Y Cervantes se va a Am¨¦rica
El 17 de febrero del a?o 1582, Miguel de Cervantes, de regreso a Madrid, dirige una carta a Antonio de Eraso, del Consejo de Indias, que se encontraba en Lisboa, agradeci¨¦ndole el inter¨¦s que ha tomado por su frustrada pretensi¨®n de encontrar alg¨²n oficio en Am¨¦rica, lo que se le neg¨® por no haber ninguno vacante. Miguel de Cervantes deseaba ir a Am¨¦rica, pero fracas¨® en los varios intentos. A?os despu¨¦s, el 21 de mayo de 1590, solicit¨® por medio de su hermana Magdalena la contadur¨ªa del Nuevo Reino de Granada, la gobernaci¨®n de la provincia de Soconusco en Guatemala, ser contador de las galeras en Cartagena de Indias o ser corregidor de la ciudad de La Paz. El Consejo de Indias sentenci¨® en apenas 15 d¨ªas: "Busque por ac¨¢ en qu¨¦ se le haga merced".
Ten¨ªa por entonces 42 a?os y una vida abocada al fracaso. Con poco m¨¢s de 20 hab¨ªa huido a Italia por herir en duelo a un intendente de construcciones reales, a los 24 hab¨ªa perdido de un arcabuzazo la mano izquierda en la batalla de Lepanto, de los 28 a los 33 hab¨ªa estado prisionero en Argel, a los 37 hab¨ªa tenido una hija con la mujer de un tabernero y se hab¨ªa casado con una joven toledana, a los 39 hab¨ªa abandonado el hogar conyugal y a los 40 hab¨ªa sido excomulgado por embargar el trigo de varios can¨®nigos. Tambi¨¦n hab¨ªa estrenado tres obras de teatro y publicado una novela pastoril, La Galatea, que hab¨ªan pasado casi desapercibidas.
Las relaciones de Cervantes con Am¨¦rica constituyen un buen motivo de reflexi¨®n acerca de la proyecci¨®n internacional de nuestra lengua com¨²n y cultura, porque el cuarto centenario de la primera parte del Quijote no s¨®lo debe ayudarnos a explicar lo que fuimos, sino lo que somos y lo que queremos ser. Cervantes sufri¨® la vida y logr¨® expresar lo que de mejor hay en el ser humano, incluso hasta la misma utop¨ªa. La prohibici¨®n de alcanzar las Indias fue una de las muchas decepciones que padeci¨®, y lo llev¨® a olvidarse del Nuevo Mundo. En su obra s¨®lo lo mencionar¨¢ en dos o tres ocasiones y siempre con cierto dejo de amargura, como en la novela ejemplar de La espa?ola inglesa, donde afirmaba que las Indias eran "com¨²n refugio de los pobres generosos". En El celoso extreme?o, incluso, asegura a¨²n m¨¢s despechado que Am¨¦rica ven¨ªa a ser amparo de los desesperados, "iglesia de los alzados, salvoconducto de los homicidas, a?agaza general de mujeres libres" y, en resumen, "enga?o com¨²n de muchos y remedio particular de pocos".
Tal vez por ello se produjo un olvido de Am¨¦rica, justo lo que no puede volver a ocurrir. Hace unos a?os, el International Herald Tribune aseguraba que Espa?a e Hispanoam¨¦rica hab¨ªan sabido crear un espacio cultural com¨²n, y citaba el caso de la pel¨ªcula Todo sobre mi madre, en la que un cineasta espa?ol, Pedro Almod¨®var, hab¨ªa elegido a una actriz argentina, Cecilia Roth, para el papel protagonista. Le parec¨ªa un hecho excepcional.
