Reforzarla, no debilitarla
La reciente ola de esc¨¢ndalos en torno a la ONU ha generado una percepci¨®n p¨²blica incorrecta, que viene muy bien a quienes deseen mermar la credibilidad y el poder de esta organizaci¨®n. La ONU adolece de problemas de gesti¨®n y de cultura organizacional importantes -algo no tan sorprendente, dada la complejidad de la estructura y las normas que rigen esta organizaci¨®n, no comparable a ninguna otra-, pero no es una organizaci¨®n corrupta. Los problemas detectados ¨²ltimamente tienen que ser abordados con urgencia y eficacia, junto con otras disfuncionalidades conocidas desde hace mucho, como la gesti¨®n del personal o las f¨®rmulas de financiaci¨®n de las diversas actividades, pero no deber¨ªan de ser utilizados como argumento para cuestionar ni la legitimidad ni la relevancia de la ONU.
Los problemas no deber¨ªan de ser utilizados para cuestionar la legitimidad de la ONU
La dimisi¨®n del Alto Comisionado para los Refugiados, Ruud Lubbers, como resultado de alegaciones de acoso sexual es un episodio aislado. Las alegaciones, si es que son ciertas -punto que no ha quedado del todo aclarado-, no pasan de referirse a una conducta individual, grave eso s¨ª, que podr¨ªa producirse en cualquier entorno de trabajo. La persona bajo sospecha ha tenido que abandonar su puesto bajo presi¨®n, antes de haber quedado probada su falta.
M¨¢s dif¨ªcil es la cuesti¨®n de abusos sexuales sist¨¦micos por parte de personal uniformado de Naciones Unidas en misiones de paz. Para evaluar esta cuesti¨®n en su justa medida habr¨ªa que comparar estos comportamientos con los de soldados sirviendo bajo bandera nacional en operaciones multinacionales. Puede que el problema est¨¦ m¨¢s en relaci¨®n con la cultura existente en los ej¨¦rcitos de algunos pa¨ªses que con el hecho de que est¨¦n sirviendo bajo bandera de la ONU -no hay que olvidar que la organizaci¨®n se nutre de contingentes nacionales y los cascos azules no son, propiamente dicho, un ej¨¦rcito de la ONU. ?Deber¨ªa Naciones Unidas rechazar los contingentes militares de pa¨ªses que no presenten credenciales impecables de comportamiento de sus soldados? La ONU, precisamente, intenta controlar estos comportamientos de forma m¨¢s estricta y elevar los est¨¢ndares nacionales al nivel internacional. Aun as¨ª, los casos detectados en la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo son un esc¨¢ndalo y hay que atajarlos de manera radical. En ello est¨¢ el Departamento de Operaciones de Mantenimiento de la Paz, que ya ha tomado medidas de un rigor sin precedentes. Juega aqu¨ª un papel importante la voluntad pol¨ªtica de los Estados que contribuyen con tropas o polic¨ªas y que se suelen resistir a que sus nacionales sean juzgados por faltas, o cr¨ªmenes, cometidos durante su servicio, especialmente en el pa¨ªs donde las han cometido. Este comportamiento es com¨²n por parte tanto de pa¨ªses desarrollados como en v¨ªas de desarrollo. Terminar con el abuso de las inmunidades de las que se beneficia el personal internacional o sirviendo bajo bandera de la ONU necesita del concurso de los Estados miembros.
Otra cuesti¨®n diferente es la mala gesti¨®n, y potencial fraude, en el programa Petr¨®leo por Alimentos. Como no es infrecuente, la ONU termina siendo la encargada de tareas para las que no est¨¢ preparada, simplemente porque nadie m¨¢s puede hacerlas. Cabe preguntarse si la ONU hubiera debido rechazar la gesti¨®n del programa Petr¨®leo por Alimentos, al carecer de la estructura y el personal adecuados para hacerlo, y caer este encargo completamente al margen de sus funciones habituales. Las investigaciones de Paul Volker todav¨ªa no son conclusivas. Cuando lo sean, habr¨¢ que ver si existen responsabilidades penales y ¨¦stas tendr¨¢n que ser cumplidas, exactamente igual que en los casos de corrupci¨®n en administraciones nacionales. Como cualquier otra administraci¨®n, la ONU no tiene un ant¨ªdoto para garantizar al cien por cien el comportamiento ¨¦tico de su personal, especialmente si se tiene en cuenta el volumen extraordinario de dinero que manej¨® este programa. Si no existen responsabilidades penales, el secretario general tendr¨¢ que evaluar las responsabilidades pol¨ªticas de una gesti¨®n que -este punto s¨ª parece suficientemente documentado- fue irregular. Y si el Consejo de Seguridad considera que tiene que intervenir, tiene a su disposici¨®n los mecanismos para hacerlo. Tambi¨¦n se cuestiona la integridad del Comit¨¦ encargado de la investigaci¨®n, en el que adem¨¢s de Volker est¨¢ una persona del prestigio de Richard Goldstone. Si existen elementos suficientes, tanto el secretario general como, en ¨²ltima instancia, el Consejo de Seguridad podr¨ªan iniciar una nueva investigaci¨®n. La cuesti¨®n aqu¨ª es que la ONU se dote y utilice sin titubeos los mecanismos necesarios para prevenir y, en su caso, sancionar las conductas il¨ªcitas.
En cualquier caso, no se puede mezclar la discusi¨®n y el necesario escrutinio sobre el funcionamiento de la organizaci¨®n y de sus m¨¢ximos responsables con el debate sobre la relevancia del instrumento multilateral por excelencia. Al juzgar este funcionamiento, conviene considerar a la ONU como el gran aparato administrativo y ejecutivo que es, pero teniendo en cuenta todas las peculiaridades que no se encuentran en administraciones nacionales o regionales, y entre las que destacan: las circunstancias extremas en las que tienen lugar gran parte de sus actividades, la amalgama de culturas entre su personal, las f¨®rmulas de contrataci¨®n o de cesi¨®n de recursos humanos -incluidos los militares-, la politizaci¨®n de sus actividades, los intereses divergentes de sus accionistas -los Estados miembros- que la organizaci¨®n tiene que armonizar, y el marco legal que la rige. Los recientes esc¨¢ndalos deber¨ªan servir para que los Estados realmente interesados en el multilateralismo dediquen m¨¢s atenci¨®n, recursos y voluntad pol¨ªtica a la mejora de la organizaci¨®n -es decir, a reforzarla- en lugar de ser vistos como razones para debilitarla.
Jos¨¦ Luis Herrero es director general de la Fundaci¨®n para las Relaciones Internacionales y el Di¨¢logo Exterior (FRIDE
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