Una gran ruina
La desigual corrida de Martelilla, una ruina. Sobrero incluido. Desde el torillo que hizo cuarto, hasta la mole del quinto (632 kilos), un descalabro. Tan dispar presencia se igual¨® en condici¨®n. Poca fuerza y ausencia total de raza. Corrida nula. Sin inter¨¦s, se mire por donde se mire. Y la tarde, claro, sumida en el aburrimiento de principio a fin.
De tan ruinosa corrida el colorado que abri¨® plaza, grand¨®n y metido en carnes, se salv¨® de la quema. Despleg¨® buen ritmo y alegr¨ªa en banderillas. Y tuvo son en la muleta. Algo forzado El Cid con ¨¦l y desplazando hacia afuera, el toro perdi¨® fuelle. Pero antes hab¨ªa hecho un gasto ¨²til. C¨®modo El Cid, demasiado, no logr¨® meter en ambiente una faena limpia pero sin alma.
Martelilla, Sierro/ Cid, Gallo, Capea
Cinco toros de Martelilla y uno, el segundo, de El Sierro. Desiguales, inv¨¢lidos y descastados. El Cid: saludos y silencio. Eduardo Gallo: silencio; aviso y silencio. El Capea: silencio en los dos. Plaza de Castell¨®n, 3 de marzo. 5? de feria. Media plaza.
Terminado el primer acto, los cinco restantes fueron una sucesi¨®n de desdichas. Un jarro de agua fr¨ªa en cada toro. Cinco grandes decepciones. Al inv¨¢lido sobrero de El Sierro, lastimado en dos tremendas volteretas, le siguieron un violento tercero en el remate de cada pase, otro tullido como el cuarto, una mole inm¨®vil el quinto y un desrazado sexto. Cinco ruinas, cinco.
Tal c¨²mulo de sucesos lamentables hicieron que la gente tomara a rechifla los vanos intentos de El Cid en el cuarto. Mientras Gallo y Capea, dos de las expectativas de esta temporada, quedaban in¨¦ditos. Sucumbieron ante la adversidad y no lograron sobreponerse. Limitados y apocados ante tal ruina, no lograron nunca acomodarse. La quietud de Gallo y el arrojo de Capea naufragaron.
Estrellado con el sobrero de El Sierro, Gallo se puso encimista y valeroso con el quinto. Aquella mole de carne que m¨¢s que embestir caminaba. No sac¨® nada en claro. Capea quiso presentar batalla de salida. Recibi¨® de rodillas al tercero, pero los continuos derrotes del toro acabaron por sacarlo de quicio. Con el ¨²ltimo termin¨® contagiado y se aburri¨®.
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