Cuatro horas en Tit¨¢n
Una enigm¨¢tica luna de Saturno a 1.200 millones de kil¨®metros de nosotros. Un mundo g¨¦lido y raro con r¨ªos de metano. All¨ª ha llegado la sonda 'Huygens', de la Agencia Europea del Espacio, en uno de los viajes m¨¢s complejos de la historia. Durante cuatro horas hizo y envi¨® fotos espectaculares.
Cuando llegaron a la Tierra las primeras im¨¢genes de la superficie de Marte, enviadas por la nave Mariner 4 el 15 de julio de 1965, la expectaci¨®n era enorme. A las puertas del Jet Propulsion Laboratory, en Pasadena (EE UU), los periodistas esperaban ansiosos: se aclarar¨ªa por fin si Marte era el aut¨¦ntico gemelo de la Tierra, un planeta vivo; dentro, mientras tanto, cient¨ªficos e ingenieros trataban de descifrar los datos. El pasado 14 de enero, casi 40 a?os m¨¢s tarde, se ha vuelto a vivir una escena similar. No en EE UU, sino en Europa, en el centro de operaciones de la Agencia Europea del Espacio (ESA) en Darmstadt, Alemania, y no por Marte, sino por Tit¨¢n, la mayor luna del planeta Saturno. La sonda Huygens, de la ESA, atraves¨® el 14 de enero la densa atm¨®sfera de Tit¨¢n y se pos¨® en su superficie mientras enviaba a casa los primeros datos tomados in situ de uno de los mundos m¨¢s misteriosos del sistema solar. Lo que hay en ellos produce un cosquilleo en la imaginaci¨®n: lagos de metano, piedras congeladas y volcanes que escupen hielo.
Huygens se ha portado incluso mejor de lo esperado, tanto para los ingenieros como para los cient¨ªficos. Los primeros han visto completarse con ¨¦xito una de las misiones m¨¢s complejas de la historia de la exploraci¨®n espacial. Huygens ha aterrizado en un mundo a m¨¢s de 1.200 millones de kil¨®metros de distancia, con unas condiciones ambientales extremas y sobre una superficie de la que no se sab¨ªa siquiera la consistencia. Los cient¨ªficos est¨¢n exultantes. "Ninguno de nosotros, ni en sus mejores sue?os, hubiera contado con tener lo que tenemos", dice Jos¨¦ Juan L¨®pez Moreno, del Instituto de Astrof¨ªsica de Andaluc¨ªa, del CSIC, que ha participado en el desarrollo de uno de los instrumentos cient¨ªficos de Huygens.
Y eso a pesar de que esta vez no se trataba de averiguar si en Tit¨¢n hay o no vida. Nadie espera, en principio, que la haya. Pero el anaranjado Tit¨¢n no es por eso menos intrigante. Descubierto en 1655 por el astr¨®nomo holand¨¦s Christiaan Huygens -tambi¨¦n descubridor de los anillos de Saturno, que ¨¦l vio como un solo anillo plano-, Tit¨¢n empez¨® a llamar especialmente la atenci¨®n de los astr¨®nomos un poco m¨¢s tarde, cuando advirtieron que ten¨ªa atm¨®sfera y que adem¨¢s hab¨ªa en ella muchos compuestos org¨¢nicos en constante reacci¨®n. Muy pocas lunas tienen atm¨®sfera, y desde luego ninguna -ning¨²n otro cuerpo del sistema solar- con una actividad bioqu¨ªmica semejante.
El primero en intuir la presencia de una atm¨®sfera fue el astr¨®nomo espa?ol Comas Sola en 1907; en 1944, Gerard Kuiper confirm¨® las sospechas detectando los primeros compuestos org¨¢nicos, metano y amoniaco, y en los setenta se hallaron a¨²n m¨¢s, como acetileno y etileno. Algo deb¨ªa de estar pasando en esa luna. En 1980, la nave Voyager 1 la mostr¨® como una bola naranja, con una atm¨®sfera densa y opaca compuesta sobre todo por nitr¨®geno, como la de la Tierra. ?Qu¨¦ estar¨ªa pasando all¨ª? ?Tal vez unas reacciones qu¨ªmicas parecidas a las que ten¨ªan lugar en la Tierra antes de que apareci¨¦ramos los organismos vivos y la contamin¨¢ramos con ox¨ªgeno? La posibilidad de que Tit¨¢n diera pistas sobre c¨®mo emergi¨® la vida en la Tierra le hizo ganar muchos puntos en el ranking de objetos interesantes. Adem¨¢s estaba el hecho de que esa atm¨®sfera tan activa ocultaba por completo la superficie. ?C¨®mo ser¨ªa?
