C¨®mo redactar necrol¨®gicas

Esta semana, se han publicado art¨ªculos necrol¨®gicos a prop¨®sito de la muerte de Guillermo Cabrera Infante. Y me he dado cuenta del talento necr¨®filo que tienen algunos escritores para glosar la muerte de sus colegas. As¨ª que, bas¨¢ndome en lo le¨ªdo, hoy me permito compilar las normas b¨¢sicas para el art¨ªculo funerario. De este modo, cuando se mueran los autores de estas necrol¨®gicas de Cabrera Infante, los dem¨¢s autores podr¨¢n escribir esquelas igual de innovadoras sobre ellos. Estoy deseando que llegue el momento.

1. Ante todo, ten claro que la necrol¨®gica s¨®lo es una excusa para hablar de ti. Cabrera Infante empez¨® a existir el d¨ªa que t¨² le conociste, as¨ª que explica el encuentro. Aprovecha, c¨®mo no, para trazar un breve perfil biogr¨¢fico (tuyo). Una buena frase para demostrar que no eres un mindundi ser¨ªa: "Entrevist¨¦ a Cabrera Infante en riguroso directo tal d¨ªa en mi programa".

2. Aprovecha la necrol¨®gica para nombrar, como quien no quiere la cosa, a los dem¨¢s famosos escritores con los que te codeas. Opina sobre ellos sin complejos. Si tal escritora est¨¢ buena o si esa otra es avinagrada.

3. Describe al muerto f¨ªsicamente, sin ning¨²n pudor ni consideraci¨®n. Si estaba gordo, ll¨¢male buey, t¨² puedes permit¨ªrtelo. Si beb¨ªa o si estaba mal de la cabeza, cu¨¦ntalo desde tu atalaya de sobriedad, cordura y esbeltez.

4. Aunque le hayas visto s¨®lo tres o cuatro veces, explica de ¨¦l todas las intimidades que se te ocurran. Comenta si sol¨ªa rascarse el trasero o el trato que ten¨ªa con su mujer. No tengas problemas en exagerar un poquito los detalles para darles un tono m¨¢s literario. Su mujer y sus allegados jam¨¢s escribir¨¢n un art¨ªculo desminti¨¦ndote. (Cuando te refieras a la esposa, por cierto, no menciones jam¨¢s su apellido. Que se note que hab¨ªa un trato familiar).

5. Lo que le interesa al lector y fan de Cabrera Infante es la amistad que tuvo con tu persona. Explica todas las veces que le llamaste y se puso al tel¨¦fono. No temas pasar a la historia como un pelmazo. Es importante que el vulgo comprenda que, siempre que t¨² llamabas, ¨¦l se pon¨ªa. Adem¨¢s, esto te servir¨¢ para enviar un par de indirectas a todos los escritores vivos que, en cambio, no se te ponen. Destaca, sobre todo, que cuando t¨² te comunicabas con Cabrera Infante era para charlar, no para hablar de trabajo.

6. Trat¨¢ndose de Cabrera Infante, es b¨¢sico declarar que sus juegos de palabras no te entusiasmaban. Ahora, los juegos de palabras no se llevan. Tu est¨¢s por encima de estas chiquilladas. Sin embargo, para que no se diga, en tu art¨ªculo haz un juego de palabras, aunque sea malo. Yo qu¨¦ s¨¦... A prop¨®sito de los puros habanos que se fumaba, puedes decir: "No te coh¨ªbas, Cabrera". De este modo quedar¨¢ claro que, si sus juegos de palabras no te entusiasmaban, es porque t¨² los haces con el extremo del prepucio.

7. Para el final del texto es obligatoria una frase cuanto m¨¢s cursi y t¨®pica mejor. P¨¢sate a la segunda persona y dile al muerto aquello de "est¨¦s donde est¨¦s...". No te preocupes por todos los que han dicho esta frase antes que t¨². La gente no lee.

8. Todos los consejos anteriores ser¨¢n in¨²tiles si no haces caso de la siguiente recomendaci¨®n: cuando redactes una necrol¨®gica de Cabrera Infante (y esto vale para cualquier otro escritor), ?no se ocurra decir que te gustaban sus libros! Eso, jam¨¢s. Di que el muerto era un escritor menor y sobrevalorado. Si alabas su obra, aunque sea remotamente, perder¨¢s todo tu prestigio.

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