El armario gitano
Joaqu¨ªn Monta?o, de 36 a?os, es gay y gitano. Y habla abiertamente de las dos cosas. Ser locuaz en este tema, en medio de la niebla at¨¢vica que siempre ha envuelto esta conexi¨®n, le hace especial. Aunque ¨¦l no lo ve as¨ª. "Vengo de una cl¨¢sica familia gitana, somos 10 hermanos, y mi condici¨®n se me not¨® siempre y se acept¨®". "El estereotipo que tiene sobre el tema la sociedad paya no sirve en mi caso ni en otros que conozco", insiste este vecino de Huelva. "Mi experiencia", comenta, "es que hay mucha gente que calla o que lleva una doble vida, pero m¨¢s por miedo a que el entorno le rechace que porque los suyos verdaderamente est¨¦n dispuestos a echarle fuera para toda la vida".
"Lo de expulsar al hijo homosexual, yo lo conozco sobre todo como cosa de m¨¢s antiguo", comenta Manuel, un gitano de Valencia con m¨¢s de 60 a?os y con varios hijos y nietos. "Esa manera de ser, o se consideraba de artistas, o como algo muy bajo, que no era de verdaderos gitanos". "Hoy, por regla general, se ve a¨²n algo raro; pero no tanto como deshonra para la familia, sino como que puede pasar porque es cosa de los nuevos tiempos". En la cultura gitana, hist¨®ricamente ¨¢grafa, s¨®lo cuenta la vivencia que se transmite; es decir, que si no se habla de la homosexualidad es como si no existiera. Y as¨ª ha venido sucediendo hasta ahora.
En la cultura gitana, hist¨®ricamente ¨¢grafa, s¨®lo cuenta la vivencia que se transmite; es decir, que si no se habla de la homosexualidad es como si no existiera
"Decimos que luchamos por la igualdad, pero qu¨¦ hip¨®critas seremos si continuamos la ignorancia de nuestras propias minor¨ªas", opina Garc¨ªa Rond¨®n
"En ning¨²n sitio dice que ser homosexual contradiga el modo de vida gitano, lo que s¨ª va en contra es llevar a los hijos a la hamburgueser¨ªa", dice Santiago
Los gitanos espa?oles -entre 500.000 y m¨¢s de 600.000, seg¨²n la fuente consultada- encierran una gran disparidad de comportamientos individuales y colectivos. Sin embargo, los gitanos se han aferrado eventualmente a elementos conservadores de su entorno como un modo de no diluirse, de no perder trazos culturales propios. Y con desigual suerte: mientras que algunos de sus signos fundamentales se han desintegrado en nuestro pa¨ªs -el idioma roman¨®, que nadie habla ya-, han asumido como propios otros basados s¨®lo en el terror a un cambio definitivo. Uno de ¨¦stos es la anulaci¨®n p¨²blica secular de las relaciones sentimentales entre el mismo sexo. A los grandes prejuicios t¨ªpicos que la sociedad mayoritaria ha mostrado en esta cuesti¨®n, los gitanos han a?adido otros, como los que indican que el desarrollo de esta vivencia podr¨ªa anular su organizaci¨®n social cl¨¢sica, establecida sobre el g¨¦nero, la edad, la gran familia y los hijos. Por eso, cuando el Gobierno de Zapatero habla de abrir las puertas al matrimonio entre gays y lesbianas, los espa?oles gitanos -heterosexuales y homosexuales- lo ven como algo pensado s¨®lo para payos, algo ajeno a ellos.
"No obstante", indica Joaqu¨ªn L¨®pez Bustamante, director de la revista de investigaci¨®n cultural cal¨¦ I Tchatchip¨¦n, "los cambios que est¨¢n produci¨¦ndose en el seno del colectivo son constantes: cada vez la gente se casa m¨¢s tarde, tiene menos hijos, aumentan los matrimonios mixtos y los divorcios, mengua la familia nuclear y crecen las familias monoparentales". "Estos fen¨®menos", opina, "antes no se conceb¨ªan, y ahora forman parte de las posibilidades vitales". "Del mismo modo", apunta, "se dan tambi¨¦n las relaciones homosexuales, y no hay motivo real para que no se asuman". "El cine, la televisi¨®n y los medios no s¨®lo est¨¢n normalizando la percepci¨®n de la presencia homosexual en la sociedad mayoritaria, sino tambi¨¦n en la gitana", a?ade. Aunque poco a poco. "La sucesi¨®n generacional mejorar¨¢ esto", cree.
En este sentido, Carmen M¨¦ndez, antrop¨®loga y profesora de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona, constata que los j¨®venes gitanos son d¨ªa a d¨ªa m¨¢s abiertos; pero se?ala que algunos, en medio de la complejidad del mundo actual, "pueden tomar modelos anticuados para aferrarse y autoafirmarse".
