El barquillero del Retiro

Cuando ¨¦ramos peque?as, por las tardes ¨ªbamos al Retiro a jugar. Una de las cosas que m¨¢s nos gustaba, era jugar a la ruleta del barquillero, tir¨¢bamos y nos tocaban cinco, volv¨ªamos a jugar y nos tocaban diez, volv¨ªamos a jugar y sal¨ªan ocho y ya no nos daban m¨¢s dinero y ven¨ªa la hora de cobrar los barquillos.

Y qu¨¦ desilusi¨®n siempre, porque el barquillero dec¨ªa que lo que ¨¦l contaba no eran los barquillos sino las vueltas que formaban cada barquillo; total, que en vez de veinte barquillos nos daba siete. Y no escarment¨¢bamos, quiz¨¢ porque s¨®lo nos daban dinero de vez en cuando y se nos olvidaba de una vez a otra.

Ahora sucede lo mismo, pero con una cosa mucho m¨¢s importante que los barquillos, me refiero a las condenas. El juez, que debe hacer cumplir la ley, condena a un individuo a miles de a?os (en el caso, por ejemplo, de varios asesinatos) y piensas que este hombre est¨¢ toda su vida en la c¨¢rcel y ni siquiera tiene tiempo para cumplir toda la condena.

Pues no, a los pocos a?os est¨¢ en la calle. ?Qui¨¦n debe hacer cumplir la condena? Porque no lo est¨¢ haciendo bien. ?C¨®mo el pueblo lo consiente?

No s¨¦, quiz¨¢s como lo consent¨ªa yo con los barquillos. Pero ahora la cosa es mucho m¨¢s seria. Se trata de dejar en libertad a una persona que es un peligro para la sociedad . ?Qu¨¦ podemos hacer para que se cumplan las condenas.