De las armas a la pol¨ªtica
Ning¨²n lector resultar¨¢ decepcionado por el contenido del libro si ha o¨ªdo o le¨ªdo sobre el autor y, si es as¨ª, desde luego no puede esperar hallarse ante un relato imparcial de los terribles acontecimientos sectarios vividos durante d¨¦cadas en esa provincia brit¨¢nica. El autor lo aclara desde el comienzo. "Al contar el proceso de paz lo ¨²nico que puedo hacer es decir lo que a m¨ª me ocurri¨®, mi verdad, mi realidad". Una realidad que no era otra que la situaci¨®n de "apartheid que el Estado brit¨¢nico impon¨ªa en Irlanda". ?Qu¨¦ ha cambiado despu¨¦s de 35 a?os de terror con un siniestro balance de 3.000 muertos? Eso es lo que trata de contar Gerry Adams. Los protagonistas de esta historia son los republicanos (partidarios de la uni¨®n de Irlanda) y ah¨ª se incluye el IRA y, en menor medida, los unionistas (a favor de mantener la uni¨®n con Gran Breta?a) y los lealistas (unionistas que emplean la violencia).
MEMORIAS POL?TICAS: El largo camino de Irlanda hacia la paz
Gerry Adams
Traducci¨®n de Amado Di¨¦guez
Aguilar. Madrid, 2005
584 p¨¢ginas. 29 euros
Gerry Adams (Belfast, 1948) se confiesa afortunado por haber tenido la suerte de sobrevivir, al contrario que muchos de sus amigos, enemigos y personas muy cercanas que murieron en los ¨²ltimos 30 a?os, que "han sido crueles". ?l personalmente sufri¨® internamientos sin juicio e intentos de asesinato. Como presidente del Sinn Fein, partido considerado el brazo pol¨ªtico del IRA, aunque el autor no se cansa de negarlo, fue protagonista destacado de aquellos acontecimientos, y se considera uno de los art¨ªfices destacados del proceso de paz que hoy vive "el Norte", junto con John Hume, "l¨ªder de los nacionalistas".
Las memorias arrancan con las huelgas de hambre de los presos del IRA (1980-1981), durante el Gobierno de Margaret Thatcher, que terminaron con la muerte de 10 huelguistas, seguidas de las llamadas "batallas de los funerales" (diciembre, 1983- mayo, 1987), cuando la polic¨ªa norirlandesa y el Ej¨¦rcito brit¨¢nico atacaron sistem¨¢ticamente m¨¢s de 25 funerales republicanos. Adams cuenta que de la lucha carcelaria surgi¨® un nuevo Sinn Fein, que sin cuestionar la lucha armada del IRA se concentr¨® en cuestiones b¨¢sicas: lograr apoyo popular y desarrollar su presencia internacional.
La ca¨ªda de Thatcher y la lle
gada de John Major al 10 de Downing Street cambi¨® la situaci¨®n y con la "iniciativa Hume-Adams" se inici¨® un di¨¢logo secreto con los Gobiernos brit¨¢nico e irland¨¦s, en los que "yo dej¨¦ claro que estaba dispuesto a presentar al IRA un paquete de medidas" para su incorporaci¨®n al proceso de paz. Adams es acusado de pertenecer al Consejo Militar de esa organizaci¨®n, pero tambi¨¦n lo desmiente en sus memorias, de las que, sin embargo, se deduce una relaci¨®n muy fluida.
Con el 72% de la poblaci¨®n norirlandesa a favor de la iniciativa y en medio de incesantes atentados, aqu¨¦lla fue rechazada por Londres. "En 1993", recuerda el autor, "la pelota estaba sobre el tejado del Gobierno brit¨¢nico y, sobre todo, del irland¨¦s", y la presi¨®n ejercida por Hume y por ¨¦l condujo a la Declaraci¨®n de Downing Street (15 de diciembre de 1993) para crear "un nuevo marco pol¨ªtico fundado en el consenso". Es en este momento cuando entra en escena el amigo americano.
Una tarea dif¨ªcil fue convencer al IRA. Adams confiesa a lo largo de su minucioso y detallado relato que se reuni¨® numerosas veces con el "Consejo del Ej¨¦rcito" hasta lograr un alto el fuego que supuso "una nueva fase de la lucha"; detr¨¢s del IRA fueron los paramilitares unionistas. Otro gran obst¨¢culo fue el desarme del "Ej¨¦rcito" -como llama al IRA-, y para abordarlo se cre¨® la Comisi¨®n de Desarme Internacional e Independiente bajo la direcci¨®n del senador norteamericano George Mitchel. Seg¨²n el autor, Major "despreci¨® el informe Mitchel, y el IRA anunci¨® el cese del alto el fuego". Otra vez volvieron a escena los atentados.
Las elecciones brit¨¢nicas de 1997 dieron un respiro a tantas dificultades. Los torys perdieron el poder y gan¨® el laborista Tony Blair. Londres ya no depend¨ªa de los votos unionistas; Dubl¨ªn conservaba por instinto una actitud positiva, y Clinton y la "Am¨¦rica irlandesa" apoyaban como nunca.El 10 de abril de 1998, por fin, se firm¨® el Acuerdo de Viernes Santo, que aument¨® la divisi¨®n del unionismo, la agitaci¨®n de los orangistas y los ataques de las peque?as facciones que abandonaron el IRA. Pero esto no produjo el fin del Acuerdo, aunque "en cinco a?os las instituciones [del Acuerdo] tan s¨®lo han estado en vigor 21 meses". Mucho de lo acordado, escribe Adams, no ha entrado en vigor, pero "habr¨¢ m¨¢s negociaciones, no para revisar el Acuerdo, sino para ver c¨®mo se aplica". Y en eso est¨¢n.
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