Desde entonces, los ejemplos se han multiplicado, y no s¨®lo en el cine. La historia viene de lejos. Ya en 1930, el gran ensayista dominicano Max Henr¨ªquez Ure?a hab¨ªa observado en El retorno de los galeones que cada d¨ªa se hac¨ªa m¨¢s intenso el intercambio de influencias entre unos y otros pa¨ªses de Am¨¦rica y entre ¨¦stos y Espa?a, y conclu¨ªa: "La producci¨®n literaria de habla castellana adquiere cierto car¨¢cter de unidad, no obstante las diferencias de ideolog¨ªa y de costumbres que en cada pueblo y aun en cada regi¨®n pueden observarse". A?os despu¨¦s, Alejo Carpentier dir¨¢ que Cervantes era el novelista mayor de Cuba, y hace apenas unas semanas el escritor chileno Antonio Sk¨¢rmeta afirmaba que las actividades de los museos espa?oles, de los festivales de cine, de las ferias del libro, de las bienales de arquitectura y "el trabajo mundial de los Institutos Cervantes, donde los artistas latinoamericanos reciben un trato fraternal y persistente junto a sus colegas espa?oles, son se?ales de una relaci¨®n vital" entre Iberoam¨¦rica y Espa?a.
Pintores, escritores, cineastas, arquitectos, m¨²sicos y dramaturgos son vistos hoy, tanto desde dentro como desde fuera de nuestras fronteras y con independencia de sus pa¨ªses de origen, como miembros de una misma y potente cultura. Algunos han revolucionado los c¨¢nones del arte moderno, muchos han producido varias de las cumbres de la literatura mundial de los ¨²ltimos cien a?os, otros hacen uno de los cines m¨¢s creativos que se pueden ver en las pantallas y unos cuantos construyen en ciudades de medio mundo. Tambi¨¦n los investigadores, quiz¨¢ por primera vez en la historia, se han integrado de forma relevante en la comunidad cient¨ªfica internacional. Todos ellos forman lo que Carlos Fuentes ha llamado el "territorio de La Mancha", al que configura la lengua com¨²n.
Espa?a ha salido de la dictadura y del aislamiento internacional en apenas una generaci¨®n, se ha convertido en una democracia avanzada y ha construido una s¨®lida econom¨ªa que nos hace un 75% m¨¢s ricos que hace 30 a?os. "Quiz¨¢ ning¨²n otro pa¨ªs europeo ha logrado tanto, y en tantos frentes, tan r¨¢pidamente", dec¨ªa hace poco el semanario de The Economist.
A menudo se olvida en el recuento lo que ha ocurrido con el espa?ol. En el mismo periodo de tiempo ha pasado de ser una lengua hablada por 250 millones de personas a m¨¢s de 400 millones, de estar presente en los planes de ense?anza de algunos pa¨ªses -y siempre por detr¨¢s de otras tres o cuatro- a estarlo en los de casi todos y a que, por ejemplo, en Estados Unidos haya dejado de considerarse una subcultura y que la estudien dos de cada tres universitarios. Los miles de cifras y datos que est¨¢n disponibles en los libros de investigaci¨®n y las estad¨ªsticas llevan a una conclusi¨®n: el espa?ol se ha convertido, junto con el ingl¨¦s, en la apuesta que hacen los padres de los m¨¢s diversos pa¨ªses para asegurar el futuro de sus hijos.
Todo ello constituye una fuente de recursos inigualable. S¨®lo en Espa?a aporta el 15% del PIB, y est¨¢ por estudiar lo que supone para el resto de los pa¨ªses hispanohablantes. Nuestra presencia en el mundo se lleva a cabo desde hace a?os, sobre todo mediante el espa?ol, y por eso se puede afirmar que, a la vista de los resultados, la pol¨ªtica exterior de la lengua es la que m¨¢s ¨¦xito ha tenido de cuantas Espa?a ha desarrollado en las ¨²ltimas d¨¦cadas.
El mundo de la cultura es consciente de que la lengua es su mejor aliado. Por citar el ¨²ltimo caso, hace unos d¨ªas el cantante y compositor uruguayo Jorge Drexler, cuyo tema Al otro lado del r¨ªo acaba de ganar un Oscar en la categor¨ªa de mejor canci¨®n original, aseguraba: "No se puede desligar lo que me est¨¢ pasando a m¨ª de lo que ocurre con el castellano en todo el mundo. El centro principal de difusi¨®n de cultura del mundo est¨¢ siendo conquistado desde dentro por el idioma espa?ol". Ya Andrea hab¨ªa descrito a su hermano Miguel de Cervantes como "un hombre que escribe y trata negocios, y por su buena habilidad tiene amigos". Rondaba entonces los 57 a?os y acababa de publicar la primera parte del Quijote.
