El presidente Bush se vuelve blando
El primer mandato de la presidencia de George W. Bush estuvo marcado por el unilateralismo y el poder¨ªo militar. Estados Unidos era la ¨²nica superpotencia del mundo, de forma que los dem¨¢s ten¨ªan que seguirle. El resultado fue un dr¨¢stico descenso del poder "blando" o atractivo. El secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, dijo que no sab¨ªa qu¨¦ era el poder blando. Ahora vuelve a estar de moda en Washington. El segundo discurso inaugural de Bush estuvo dedicado al poder de la libertad y la democracia. Esta ret¨®rica no es nueva para los presidentes estadounidenses. Harry Truman habl¨® de defender a las personas libres en todas partes, y Woodrow Wilson habl¨® de fomentar la democracia. Los neoconservadores de la primera Administraci¨®n de Bush pertenec¨ªan a aquella tradici¨®n, pero pasaban por alto el hecho de que tanto Wilson como Truman fueron tambi¨¦n creadores de instituciones que consultaban a otros pa¨ªses. Al olvidar esta mitad del planteamiento de Wilson, pisoteaban su propio mensaje, reduciendo su eficacia.
Al comienzo de la segunda Administraci¨®n de Bush, el tono es diferente. Como dijo recientemente en Par¨ªs la secretaria de Estado, Condoleezza Rice: "Utilizo la palabra 'poder' en sentido amplio, porque m¨¢s importante a¨²n que el poder militar y, desde luego, que el econ¨®mico es el poder de las ideas, el poder de la compasi¨®n y el poder de la esperanza". Bush no solamente eligi¨® visitar Bruselas, la capital de la Uni¨®n Europea, en su viaje de febrero por Europa, sino que afirm¨® que lo que "nosotros pretendemos conseguir en el mundo exige que Estados Unidos y Europa sigan siendo estrechos colaboradores". ?Incluso Rumsfeld intenta mostrarse conciliatorio! ?Tendr¨¢ ¨¦xito la nueva estrategia de Bush? En un reciente viaje a Europa yo encontr¨¦ tanto aprobaci¨®n como escepticismo. Muchos acog¨ªan con agrado el nuevo tono, pero se preguntaban si no ser¨ªa simple cinismo edulcorado. Las palabras tienen que ir acompa?adas de hechos para convencer a la gente. Uno de los lugares donde se puede comprobar si estos hechos se har¨¢n pronto realidad es en el ¨²ltimo presupuesto de Bush. El presupuesto rebaja los gastos discrecionales (excepto defensa y seguridad interna) casi en un 1% y recorta dr¨¢sticamente hasta 150 programas nacionales. Y sin embargo, en este clima de estrechez fiscal, hace un llamamiento para aumentar las aportaciones a las organizaciones internacionales, a la Cuenta del Desaf¨ªo del Milenio para proporcionar ayuda a los pa¨ªses que se comprometan a hacer progresos en la reducci¨®n de la pobreza, y a la Iniciativa Global VIH/sida. El nuevo presupuesto de Bush incluye tambi¨¦n un incremento de la financiaci¨®n de la diplomacia p¨²blica. La asignaci¨®n a los programas de intercambio cultural y educativo del Departamento de Estado, incluyendo centros de investigaci¨®n, bibliotecas y programas de visitantes extranjeros, ha mejorado casi en un 25%. Como se explica en la solicitud al Congreso del presupuesto de Bush, "rara vez ha sido tan claramente evidente la necesidad de un esfuerzo sostenido para garantizar la comprensi¨®n en el extranjero de nuestro pa¨ªs y nuestra sociedad". Esto viene despu¨¦s de un primer mandato en el que la diplomacia p¨²blica fue una hijastra desatendida, y de que un panel asesor del Pent¨¢gono definiera la situaci¨®n como de "crisis".
Incluso con estos incrementos, falta mucho a¨²n para mejorar la posici¨®n de Estados Unidos. Un reciente informe no partidista del Consejo para la Diplomacia P¨²blica ped¨ªa un nuevo Organismo para la Diplomacia P¨²blica dentro del Departamento de Estado, emisiones en ingl¨¦s las 24 horas del d¨ªa en la Voz de Am¨¦rica y cuadruplicar el presupuesto en los pr¨®ximos cinco a?os. La Administraci¨®n de Bush tiene a¨²n mucho por hacer en el campo de la promoci¨®n de ideas, pero las primeras se?ales indican un cambio frente al abandono del primer mandato. Pero a Bush no le va a bastar con comenzar su segundo mandato con una ret¨®rica grandiosa acerca de los valores y una mayor inversi¨®n en diplomacia p¨²blica. El atractivo de un pa¨ªs, o poder blando, se deriva en parte de su cultura y sus valores (siempre que resulten atractivos para otros), pero tambi¨¦n nace de las pol¨ªticas de un pa¨ªs cuando se contemplan como leg¨ªtimas y consultivas y tienen en cuenta los intereses de otros. A no ser que las pol¨ªticas se adecuen a los valores, la discrepancia dar¨¢ lugar a acusaciones de hipocres¨ªa. Como m¨ªnimo, Bush tendr¨¢ que seguir l¨ªneas de acci¨®n -de una forma m¨¢s consultiva- que busquen una soluci¨®n pol¨ªtica en Irak y el avance en el proceso de paz entre Israel y Palestina.
Aqu¨ª tambi¨¦n son alentadores los primeros indicios. La participaci¨®n del 60% en las elecciones de enero y las escenas de los iraqu¨ªes arriesgando su vida para votar han hecho nacer la esperanza en la posibilidad de alcanzar un acuerdo pol¨ªtico en Irak. Las elecciones no son m¨¢s que un primer paso; la insurrecci¨®n contin¨²a; la guerra civil sigue siendo posible. No obstante, las elecciones pueden haber suavizado en parte la sensaci¨®n de ilegitimidad que ha empa?ado la pol¨ªtica de Bush en Irak. De igual manera, con respecto al proceso de paz en Oriente Pr¨®ximo, la sustituci¨®n de Yasir Arafat por Mahmud Abbas, las elecciones palestinas y los encuentros entre Abbas y Ariel Sharon indican un avance. En los asuntos nucleares complicados, como Corea del Norte e Ir¨¢n, Bush ha buscado la consulta y la coordinaci¨®n multilateral con otras potencias.
Naturalmente, esto deja a¨²n sin resolver otros temas multilaterales, como la Corte Penal Internacional y el cambio clim¨¢tico de la Tierra. Hay escasas perspectivas de que Bush d¨¦ marcha atr¨¢s en su rechazo al Tratado de Kioto, pero ser¨¢ interesante ver hasta qu¨¦ punto se amolda al empe?o del primer ministro Tony Blair en convertir el cambio clim¨¢tico en una prioridad durante el turno brit¨¢nico en la presidencia del G 8, grupo de las ocho econom¨ªas m¨¢s importantes. Es demasiado pronto para dar un veredicto sobre las pol¨ªticas del segundo mandato de Bush. Anticip¨¢ndose al veredicto de la historia, parece darse cuenta de que el poder duro solamente no bastar¨¢ para consolidar su reputaci¨®n, y de que sigue siendo reh¨¦n de incidentes y percances que podr¨ªan desviar de su rumbo incluso los planes mejor trazados. Con todo, lo m¨¢s sorprendente en este momento del segundo mandato de Bush es su tard¨ªo descubrimiento de la importancia de la diplomacia y del poder blando.
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