La dimisi¨®n del Papa
Debe presentar su dimisi¨®n por su estado de salud el Papa Juan Pablo II? La primera reflexi¨®n que me viene a la mente es que el tema no se hubiera planteado seguramente antes del actual pontificado. Todos los Papas de los ¨²ltimos siglos han muerto ejerciendo su funci¨®n, al igual que suced¨ªa con casi todos los obispos de la Iglesia cat¨®lica, al margen de cu¨¢les fuesen sus condiciones f¨ªsicas o mentales. Pero la situaci¨®n cambi¨® a partir del Concilio Vaticano II, primero con un decreto conciliar de Pablo VI en 1961 y despu¨¦s con la reforma del C¨®digo de Derecho Can¨®nico de 1983, hoy vigente y aprobado por el propio Juan Pablo II, que en su canon 401 insta terminantemente a que los obispos diocesanos presenten su renuncia al Papa al cumplir los setenta y cinco a?os o en caso de enfermedad grave. El Papa qued¨® exento de esta normativa y su posible dimisi¨®n ha quedado fijada en el canon 332, donde se deja en manos de su exclusiva y personal decisi¨®n. Esto es la consecuencia de que el Vaticano II, a pesar de muchas demandas de obispos y te¨®logos, no se atrevi¨® a tocar la figura autocr¨¢tica del jefe de la Iglesia: un icono viviente de los emperadores romanos de los que hered¨® t¨ªtulos como Pontifex Maximus y hasta s¨ªmbolos de poder como la sotana blanca o la capa roja. Con todo, desde el punto de vista hist¨®rico y teol¨®gico, el Papa es, antes que nada, obispo de Roma. Pero ya en el siglo V comenz¨® a atribuirse una autoridad sobre los dem¨¢s obispos: una cura et sollicitudo universalis ecclesiae ("cuidado y atenci¨®n sobre la Iglesia Universal") en expresi¨®n de Le¨®n Magno (440-461), el primer obispo de Roma que merece ser denominado Papa y que actu¨® como tal. Desde entonces, con diversos altibajos hist¨®ricos, su autoridad y el culto a su persona se fue reafirmando progresivamente hasta terminar siendo investido con un poder absoluto sobre toda la Iglesia tal como lo define el actual C¨®digo de Derecho Can¨®nico.
Me parece inhumano ver c¨®mo se le trae y se le lleva en una fase casi terminal de Parkinson
Desde un punto de vista puramente l¨®gico y racional, si los obispos, que tambi¨¦n fueron definidos por el Vaticano II como "vicarios de Cristo" en su iglesia, deben presentar su dimisi¨®n en determinadas circunstancias, con mayor motivo deber¨ªa aplicarse al Papa, pues sus responsabilidades y obligaciones son muy superiores. Pero la exenci¨®n papal se explica por razones sociol¨®gicas e hist¨®ricas. Su figura est¨¢ rodeada de una tal aureola de sacralidad y provoca tantos sentimientos y emociones en millones de creyentes cat¨®licos que resulta dif¨ªcil imaginarse hoy la figura de un Papa "em¨¦rito". Adem¨¢s, la historia y la tradici¨®n han ejercido siempre un peso enorme en la vida de la Iglesia. Es cierto que, a lo largo de los casi dos mil a?os de su convulsionada historia, ha habido casos de Papas depuestos y despu¨¦s repuestos, obligados a dimitir o que lo han hecho por propia decisi¨®n. Pero en los casi seiscientos a?os transcurridos desde el final del llamado "Cisma de Occidente", que conoci¨® la coexistencia de dos y hasta tres Papas, esto no ha sucedido. Aunque la coexistencia de dos Pont¨ªfices leg¨ªtimos vivos sea algo impensable y sin precedentes cercanos, en la Curia Romana parece que comienza a abrirse paso otra alternativa: la formaci¨®n, por delegaci¨®n del Papa, de una especie de gobierno provisional de la Iglesia formado por su secretario personal y hombre de toda confianza, el polaco Dziwisz, y un restringido grupo de cardenales (Ratzinger, Sodano, Ruini, Mart¨ªnez Somalo...). ?O acaso es que este gobierno no funciona ya como muchos vaticanistas sugieren? Ello recuerda muy de cerca las "camarillas" tan frecuentes en las cortes reales del antiguo r¨¦gimen.
Si existe alguna diplomacia en el mundo que mejor sepa utilizar el lenguaje cr¨ªptico es la del Vaticano. Ello explica, a mi modo de ver, la insistencia en asegurar que, a pesar de las condiciones f¨ªsicas del Papa, la Iglesia est¨¢ perfectamente gobernada, lo que no es ¨®bice para declaraciones recientes como las de Ratzinger de que "si el Papa ya no pudiese gobernar, seguramente dimitir¨ªa". O la sorprendente cita de San Juan Cris¨®stomo por el cardenal Sodano: "En la Iglesia, a diferencia de la sociedad pol¨ªtica, la vejez es muy ¨²til. La sabidur¨ªa del anciano es un don para la Iglesia".
Muchas y bellas cosas se han escrito en la antig¨¹edad sobre la vejez. Pero se me ocurren dos reflexiones. La primera es que la vejez en que pensaban Cicer¨®n en su famoso tratado sobre el tema, San Juan Cris¨®stomo y tantos otros es aquella que comenzaba a los cincuenta a?os, no la que pueden proporcionar hoy los avances de la medicina. La segunda es que, si ello es as¨ª, ?por qu¨¦ se obliga a presentar su dimisi¨®n a los setenta y cinco a?os a los obispos e incluso a los cardenales de la Curia Romana? Son muchos, cat¨®licos o no, los que sienten conmiseraci¨®n y pena ante el espect¨¢culo de este anciano extenuado, sufriendo un calvario que la opini¨®n p¨²blica mundial sigue con atenci¨®n, respeto y hasta con afecto. A m¨ª me parece inhumano ver c¨®mo se le trae, se le lleva y se le exhibe en medio de una fase casi terminal de Parkinson y sin apenas poder respirar, hablar o firmar con su propia mano. ?sta es la situaci¨®n a la que se ve abocada la Iglesia por no haber modernizado las estructuras vaticanas manteniendo la figura autocr¨¢tica del papado, por muy carism¨¢tico que sea el Papa Wojtyla.
Son muchos dentro de la Iglesia los que se lamentan de la grave situaci¨®n en que ¨¦sta se encuentra y reclaman, como el te¨®logo Hans K¨¹ng, que "el Papa debe dimitir por las exigencias y necesidades de la Iglesia". Coincido con ellos mucho m¨¢s que con aquellos que consideran esto un ataque a la instituci¨®n o que, como el periodista papal, Vittorio Messori, defienden que "el bien de la Iglesia pasa hoy por el calvario de un Vicario que lleva cada d¨ªa la cruz que Jes¨²s transport¨® hasta la cima del G¨®lgota".
Ram¨®n Teja es catedr¨¢tico de Historia Antigua de la Universidad de Cantabria y presidente de la Sociedad Espa?ola de Ciencias de las Religiones (SECR).
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