Se han esforzado por averiguarlo, estos ¨²ltimos a?os, los telescopios basados en Tierra, cada vez m¨¢s potentes, ayudados por telescopios espaciales como el Hubble o el infrarrojo ISO, de la ESA. Gracias a sus datos se intuy¨®, entre otras cosas, que la superficie de Tit¨¢n podr¨ªa no ser del todo uniforme. Tal vez hubiera oce¨¢nos, por ejemplo. Pero en ese caso no podr¨ªan ser de agua, porque otra de las caracter¨ªsticas de Tit¨¢n es su g¨¦lida temperatura. Tit¨¢n es una nevera, un mundo inimaginablemente fr¨ªo. Alejado como est¨¢ del Sol, la temperatura media en su superficie deb¨ªa ser de unos 180 grados bajo cero: imposible concebir agua l¨ªquida a esa temperatura, y, por tanto, tampoco -en principio, de nuevo- vida. ?Y de qu¨¦ pod¨ªan ser entonces los posibles oc¨¦anos de Tit¨¢n? De haberlos, postularon los cient¨ªficos, deb¨ªan de ser de metano.
La idea de mandar una nave a explorar un mundo tan extra?o -que, a pesar de ser una luna, es mayor que el planeta Mercurio, pero menor que la Tierra- surgi¨® a principios de los ochenta. Pero estas cosas van despacio. La misi¨®n se aprob¨® en 1989: Europa (la ESA) qued¨® a cargo de la sonda Huygens a Tit¨¢n, que ir¨ªa enganchada a otra nave nodriza mucho mayor para estudiar todo el sistema saturniano, Cassini, de la que se ocupar¨ªa la NASA. Cassini y Huygens se lanzaron en 1997: una mole de casi siete metros de alto y cuatro de ancho, de seis toneladas de peso. La nave interplanetaria m¨¢s grande y compleja jam¨¢s construida. Y tambi¨¦n una de las m¨¢s caras: unos 2.700 millones de euros. Hoy, los cient¨ªficos e ingenieros que trabajan en misiones espaciales creadas con la filosof¨ªa del "m¨¢s r¨¢pido, m¨¢s barato" se admiran de las dimensiones, el presupuesto y los plazos de Cassini-Huygens.
La misi¨®n Cassini-Huygens no ha escamoteado ambici¨®n, pero tampoco previsi¨®n. Todo lo que ocurri¨® durante el aterrizaje en Tit¨¢n el 14 de enero estaba preparado al mil¨ªmetro -y al segundo- desde mucho antes del lanzamiento de la nave. Y tambi¨¦n, por supuesto, los siete a?os de viaje de Cassini-Huygens por el sistema solar. Tras hacer el viaje completamente hibernada -excepto algunos ensayos-, Huygens entr¨® en escena la pasada Navidad, meses despu¨¦s de que su portadora Cassini hubiera entrado en ¨®rbita de Saturno. Unas palancas activadas con dispositivos pirot¨¦cnicos la soltaron de Cassini, de forma que recorriera los cuatro millones de kil¨®metros que a¨²n la separaban de Tit¨¢n: 20 d¨ªas de viaje en solitario, y en ca¨ªda libre, para una sonda a¨²n dormida. Se trataba de una maniobra clave. Sali¨® bien. Primer suspiro de alivio.
El despertador de a bordo se activ¨®, como estaba previsto, apenas unas horas antes de la entrada en la atm¨®sfera de Tit¨¢n, cerca de las siete de la ma?ana del 14 de enero. Pasadas las once, la sonda se zambull¨ªa en la atm¨®sfera, a unos 1.200 kil¨®metros sobre la superficie, y comenzaba la aventura. El resultado de 15 a?os de trabajo de centenares de personas deb¨ªa verse en apenas unas horas, lo que durara el descenso. Estudiar la atm¨®sfera, entender su activa qu¨ªmica org¨¢nica, era el objetivo clave de la misi¨®n. Dados los escasos datos disponibles sobre la superficie de Tit¨¢n, no se pod¨ªa contar con que Huygens sobreviviera.
Era inevitable el suspense. Mientras la sonda se activaba y empezaba su tarea, en Tierra miles de cient¨ªficos, ingenieros, periodistas y p¨²blico en general especulaban sobre lo que estaba a punto de pasar sobre el suelo de Tit¨¢n: "?Caer¨¢ en l¨ªquido, en algo como queso o yogur, o tal vez en un suelo muy duro?", se preguntaba Agust¨ªn Chicarro en la estaci¨®n de la ESA en Madrid. En cualquier caso, sus bater¨ªas s¨®lo estaban hechas para durar unos diez minutos sobre la superficie de Tit¨¢n.
En las semanas posteriores al aterrizaje, los cient¨ªficos han elaborado una especie de pel¨ªcula con las im¨¢genes recogidas durante el descenso. Agust¨ªn S¨¢nchez Lavega, del Grupo de Ciencias Planetarias de la Universidad del Pa¨ªs Vasco y miembro del Comit¨¦ Asesor del Sistema Solar de la ESA, ha visto esa pel¨ªcula: "Te sientes testigo de algo importante, hist¨®rico. Al principio no se ve nada, porque la nave baja un rato en la oscuridad, y m¨¢s o menos a una altura de 30 kil¨®metros sobre la superficie la imagen se aclara y empiezas a ver el paisaje. Espectacular".
