Lo ¨²ltimo de Roth y Toller
(Resumen de lo publicado: un art¨ªculo de Josep Roth lleva a descubrir una foto de Robert Capa y el protagonista de esa foto, un payaso, a reparar en Herbert L. Matthews y su cr¨®nica de la entrada en Barcelona de las tropas franquistas)
Escribe Eduardo Gil Bera, el traductor de Roth. El que puso en espa?ol El desconocido payaso de Barcelona. Es de noche pero va a empezar a traducir el ¨²ltimo art¨ªculo que Roth escribi¨® en su vida. No se public¨® nunca en los peri¨®dicos. El traductor lo encontr¨® en un viejo monogr¨¢fico, editado en M¨²nich, y hoy a precio de trapero. En todas sus hojas manuscritas y mecanografiadas la competente se?ora Freund, que se ocup¨® de Roth hasta la ¨²ltima letra, escribi¨®: Roths letzter Artikel vor seinem Tode (¨²ltimo art¨ªculo de Roth).
En modo alguno digo que la foto del payaso estuviera en la habitaci¨®n del hotel de Nueva York en la que se suicid¨® Ernst Toller
El in¨¦dito llega a primera hora del d¨ªa siguiente. La generosidad de Gil Bera. Trata de lavaderos y cocinas, y otros asuntos menores, y dice as¨ª: "?En honor a la verdad! Corren falsas noticias sobre el campo de concentraci¨®n de Buchenwald; se hablar¨ªa de pretendidas atrocidades. Me parece que ha llegado la hora de reducirlas a su correcta proporci¨®n... Lo primero, Buchenwald no se ha llamado siempre as¨ª, sino Ettersberg. Con ese nombre, fue anta?o c¨¦lebre entre los conocedores de la historia de la literatura. Goethe sol¨ªa encontrarse all¨ª a menudo con la se?ora Von Stein, bajo un hermoso y viejo roble. ?ste se encuentra bajo la denominada Ley de Protecci¨®n de la Naturaleza. Cuando en Buchenwald, o sea, en Ettersberg, se comenz¨® a talar el bosque a fin de instalar, para los habitantes del campo de concentraci¨®n, una cocina al sur y un lavadero al norte, se dej¨® en pie s¨®lo el roble. El roble de Goethe, el de la se?ora Von Stein. El simbolismo nunca ha estado tan barato como hoy en d¨ªa. En la actualidad, es poco menos que un juego de ni?os escribir eso que llaman 'glosas'. Se las manda a uno la historia mundial, gratis y libre de franqueo, a casa, listas para la pluma y la m¨¢quina de escribir. Para un escritor, escribir una glosa que concierna al Tercer Reich es directamente un asunto que afecta al pudor. Los robles alemanes bajo los que Goethe se sent¨® con la se?ora Von Stein siguen en pie, entre la cocina del campo de concentraci¨®n y su lavadero, s¨®lo gracias a una ley de protecci¨®n de la naturaleza. Entre la Ley de Protecci¨®n de la Naturaleza, que se promulg¨® hace muchos a?os, y la ley contra natura que se ha declarado de unos a?os a esta parte, o sea, para hablar en tono neoalem¨¢n, entre lavadero y cocina, est¨¢ el roble de proteccion natural de la se?ora Von Stein y Goethe. Junto a ese roble desfilan a diario los presos del campo de concentraci¨®n, es decir, pasan por all¨ª. ?La verdad! Corren falsas noticias sobre el campo de concentraci¨®n de Buchenwald; se hablar¨ªa de pretendidas atrocidades. Me parece que ha llegado la hora de reducirlas a su correcta proporci¨®n: hasta hoy y por lo que s¨¦, a¨²n no se ha atado a ning¨²n preso del campo de concentraci¨®n al roble bajo el que se sent¨® Goethe junto a la se?ora Von Stein; m¨¢s bien a los otros robles que no escasean en ese bosque".
?Una glosa en honor de la verdad! Tremendo art¨ªculo. Las circunstancias en que se escribi¨® son muy dram¨¢ticas. Roth estaba en el caf¨¦, dict¨¢ndolo, como sol¨ªa, o corrigi¨¦ndolo. Es probable que le diera tiempo de hacer las dos cosas. Entr¨® un exiliado en el caf¨¦ Tournon y anunci¨® que el poeta y dramaturgo Ernst Toller, muy querido por Roth, se hab¨ªa ahorcado en Nueva York. Es probable que Roth conociera ya la noticia. Uno de sus amigos, Soma Morgentsen, autor de Huida y fin de Josep Roth, cuenta que hab¨ªa le¨ªdo la noticia por la ma?ana, en el peri¨®dico. Y que la recibi¨® como si fuera algo f¨ªsico. Y que estuvo largo rato, silencioso, con los ojos cerrados y las manos sobre los ojos, y que cuando sali¨® de su sopor absorto lo primero que hizo fue tirar al suelo el peri¨®dico. En cualquier caso, su bi¨®grafo David Bronsen cuenta que Roth se levant¨® de la silla para contestar al exiliado, que le flaquearon las piernas y cay¨® fulminado. Un s¨ªncope. Aunque no morir¨ªa hasta cinco d¨ªas despu¨¦s.
Gil Bera pas¨® luego a hablarme de Toller y su muerte. El escritor atraves¨® todas las vanguardias literarias alemanas y fue un rojo obstinado. Seis a?os antes de suicidarse emigr¨® a Estados Unidos y recorri¨® el pa¨ªs alertando del peligro nazi. Casi nadie le hizo caso. En 1938 viaj¨® a Espa?a. Los ni?os republicanos se quedar¨ªan para siempre con ¨¦l. Hasta el punto de que de vuelta a Estados Unidos fund¨® Spanish Relief Plan para ayudar a esos ni?os. Recorri¨® Europa y Am¨¦rica haciendo colectas. Pero el dinero acab¨®, seg¨²n su bi¨®grafo J¨¹rgen Serke, en manos de Franco. Toller se suicid¨® en una habitaci¨®n del hotel Mayflower de Nueva York. Dice Gil Bera que dej¨® una especie de explicaci¨®n.
-Sobre la mesa de la habitaci¨®n hab¨ªa un grupo de fotos de los ni?os republicanos de Espa?a.
En modo alguno digo que sobre esa mesa estuviera la foto del payaso. Aunque no ser¨ªa del todo improbable. Al fin y al cabo, Capa era ya un fot¨®grafo muy conocido y Toller hab¨ªa estado con Roth, en Par¨ªs, a principios de 1939. Pero no. No lo necesito. Basta con saber que hemos llegado al Mayflower, a la habitaci¨®n del ahorcado, y que sobre la mesa est¨¢n esas fotos de ni?os vencidos.
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