Una opini¨®n que comparte Manuel Garc¨ªa Rond¨®n, secretario general de la federaci¨®n asociativa Uni¨®n Roman¨ª. De 53 a?os, vinculado desde 1975 al movimiento reivindicativo gitano, conoce de cerca los problemas que sufren los homosexuales de su etnia. "No han estado en un armario, sino en una caja fuerte", afirma. "Los que ten¨ªamos que haber hecho avanzar m¨¢s las cosas hemos tenido miedo del apayamiento, de que se nos considere poco gitanos: es un fantasma horroroso". En consecuencia, "parte de nuestros j¨®venes sufre una gran crisis de identidad, confunde cosas y llega a copiar modelos de conducta rancios". "Copiar es sencillo", explica, "lo dif¨ªcil es adaptarse, que es lo que ha garantizado la supervivencia de nuestro pueblo". Por eso considera "pat¨¦tico que ahora se recuerde Auschwitz y, pese a que los nazis mataban tanto a gitanos como a homosexuales, no asumamos con normalidad esta tendencia sexual". "Decimos que luchamos por la igualdad, pero qu¨¦ hip¨®critas seremos si continuamos la ignorancia de nuestras propias minor¨ªas". Garc¨ªa Rond¨®n opina que las distintas creencias religiosas, con su severidad moral, no han ayudado a levantar el manto de silencio, aunque, seg¨²n la antrop¨®loga Carmen M¨¦ndez, que ha estudiado la evoluci¨®n del evangelismo gitano, "una cosa es la doctrina y otra la pr¨¢ctica, que acepta m¨¢s, y acostumbra a graduar su flexibilidad seg¨²n el pastor que est¨¦ al frente de la congregaci¨®n". Hay, de hecho, presencia constatada de homosexuales gitanos evang¨¦licos, laicos y cat¨®licos.
Camuflar el lesbianismo
"Me gustar¨ªa que dej¨¢ramos de ser c¨ªnicos", dice Josefa Santiago, gitana, de Alicante, de 34 a?os, que trabaja de t¨¦cnico de inserci¨®n sociolaboral, "porque, pese a los cambios, se ve mucho a¨²n lo de hacer como si esta tendencia fuera s¨®lo cosa de gente obsesionada por el sexo". Asegura que "la homosexualidad femenina se camufla, ya que se ve menos raro que dos mujeres vivan como amigas". "Todo el mundo sabe que son algo m¨¢s, claro, pero ellas y el resto hacen como si no se supiera". "Es muy complicado porque el tema no parece importar ni a payos, ni a gitanos", dice Josefa, que tiene contacto con gitanos homosexuales de uno y otro sexo que viven su condici¨®n "con angustia".
En esto coincide Eva Mar¨ªa Tuya, una trabajadora social de Toledo y estudiante de antropolog¨ªa que realiz¨® una investigaci¨®n sobre el lesbianismo cal¨¦. Durante casi un a?o habl¨® con gitanas lesbianas de distintos puntos de Espa?a, y en su trabajo recogi¨® el testimonio "de 11 o 12 mujeres". Insiste en que es dif¨ªcil generalizar a partir de una muestra, pero afirma que "las lesbianas pueden llegar a vivir situaciones l¨ªmite", incluso recogi¨® "un caso de gran violencia". "Lo que observ¨¦ es que la que manifiesta abiertamente lo que es y quiere vivir como tal, se va lejos, porque siente que arremete contra el legado de la cultura y la familia, contra su propia madre, que la ha educado para ser perfecta esposa y madre a su vez; muchas han dejado j¨®venes el colegio, no tienen formaci¨®n, no van a encontrar trabajo fuera del entorno porque los payos no contratamos a gitanas. Con ese panorama, ?c¨®mo no van a llevar oculta la condici¨®n sexual?".
En cambio, Juan David Santiago, de 30 a?os, de la asociaci¨®n Alicante Kal¨ª, educador y estudiante de psicolog¨ªa, la hizo p¨²blica -como tambi¨¦n Joaqu¨ªn Mon-ta?o- en un medio espec¨ªfico, la revista gay Zero. Su trayectoria asociativa siempre ha estado marcada por el avance, y cree imprescindible "romper con el mutismo generalizado sobre la homosexualidad para romper con la esquizofrenia social que genera". En su opini¨®n, "en ning¨²n sitio dice que ser homosexual contradiga el modo de vida gitano, lo que s¨ª va en contra es llevar a los hijos a la hamburgueser¨ªa todo el fin de semana y dejarlos jugar a la consola 23 horas seguidas, que es lo que se hace mucho hoy".
"Los cal¨®s", opina, "tenemos ahora mismo un problema real mayor que cualquier otro: no hemos sido capaces a¨²n de crear espacios sociales para comunicarnos y decidir qu¨¦ es lo que queremos, hacia d¨®nde vamos, qu¨¦ debemos cambiar y c¨®mo lo hemos de cambiar; ni las iglesias, ni las asociaciones son suficientes para esto". Y sin ello, reconoce, el terreno hacia lo laber¨ªntico puede continuar abonado.
Las asociaciones, en otro plano
LAS ASOCIACIONES GAYS no sabr¨ªan c¨®mo tratar la cuesti¨®n, y las ONG y asociaciones de ¨¢mbito gitano no se dedican a ella". Lo constat¨® Eva Mar¨ªa Tuya en su trabajo sobre el lesbianismo. Mayoritariamente, las asociaciones gitanas se dedican a programas de inserci¨®n sociolaboral, y no tratan espec¨ªficamente situaciones culturales o de desarrollo personal. Garc¨ªa Rond¨®n, de Uni¨®n Roman¨ª, reconoce que "debemos hacer algo, quiz¨¢ fomentar la paridad de tendencia sexual en las juntas directivas". Jos¨¦ Manuel Fresno, director de la entidad progitana Fundaci¨®n Secretariado General Gitano, confirma que "no hay un programa preciso sobre esta cuesti¨®n, nuestra prioridad es trabajo y vivienda, y pensamos que a¨²n hay mucho que hacer; nos plantear¨ªamos algo espec¨ªfico si detect¨¢semos la demanda gitana de un programa, aunque es un tema dif¨ªcil, porque la homosexualidad se lleva callada". Seg¨²n Fresno, "hemos tenido trabajadores y usuarios con esta condici¨®n, entendemos el vivir gitano como algo plural". Por eso, "si alguien acude a nosotros con una vivencia problem¨¢tica de esta ¨ªndole, le apoyamos, le vamos a acompa?ar al departamento social que le va a prestar ayuda".
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