Mientras la sonda bajaba, en Tierra se manten¨ªa el suspense. No hab¨ªa forma de recibir los datos en directo. Primero porque Huygens no enviaba nada a Tierra directamente, sino a su nave nodriza, Cassini, que permanec¨ªa sobre Tit¨¢n, y Cassini deb¨ªa esperar a que Huygens le enviara todos los datos, incluyendo los de la superficie, para luego reorientar su antena hacia la Tierra y transmitir a casa. Una vez empezado el env¨ªo a¨²n hab¨ªa que esperar 67 minutos para recibir algo, lo que tardan las ondas en viajar de Saturno a la Tierra.
Jos¨¦ Juan L¨®pez Moreno estuvo ese d¨ªa en el Centro de Operaciones Espaciales de la ESA en Darmstadt, donde deb¨ªan recibirse los datos: "Lo pasamos un poco mal. Los datos deb¨ªan llegar a una hora concreta, pero se retrasaron una media hora. No sab¨ªamos muy bien lo que estaba pasando. Al final, el retraso se debi¨® a una muy buena noticia: Huygens hab¨ªa enviado a Cassini m¨¢s informaci¨®n de la prevista, y Cassini, por tanto, hab¨ªa tardado m¨¢s en girarse hacia Tierra y empezar a transmitir".
Era el final del suspense, o al menos de parte de ¨¦l: Huygens no s¨®lo hab¨ªa llegado a la superficie con ¨¦xito, sino que sus bater¨ªas hab¨ªan sobrevivido mucho m¨¢s tiempo de los 10 minutos previstos. En Darmstadt, hasta los periodistas que esperaban en la sala de prensa aplaudieron. La humanidad hab¨ªa puesto un pie, si bien mec¨¢nico, en un mundo m¨¢s.
Los ¨²ltimos datos indican que la sonda permaneci¨® unas seis horas viva sobre la superficie. No hay, sin embargo, datos correspondientes a seis horas, sino a cerca de cuatro, de las que m¨¢s de hora y media son de la superficie.
?Qu¨¦ se ha encontrado? A falta del an¨¢lisis en profundidad de los datos, que llevar¨¢ meses, los cient¨ªficos ya van descubriendo un mundo fascinante. Para empezar, se sabe que la sonda ha aterrizado en un terreno mullido, algo as¨ª como una corteza con arena blanda debajo. La sonda, al aterrizar, calent¨® un poco el suelo, y los instrumentos detectaron emisi¨®n de gas metano. En cuanto al paisaje, las im¨¢genes muestran un mundo con una meteorolog¨ªa y unos accidentes geogr¨¢ficos similares a los terrestres; esto es, r¨ªos, canales y lagos que van formando islas "asombrosamente parecidas a las que vemos en Tierra", ha declarado Martin Tomasko, investigador principal de uno de los instrumentos de Huygens. "Ahora tenemos la clave para entender lo que da forma al paisaje de Tit¨¢n. Tenemos evidencias geol¨®gicas de que llueve y hay procesos de erosi¨®n y abrasi¨®n mec¨¢nica". Los r¨ªos y lagos aparecen secos, pero "puede haber llovido hace no demasiado".
Pero dicho est¨¢: no llover¨¢ agua, sino metano. "Lo mismo que en la Tierra hay un ciclo del agua, en Tit¨¢n hay un ciclo metanol¨®gico. El metano sube a la atm¨®sfera y forma nubes, llueve? Y debido a las bajas temperaturas no desaparece".
Puede que lo m¨¢s sorprendente sean los volcanes de Tit¨¢n. Seg¨²n el an¨¢lisis preliminar, "Tit¨¢n ha experimentado una actividad volc¨¢nica que no genera lava, como en la Tierra, sino hielo de agua y amoniaco", informa la ESA. "As¨ª que si bien en Tit¨¢n ocurren muchos de los procesos geof¨ªsicos de la Tierra, la qu¨ªmica implicada es bastante distinta: en vez de agua l¨ªquida, Tit¨¢n tiene metano l¨ªquido; en vez de rocas de silicatos, en Tit¨¢n hay piedras de hielo de agua, y en vez de lava, los volcanes de Tit¨¢n escupen hielo".
La titanman¨ªa se ha hecho sentir. Tal como ocurri¨® con las primeras misiones a Marte en la era de Internet, las p¨¢ginas web de la misi¨®n han registrado un tr¨¢fico r¨¦cord: "La reacci¨®n del p¨²blico tras la publicaci¨®n de las primeras im¨¢genes sobrepas¨® todas nuestras expectativas. Tuvimos casi un mill¨®n de visitantes en un d¨ªa", cuenta satisfecho, por correo electr¨®nico, Fulvio Drigani, responsable de la web de la ESA. "Ha sido emocionante compartir estas im¨¢genes con todo el mundo".
Descubrir qu¨¦ pasa en la atm¨®sfera de Tit¨¢n llevar¨¢ tiempo. Pero lo que est¨¢ claro -dice S¨¢nchez Lavega, acu?ando un nuevo t¨¦rmino- es que "en el sistema solar hay una enorme planetodiversidad".
M¨¢s informaci¨®n e im¨¢genes, en la 'web' de la Agencia Europea del Espacio: www.esa.int.
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