Portugal, ante las urnas
Las elecciones generales portuguesas de ma?ana -convocadas por el presidente Jorge Sampaio con un a?o de adelanto- parecen ofrecer s¨®lo la inc¨®gnita de por cu¨¢nto ganar¨¢ el Partido Socialista. Todos los sondeos otorgan una gran ventaja, de m¨¢s de 15 puntos, a su candidato, Jos¨¦ S¨®crates, sobre su oponente conservador, el primer ministro Pedro Santana. Pero muchos piensan que los portugueses castigar¨¢n con una elevada abstenci¨®n a los representantes de unos partidos que han llevado al pa¨ªs en los ¨²ltimos cuatro a?os a su peor crisis reciente.
La campa?a electoral se ha centrado sobre una econom¨ªa comatosa y la necesidad de reducir dr¨¢sticamente una administraci¨®n del Estado obsoleta y desproporcionada. Al margen de los esl¨®ganes simplificadores -"choque tecnol¨®gico" en el caso de los socialistas y "choque de gesti¨®n" en el de los conservadores-, es dif¨ªcil encontrar discrepancias serias en los temas fundamentales entre los dos candidatos. Multitud de promesas coincidentes y de imposible cumplimiento han salpicado la campa?a del PS y el PSD. S¨ª hay una diferencia en la percepci¨®n general de uno y otro. Mientras S¨®crates, pese a su falta de carisma, acumula expectativas, Santana Lopes es visto -tras s¨®lo ocho meses en la jefatura del Gobierno, a ra¨ªz de la renuncia de Dur?o Barroso- como un pol¨ªtico rigurosamente superficial y vol¨¢til.
Portugal requiere de cirug¨ªa urgente y firmeza para abordar reformas estructurales largamente ignoradas. Una econom¨ªa a la cola de la UE, que crece al 1% y donde el paro alcanza cotas desconocidas desde hace ocho a?os con un 7%, no est¨¢ para ret¨®ricas. Lo peor que podr¨ªa suceder es que el resultado electoral no permitiera crear un Ejecutivo fuerte. La experiencia muestra que los gobiernos dedicados al compromiso para mantenerse en el poder no son capaces de resolver los problemas serios. Y Portugal los tiene.
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