Estruendo
Todo el mundo est¨¢ de acuerdo en que es excelso el canto de los ruise?ores, pero a la hora de la verdad, desgraciadamente, es mucho m¨¢s humano el estruendo del tr¨¢fico rodado, por ejemplo. ?se es nuestro sino bellaco. Lo cual significa que hay que revisar de inmediato el concepto de humanidad y ponerlo donde le corresponde en la tabla de atrocidades y estupideces que se perpetran en el universo. La humanidad y lo humanitario est¨¢n en entredicho. Todo depende de qui¨¦n utilice esos t¨¦rminos y con qu¨¦ intenciones. Casi todas las grandes palabras est¨¢n prostituidas y son agentes dobles que se entienden con el enemigo. Los escolares debieran ser advertidos de estas abominaciones. A los mayores no hace falta mencion¨¢rselo porque ya no creen casi nada.
Madrid es un estr¨¦pito y a veces se pone insoportable. Esto provoca disfunciones muy serias en el alma de los ciudadanos, que van muy serios por la calle y llevan la cabeza como un bombo que les retumba hasta en sue?os. El ruido de m¨¢quinas y veh¨ªculos es atosigante. Los humos campean a sus anchas. La contaminaci¨®n hace que pasear por Madrid sea un acto de hero¨ªsmo comparable al de Fraga en marzo de 1966, cuando se ba?¨® en Palomares para demostrar que no hab¨ªa radiactividad en una bomba H que se les hab¨ªa ca¨ªdo por all¨ª a los americanos. De nada sirve resguardarte del humo del tabaco si s¨®lo con asomarte a la ventana ya se te ha llenado el pulm¨®n de sustancias tan impresentables como la nicotina. Por ¨¦stas y otras razones, en Madrid aprendes a ser buen nadador, siempre con el agua al cuello.
A ello hay que a?adir el clamoroso murmullo de personas que hablan solas en la v¨ªa p¨²blica y en los bares utilizando el m¨®vil para que no se les note demasiado el desvar¨ªo de sus conversaciones imaginarias. El ruido nos est¨¢ volviendo tarumbas. Si esto es humano, que venga Dios y lo vea. Menos mal que tenemos censados en Madrid 250.000 perros que dan un toque m¨¢s razonable a la ciudad. A ello contribuyen los miles de gatos, gorriones y otros bichos. Pero hay demasiadas ratas y mucho buitre.
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