Dos duros huesos para Est¨¦vez
El espa?ol alcanza las finales de 1.500 y 3.000 metros, donde se encontrar¨¢ con Heshko y Cragg
A las 19.30, 13 horas despu¨¦s de madrugar, Reyes Est¨¦vez estaba de nuevo en la l¨ªnea de salida. Estajanovista a sus a?os, qui¨¦n se lo iba a decir a ¨¦l. Buscando nuevos desaf¨ªos. Y, poco a poco, zancada a zancada, d¨¢ndose cuenta de que a¨²n le queda lo m¨¢s duro. Y aprendiendo en el camino. Y descubriendo que hoy le espera un irland¨¦s m¨¢s duro de lo que pensaba, Alistair Cragg, y que ma?ana el tremendo ucranio Ivan Heshko, f¨ªsico de boxeador, andares de robot, demarraje de tractor, tambi¨¦n le espera con el cuchillo afilado. "Bah", dijo Est¨¦vez, quien se clasific¨® con garbo, clase y cierto exceso de alegr¨ªa para las finales de 3.000 metros (hoy, 20.15) y de 1.500 metros (ma?ana, 19.15). "No ha sido para tanto. Un entrenamiento m¨¢s".
Un cuarto de hora antes de la primera carrera del d¨ªa para Reyes, los 3.000 metros de las 11.10 que le obligaron al madrug¨®n, a un masaje apresurado, a una comida r¨¢pida a las 12, a una siesta hasta las 16.00 y un regreso al pabell¨®n desde el cercano hotel Convenci¨®n a las 17.30, comenz¨® la jornada laboral de su entrenador, Enrique Pascual. Cron¨®metro en mano, en una grada esquinada, Pascual vio correr a Cragg. Y conforme le vio dar vueltas, siempre en cabeza, siempre solo, su tez, normalmente coloreada por la intemperie soriana, se fue tornando blanca, m¨¢s p¨¢lida, cadav¨¦rica. Su eterna sonrisa se iba borrando. El sudor comenz¨® a atacarle. Porque quiz¨¢s no estaba preparado para la exhibici¨®n que observ¨®. Porque supo de inmediato que el oro para su pupilo no ser¨ªa una tarea tan sencilla como presum¨ªa. Porque quiz¨¢s su larga memoria atl¨¦tica empez¨® a poblarse de otros diablillos vestidos de verde que, desde su base en Estados Unidos, en la d¨¦cada de los 80 se convirtieron en los reyes del medio fondo mundial en pista cubierta. Le asaltaron recuerdos de Eamon Coghlan, o de Marcus O'Sullivan, que le neg¨® a Abascal el oro en Indian¨¢polis 87, o de Frank O'Mara o de Ray Flynn y Paul Donovan. Toda esa herencia parec¨ªa haber asimilado el despierto Cragg.
Al sonido de la pistola, Cragg aceler¨® para colocarse varios metros por delante de sus rivales. Y seg¨²n iba avanzando, m¨¢s se iba difuminando Penti Jim¨¦nez -fuera de forma- y m¨¢s iba aumentando el asombro. Aguant¨® y aguant¨®, fundi¨® a todos los que aventuraron a ponerse en su estela y termin¨® frenando en la ¨²ltima recta. Corri¨® con el desparpajo del ne¨®fito y la ciencia del veterano. Y un reloj en la cabeza. "Uff, esto va a ser dif¨ªcil", concluy¨® Pascual.
Est¨¦vez, que corri¨® un cuarto de hora despu¨¦s, sali¨® aleccionado. "No gastes, no gastes, esc¨®ndete, que esto es muy largo", le hab¨ªa repetIdo Pascual. Y durante toda la carrera, desde la curva, le voceaba, le gritaba, le cronometraba. "Aguanta, aguanta, no te muevas". Y Est¨¦vez parec¨ªa obedecer, dejaba que entre el irland¨¦s Carroll, quien parec¨ªa ensayar para su trabajo de hoy junto a su compatriota y amigo Cragg, y el austriaco Weidlinger llevaran toda la carrera. Pero al final le pudo su lado exhibicionista. El grupo ya se hab¨ªa descremado. Ya estaba seleccionados los cuatro que pasar¨ªan a la final. Est¨¦vez entre ellos. Pero no le bastaba. Animado por el griter¨ªo de la chiquiller¨ªa que llenaba el Palacio, Est¨¦vez, rubio platino, se solt¨® el pelo y cambi¨® de ritmo para ganar.
Cragg tom¨® nota. "He crecido viendo correr a Est¨¦vez", dijo. "Y s¨¦ que tiene un gran final, que en un 1.500, que es capaz de hacer el ¨²ltimo 400 en 50s, pero ya veremos lo que hace si entre Carroll y yo le cansamos a un ritmo elevado".
Est¨¦vez no ten¨ªa tiempo para elucubrar una respuesta. A¨²n le quedaba la serie del 1.500. En la primera corri¨® Higuero con Heshko. El ucranio s¨®lo se mostr¨® en la ¨²ltima vuelta para frustrar el ansia ganadora del burgal¨¦s. En la segunda, mand¨® Arturo Casado, un joven atleta del barrio madrile?o de Moratalaz que se encuentra ante la oportunidad de su vida y no piensa dejarla pasar. Hasta el 500, Est¨¦vez corri¨® a cola de pelot¨®n. Hasta el 1.000 march¨® quinto, bien protegido, boca cerrada, seguro, emanando clase. En el 1.300, cuando Casado ech¨® el resto, aceler¨® un poco en la curva, sin inmutarse, se coloc¨® en posici¨®n segura y se dej¨® llevar. "Qu¨¦ bien ha corrido Reyes", le dec¨ªan a Pascual, fijo en su curva. "S¨ª", dijo el entrenador soriano. "Ha corrido lo justo para pasar, pero es porque ya le dol¨ªan las piernas, ya no estaba para exhibiciones".
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