¢ reconocida como un instrumento de pol¨ªtica industrial.
Mi "s¨ª" de combate no ignora cuestiones centrales de la pol¨ªtica social que han quedado en el limbo o rechazadas. Elementos centrales de la pol¨ªtica social seguir¨¢n sometidos al procedimiento de la unanimidad. Siguen estando ausentes los procedimientos para el Gobierno econ¨®mico de la Uni¨®n. Falta el reconocimiento claro de los derechos sindicales trasnacionales. La pol¨ªtica fiscal sigue sometida al procedimiento de la unanimidad. Los servicios de inter¨¦s general siguen sometidos a reglas de la competencia. El Banco Central Europeo sigue teniendo como ¨²nica finalidad la salvaguarda de la estabilidad de precios. El presupuesto de la UE seguir¨¢ topado en el 1,27% del PIB comunitario. En adelante, la revisi¨®n de los tratados ser¨¢ m¨¢s complicada.
Maurice Duverger en La liebre liberal y la tortuga europea afirmaba que "habr¨¢ que dotar a las instituciones comunitarias de poderes equivalentes a aquellos que permitieron a los Estados corregir la tremenda injusticia que el liberalismo del siglo XIX engendr¨® al tiempo que desarrollaba considerablemente la econom¨ªa. Si no, se pondr¨¢ en su lugar un formidable acelerador de producci¨®n y multiplicador de desigualdades, debilitando los medios nacionales para reducir ¨¦stas, sin reemplazarlos por medios europeos".
Los principales desaf¨ªos que afectan a la construcci¨®n europea y su modelo social siguen siendo los mismos: una construcci¨®n desequilibrada entre lo econ¨®mico y lo social. Una transferencia de soberan¨ªa, sin arquitectura pol¨ªtica, social y econ¨®mica para ejercerla. Esta Constituci¨®n es un paso positivo y no implica retrocesos. Con ella Europa se fortalece politicamente y permanece abierta la v¨ªa para su propia mejora. Un "s¨ª" de compromiso es un "s¨ª" de combate por seguir avanzando y progresando en la Europa completa, la econ¨®mica, la social y la pol¨ªtica.
Carlos Trevilla es representate de UGT en el CES vasco.
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