La pasi¨®n seg¨²n Caravaggio
Realista y dram¨¢tico. Un genio rebelde y atormentado que revolucion¨® la pintura de su ¨¦poca con la fuerza de la luz y los colores. El dramatismo de los cuadros de Caravaggio coincide con la vida apasionada y novelesca del pintor. Una exposici¨®n muestra la fuerza de sus ¨²ltimas obras maestras.
La exposici¨®n Caravaggio: los ¨²ltimos a?os muestra en la National Gallery de Londres algunas de las mejores obras de Michelangelo Merisi da Caravaggio (1571-1610), la de sus ¨²ltimos e intensos cuatro a?os de su corta vida, pues falleci¨® sin tan siquiera cumplir los 40 de edad. Organizada por la Sopraintendenza per il Polo Museale de N¨¢poles, en colaboraci¨®n con la National Gallery de Londres, esta exposici¨®n ha logrado juntar unas sobrecogedoras obras maestras del fugitivo y err¨¢tico Caravaggio en el final de su vida, un Caravaggio que escap¨® de Roma acusado de homicidio y estuvo deambulando durante cuatro a?os por N¨¢poles, Malta, Sicilia, para volver de nuevo a N¨¢poles, en Porto Ercole, donde muri¨® cuando, indultado por fin, intentaba regresar a Roma.
Si toda la vida de Caravaggio es pura agitaci¨®n y aventura -cuyos extra?os avatares fascinan a¨²n no s¨®lo a eruditos, sino tambi¨¦n a escritores y cineastas-, este periodo final se caracteriz¨® por los oscuros sucesos, las pasiones desatadas, los lances m¨¢s diversos y, sobre todo, por haber logrado una estremecedora calidad art¨ªstica en medio de la m¨¢s absoluta adversidad. En este sentido, si es dif¨ªcil encontrar un artista que triunfara con mayor efecto y pol¨¦mica que el Caravaggio de la etapa romana, tambi¨¦n lo es encontrar otro que, como a ¨¦l, la inestabilidad le produjese un rendimiento pict¨®rico de semejante hondura. Pr¨¢cticamente no hay un solo tratado de pintura europeo del siglo XVII que no le mencione con admiraci¨®n o esc¨¢ndalo, pues hab¨ªa que estar ciego para no percibir que su actitud y su estilo estaban cambiando el destino del arte moderno. Veintitr¨¦s a?os despu¨¦s de su tr¨¢gica muerte, en 1633, en los Di¨¢logos de la pintura publicados en Madrid por el pintor y tratadista espa?ol, de origen italiano, Vicente Carducho, se refer¨ªa a ¨¦l llam¨¢ndole "Anticristo" porque le siguieron "glot¨®nicamente el mayor golpe de los pintores", pregunt¨¢ndose, espantado, que "?qui¨¦n pint¨® jam¨¢s y lleg¨® a hacer tan bien como este monstruo de ingenio y natural casi hizo sin preceptos, sin doctrina, sin estudio, mas s¨®lo con la fuerza de su genio, y con el natural delante, a quien simplemente imitaba con tanta admiraci¨®n?".
Aunque el arte occidental se rigi¨® desde su origen cl¨¢sico antiguo por el precepto de imitar la realidad o la naturaleza, la indiscriminaci¨®n en el tratamiento de los temas, el violento sentido melodram¨¢tico de su claroscuro, su ¨¢spero verismo y la insolente audacia en la composici¨®n y en el uso del color hicieron de Caravaggio piedra de esc¨¢ndalo y de fascinaci¨®n. Por si fuera poco, todos estos rasgos estil¨ªsticos estuvieron adobados por un talante personal inquieto, descarado y pendenciero, que lo situaron siempre en los l¨ªmites extremos de la legalidad y la decencia. Caravaggio acumul¨® pleitos, rivalidades y odios sin cuento, hasta lo que constituy¨® el paso final en el camino de su perdici¨®n, cuando mat¨®, en un duelo a espada, a un tal Ranuccio Tomasoni por una discusi¨®n tras un partido de pelota.
Lo sorprendente de este tr¨¢gico periplo personal de Caravaggio es la creciente ansiedad psicol¨®gica y art¨ªstica que demuestra el porqu¨¦, incomprensiblemente, va desechando las diversas oportunidades de salvaci¨®n que se le presentan, como si se supiera arrastrado por un hado que le lleva fatalmente a la muerte f¨ªsica y a una "destrucci¨®n" de la pintura, a la que quer¨ªa despojar de todo lo que hab¨ªa sido hasta forzar el advenimiento de su modernizaci¨®n.
