Rango y geometr¨ªa
AUNQUE LA ENTREVISTA mantenida el 14 de enero por el presidente del Gobierno y el presidente del PP acordara la creaci¨®n de una comisi¨®n mixta para negociar la reforma constitucional y estatutaria, las palabras pronunciadas el lunes por Rajoy ante su Junta Directiva Nacional han enfriado considerablemente los ¨¢nimos sobre el futuro de esas conversaciones. El l¨ªder popular tom¨® como una imperdonable ofensa la composici¨®n de la comisi¨®n negociadora anunciada por el secretario de organizaci¨®n del PSOE a causa de su inadecuado rango representativo y exigi¨® una embajada "de alto nivel pol¨ªtico" comparable con la delegaci¨®n socialista enviada al Pacto Antiterrorista. A juicio de Rajoy, las conversaciones sobre la "arquitectura institucional del Estado" entre el PP y el PSOE tambi¨¦n ser¨ªan incompatibles con el regular mantenimiento de las reuniones que viene celebrando el presidente del Gobierno sobre esas materias con los portavoces de los grupos parlamentarios de ERC e Izquierda Unida.
La aproximaci¨®n del PP a ERC por la crisis del Carmel resulta contradictoria con su exigencia de que el presidente Zapatero rompa con sus aliados parlamentarios si quiere seguir hablando con Rajoy
El portavoz Zaplana dej¨® entrever posteriormente que el PP todav¨ªa no ha pronunciado la ¨²ltima palabra acerca de la cuesti¨®n. Todo hace suponer que Rajoy se enfrenta a una encrucijada: o bien se mantiene fiel a la l¨ªnea opositora marcada el 14 de enero o bien cede ante las presiones de los sectores aznaristas de su partido (aguijoneados, a su vez, por los energum¨¦nicos monaguillos de la Radio de los Obispos) que aspiran a poner en marcha una antidemocr¨¢tica estrategia de desestabilizaci¨®n institucional dirigida a forzar a cualquier precio (como ocurri¨® durante la legislatura 1993-1996) la disoluci¨®n anticipada de las Cortes.
Los argumentos esgrimidos el pasado lunes por Rajoy para justificar la ruptura unilateral de los acuerdos del 14 de enero con el presidente del Gobierno suenan a m¨²sica celestial. Es incierto que Alfonso Perales -responsable de Relaciones Institucionales y Pol¨ªtica Auton¨®mica en la Comisi¨®n Ejecutiva del PSOE- o Diego L¨®pez Garrido -secretario general del grupo parlamentario socialista en el Congreso- sean esos pesos-mosca que tan desde?osamente ningunea el envanecido presidente del PP. De a?adidura, resulta inaudito que una de las partes negociadoras se considere con derecho a nombrar no s¨®lo a sus propios representantes, sino tambi¨¦n a los delegados de la parte contraria.
La escena de celos montada por Rajoy a cuenta de las conversaciones sobre cuestiones territoriales mantenidas por el presidente del Gobierno con los portavoces de otros grupos parlamentarios carece de racionalidad pol¨ªtica. Las cartas de las elecciones del 14-M quedaron echadas de forma tal que el PP carece de la posibilidad concreta de alcanzar la presidencia -con sus 148 diputados- a trav¨¦s de una moci¨®n de censura; ni siquiera la hipot¨¦tica colaboraci¨®n de sus antiguos aliados de 1996 -10 representantes de CiU y 3 de Coalici¨®n Canaria (CC)- le permitir¨ªa alcanzar los 176 esca?os: el apoyo a la investidura de Rajoy por los restantes grupos del Congreso es un ejercicio de pol¨ªtica-ficci¨®n.
De otro lado, el PSOE necesita redondear sus 164 esca?os para aprobar las leyes org¨¢nicas y no caer en demasiadas emboscadas: los ocho diputados de ERC y los cinco de Izquierda Unida son los aliados disponibles m¨¢s cercanos. El PP conserva todav¨ªa fresco el recuerdo de los compromisos que se vio forzado a contraer con los nacionalistas catalanes y canarios durante la legislatura 1996-2000; Aznar fue investido presidente tambi¨¦n con los votos del PNV. Si Rajoy condicionase cualquier acuerdo con el Gobierno de Zapatero al juramento socialista de guardar castidad pol¨ªtica con otros grupos, estar¨ªa exigiendo un imposible o proponiendo un absurdo pacto de legislatura o de coalici¨®n entre PSOE y PP. Si la pol¨ªtica da lugar a extra?os emparejamientos en la cama, el juego parlamentario de los sistemas democr¨¢ticos obliga a pactar alianzas de geometr¨ªa variable en funci¨®n de los asuntos planteados y de los interlocutores id¨®neos: as¨ª ha ocurrido esta semana en Catalu?a con el entendimiento entre un partido de la oposici¨®n como el PP y un socio del Gobierno tripartito como ERC a ra¨ªz de la crisis del Carmel.
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