Pero el territorio de La Mancha se extiende de forma muy desigual. En ¨¦l nuestro pa¨ªs es s¨®lo una provincia. El 90% de los hablantes vive en Am¨¦rica, cuya cornisa occidental forma parte de la regi¨®n econ¨®mica -la de Asia y el Pac¨ªfico- que, seg¨²n todas las previsiones, crecer¨¢ m¨¢s en las pr¨®ximas d¨¦cadas, y Estados Unidos y Brasil constituyen los dos pa¨ªses del mundo en los que el espa?ol progresa con mayor rapidez. La provincia en la que nosotros vivimos es la ¨²nica que se sit¨²a en el continente europeo, donde el n¨²mero de hablantes de espa?ol como lengua materna es inferior a los de alem¨¢n, ingl¨¦s, franc¨¦s e italiano y equivalente a los de polaco. Por eso se puede decir sin exageraci¨®n que el futuro del espa?ol pasa por Am¨¦rica. No podemos gestionar solos los retos de la demanda del espa?ol en el mundo. Ser¨ªa de suma importancia desarrollar de manera conjunta una pol¨ªtica cultural com¨²n iberoamericana en lo general, y en especial en el caso de la lengua, porque lengua y cultura son comunes y hay que difundirlas entre todos.
De igual modo que el Instituto Cervantes ense?a la norma culta com¨²n de toda la comunidad hispano-hablante, con las variantes espec¨ªficas de las distintas ¨¢reas ling¨¹¨ªsticas, deber¨ªamos reflexionar si nuestra labor cultural en el extranjero no deber¨ªa contemplar la cultura en espa?ol como conjunto y contar tambi¨¦n con algunos intelectuales hispanoamericanos para el cuerpo directivo. Es decir, convendr¨ªa encontrar el modo de articular de modo efectivo y sin demagogia lo nacional espa?ol con lo supranacional iberoamericano. En Hispanoam¨¦rica, a?o tras a?o, reciben a millones de personas que desean mejorar su espa?ol y profundizar en nuestra cultura, saben que la lengua constituye una gran fuente de riqueza y que se necesita la colaboraci¨®n de todos para afrontar la ingente demanda. Necesitamos tambi¨¦n colaborar en una tarea tan urgente e imprescindible como formar profesores, que constituye la clave de la expansi¨®n del espa?ol en los pr¨®ximos a?os, y sumarnos a una ense?anza y certificaci¨®n com¨²n del espa?ol como lengua extranjera que a¨²ne esfuerzos y multiplique resultados.
Cervantes no lleg¨® a Am¨¦rica, pero el Quijote lo hizo muy pronto. Ya en febrero y abril de 1605 salieron cargamentos para las Indias, y los env¨ªos se sucedieron a lo largo del a?o. Tres ejemplares tuvieron como destino Cartagena de Indias, 262 M¨¦xico y otros 100 de nuevo Cartagena, todos ellos pertenecientes a la edici¨®n pr¨ªncipe. En el magistral estudio Los libros del conquistador, publicado hace m¨¢s de medio siglo, Irving Leonard explicaba que la exportaci¨®n de libros al Nuevo Mundo era tan provechosa que, "como en el caso del Quijote, muchas veces se sacaban de las prensas para llevarlos precipitadamente a Sevilla a fin de que no perdiesen la salida de las flotas anuales". La popularidad de los personajes cervantinos en las Indias fue r¨¢pida, y dos a?os despu¨¦s Don Quijote y Sancho desfilaban en Per¨² durante unos festejos.
Leonard demostr¨® tambi¨¦n que algunas de las visiones apasionadas que animaron a los hombres del Renacimiento espa?ol hab¨ªan tenido su fuente de inspiraci¨®n en las imaginarias utop¨ªas descritas en las obras de ficci¨®n que los acompa?aban. Miguel de Cervantes no lo consigui¨®, pero nosotros, en este cuarto centenario, deber¨ªamos intentarlo, pues all¨ª es donde se debate nuestro futuro.
C¨¦sar Antonio Molina es director del Instituto Cervantes.
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