Y exactamente eso es lo que ocurre en sus ¨²ltimos cuatro a?os de pr¨®fugo, en los que, mientras huye de un sitio a otro, parece que ahonda en el v¨¦rtigo de esa destrucci¨®n art¨ªstica que, como siglos despu¨¦s afirm¨® Picasso, est¨¢ en los fundamentos de la creaci¨®n. En este sentido, los dos grandes cuadros que pinta Caravaggio en N¨¢poles -Las obras de la misericordia y La flagelaci¨®n de Cristo-, ambas presentes en la exposici¨®n de Londres, son obras din¨¢micas, teatrales y vibrantes que alumbraron la Nueva Escuela Napolitana del XVII, tan determinante, a su vez, para la creaci¨®n de la escuela espa?ola de esta misma ¨¦poca; pero los posteriores y no menos conflictivos pasos de Caravaggio por Malta y Sicilia le llevan a una indagaci¨®n sobre el tenebrismo, que se transforma en una suerte de carcoma pict¨®rico, y a una extra?a ingravidez figurativa, que nubla la profundidad del campo visual y estremece el coraz¨®n m¨¢s imp¨¢vido. Tales son los casos de la Resurrecci¨®n de L¨¢zaro y de La adoraci¨®n de los pastores (tambi¨¦n en la exposici¨®n londinense).
Muy poco sabemos de los primeros a?os de Caravaggio antes e inmediatamente despu¨¦s de su instalaci¨®n en Roma, hacia 1592, salvo su err¨¢tica vida bohemia y su dif¨ªcil supervivencia realizando cuadros de g¨¦nero, bodegones y composiciones vagamente mitol¨®gicas, de fuerte acento naturalista y una decidida voluntad experimental. Entre 1599 y 1606 alcanz¨® ya la suficiente notoriedad como para recibir encargos importantes, que realiza con desenfado y con notoria voluntad rompedora, que provoca y exaspera a su sorprendida clientela, que le hace rehacer algunos de sus cuadros. Es durante estos ¨²ltimos a?os de constante huida cuando Caravaggio se lanza estrepitosamente por esa revolucionaria v¨ªa de alumbradora disoluci¨®n art¨ªstica, como pose¨ªdo por una fiebre que no admite freno, la misma que enloquecidamente le lleva a perseguir, corriendo por el litoral, al barco perdido en Porto Ercole, donde van sus pertenencias, hasta el desfallecimiento final.
Tras su muerte, la obra de Caravaggio fue sepultada hasta llegar a nuestra ¨¦poca, donde s¨®lo pudo recobrar su cr¨¦dito tras depurarse al m¨¢ximo el cat¨¢logo de sus verdaderos cuadros, separ¨¢ndolos de los del confuso tropel de sus iniciales seguidores contempor¨¢neos, que absurdamente le fueron atribuidos a Caravaggio. S¨®lo tras esta dif¨ªcil labor de investigaci¨®n, y que todav¨ªa contin¨²a, hemos podido enfrentarnos con la aut¨¦ntica verdad de su escalofriante genio.
En la actualidad, nadie duda en considerar a Caravaggio como uno de los pintores m¨¢s importantes de toda la historia del arte, pero sobre todo como el iniciador de la revolucionaria senda de nuestra ¨¦poca. Por otra parte, los muchos incidentes que acompa?aron a su inestable e irregular existencia, responsables de su legendaria mitificaci¨®n negativa, si bien han complicado por una parte el reconocimiento ponderado de su personalidad, tambi¨¦n anuncian su talante moderno, ese que ha hecho de ¨¦l el heraldo de una b¨²squeda constantemente insatisfecha y un indeclinable esp¨ªritu libertario. Sobre Caravaggio se ha escrito y se sigue escribiendo de todo, desde las m¨¢s peregrinas insinuaciones sobre su identidad psicol¨®gica y sexual hasta especulaciones sobre el misterio que pudo haber en sus posibles inclinaciones ideol¨®gicas. Este personaje decididamente novelesco, sea cual sea la verdad de su escurridizo perfil humano y biogr¨¢fico, llega hasta nosotros con la deslumbrante faz de su obra pintada, que nos conmueve y trastoca hasta la m¨¦dula. ?Y qu¨¦ mejor legado testimonial nos puede dejar un pintor que su pintura, cuya fuerza nos obliga, una y otra vez, a mirar su obra, que parece haber sido realizada precisamente para nosotros, sus contempor¨¢neos de cuatro siglos despu¨¦s?
'Caravaggio: los ¨²ltimos a?os' podr¨¢ verse en la National Gallery de Londres desde el pr¨®ximo d¨ªa 23 hasta el 22 de mayo. Para entradas y m¨¢s informaci¨®n, www.nationalgallery.org.uk/exhibitions/caravaggio.
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