Influencias marxistas
UN FANTASMA RECORRE ESPA?A: el marxismo (de Groucho Marx). No contentos con ganar todos a la vez el refer¨¦ndum, los l¨ªderes pol¨ªticos deciden pelearse por ver qui¨¦n ha ganado m¨¢s, y PSOE y PP discuten despu¨¦s de defender lo mismo: "Se lo advierto, amigo: no vuelva a defender la misma pol¨ªtica que yo o tendr¨¢ que v¨¦rselas conmigo". Esta fiebre cruza Espa?a de punta a punta. En Catalu?a, tras lo sucedido con el t¨²nel del Carmel, vecinos de otros barrios de Barcelona se movilizaron: "No queremos AVE". La situaci¨®n no puede ser m¨¢s marxista: "Oiga, pollo, ?le interesa un tren de gran velocidad? ?Quiere que le haga yo mismo el t¨²nel? Conteste primero a la segunda pregunta". (Con todo, esto no es necesariamente malo. Las ¨²ltimas campa?as electorales espa?olas hab¨ªan alcanzado l¨ªmites peligrosos, con la promesa de una estaci¨®n del AVE cada cien metros, hasta tal punto que Francisco ?lvarez Cascos, adelantado del marxismo con su invento del AVE tortuga, inauguraba palotes en los que pon¨ªa: AVE, y ten¨ªa que venir la Junta Electoral Central a recordar que si no hay tren, no hay tren).
Maragall visit¨® el Carmel y dijo: "Esto es como el 'Prestige". Interpretarle no siempre es f¨¢cil, menos a¨²n cuando se le entiende
Maragall visit¨® el Carmel y dijo: "Esto es como el Prestige". Interpretar a Maragall no siempre es f¨¢cil, menos a¨²n cuando se le entiende, pero la oposici¨®n acept¨® la comparaci¨®n, agarr¨¢ndola por la parte de la incompetencia pol¨ªtica. Piqu¨¦ pidi¨® cinco dimisiones. M¨¢s o menos. Probablemente con cuatro se conformar¨ªa. La actitud de Piqu¨¦ podr¨ªa parecer contradictoria, porque en la crisis del Prestige el PP no ped¨ªa dimisiones. Por fortuna, Fraga es tambi¨¦n un gran marxista, y consigui¨® dar coherencia al embrollo: "La Xunta no siempre se sinti¨® apoyada por el Gobierno central durante la crisis del Prestige". La mar salada. Fraga le colg¨® un medall¨®n a Cascos para agradecer aquel escaso apoyo, pero en esto tampoco hay nada il¨®gico. De haberse sentido muy apoyado, Fraga le hubiera puesto dos medallas a Cascos.
Aznar no pill¨® el gag, y ha escrito una carta titulada: "No me lo puedo creer". Dirigida a Fraga, le exige que rectifique sus palabras, y que proclame ante la historia que Aznar es el mejor. Alguno puede pensar que Aznar tiene el sentido del humor de un mejill¨®n cebra. Falso. Aznar es marxista hasta la m¨¦dula. En su carta, Aznar recuerda a Fraga que la hemeroteca es muy cruel con quienes "mudan" de opini¨®n. Se lo dice a Fraga, nada menos, que fue ministro de Franco, y ahora le pasa por la izquierda.
Como sucedi¨® en Galicia, en Catalu?a ha habido intentos de control de la informaci¨®n, negativas a la investigaci¨®n, pol¨ªticos bajo la mesa y otros alardes marxistas, pero ha faltado lo principal: un ministro de Defensa que sobrevolara la zona en helic¨®ptero para despu¨¦s proclamar: "He visto un barrio esplendoroso". Trillo era mucho Trillo. El marxismo espa?ol contempor¨¢neo le debe casi todo a Trillo.
En pol¨ªtica no es tan importante hacerlo bien como que otro lo haya hecho antes peor, aunque esto vaya usted a explic¨¢rselo a alguien que estaba merendando en su sal¨®n cuando lleg¨® una excavadora y le tir¨® la casa abajo. "Valor, amigo. Tiene usted suerte de que gobernemos nosotros. Los otros son mucho peores. Ya ve: excav¨¢bamos buscando el futuro y hemos llegado adonde siempre".
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