Plagas
Causan ¨²ltimamente estragos en naranjos y limoneros. Combatirlos supone un coste, en trabajo y en dinero, adicional m¨¢s en las cuentas de nuestros agricultores. El diminuto piojo rojo de California o el minador de brotes tiernos son bichos reci¨¦n llegados al pa¨ªs de los c¨ªtricos, el clima suave y la guitarra mora, y son tambi¨¦n un ejemplo palpable y visible de una de las causas de la desolaci¨®n del campo. En un sesudo informe hecho p¨²blico hace unas semanas por la c¨¢tedra de Entomolog¨ªa Agr¨ªcola del Instituto Agroforestal Mediterr¨¢neo de la Universidad Polit¨¦cnica de Valencia, se indica que en las ¨²ltimas cuatro d¨¦cadas irrumpieron en el cultivo de los c¨ªtricos nada menos que 14 nuevas plagas de bichos for¨¢neos. Bichos con pasaporte brasile?o, argentino, asi¨¢tico, suramericano o norteamericano, aunque poco importe el pasaporte en un mundo con mercanc¨ªas globalizadas y contaminadas. Mal asunto para las maltrechas econom¨ªas de peque?os y medianos labradores, que ven c¨®mo se esfuman sus posibilidades de futuro en orden a seguir surcando y cultivando la tierra que heredaron. No es de extra?ar, pues, que salgan a la calle de tanto en tanto, y con la pancarta oportuna, para recordarnos que sus puestos de trabajo est¨¢n en estado ag¨®nico, y que cada nueva plaga o circunstancia adversa vienen a ser como estertores que presagian la desaparici¨®n de la vida y tradici¨®n de muchos valencianos, otrora orgullo y sustento econ¨®mico del pa¨ªs. Una vez invadidos nuestros campos por esos bichos de marras, poco se puede hacer por su desaparici¨®n total que no sea el desagradable uso de la qu¨ªmica y los productos fitosanitarios, cuya comercializaci¨®n es la protagonista del llamado caso Fabra. Un caso que es una rocambolesca historia de amigos pol¨ªticos y ex amigos pol¨ªticos, productores de fitosanitarios y compadres todos, guiados por el hilo conductor del enriquecimiento, mientras m¨¢s r¨¢pido mejor. Otra plaga, antigua pero con nuevos br¨ªos, esa del enriquecimiento r¨¢pido, mientras se empobrecen los labradores. Y lo peor es que esa plaga real del enriquecimiento no aparece ante nuestros ojos con la evidencia con que aparecen los deteriorados brotes de un naranjo atacado por el minador. Hay que esperar a que un suceso colateral deje entrever a la opini¨®n p¨²blica los agentes de la plaga. En el llamado caso Fabra, ese elemento colateral se nos present¨® en forma de comedia o drama calderoniano de amor, celos, adulterios, venganzas, honores y honras perdidas o por conquistar, cuya simple menci¨®n resulta rid¨ªcula y casposa. Y si las plagas de piojos y minadores, que arruinan a nuestros laboriosos y envejecidos labradores, pueden desaparecer alg¨²n d¨ªa a base de cuidados fitosanitarios e, incluso, puede introducirse una actividad profil¨¢ctica (la prevenci¨®n y la vigilancia de los c¨ªtricos que importamos), resulta mucho m¨¢s dif¨ªcil el combate social contra el otro tipo de plagas como la del enriquecimiento r¨¢pido y ostentoso. Si alg¨²n remedio existe para esta ¨²ltima es, sin duda, unos medios de comunicaci¨®n libres y atentos a sus s¨ªntomas. En Francia fue la publicaci¨®n sat¨ªrica Le Canard Enchain¨¦ que destap¨® hace nada las esencias del enriquecimiento ostentoso del ministro de Econom¨ªa Herv¨¦ Gaymard que acab¨® con su carrera pol¨ªtica, presentando su dimisi¨®n. La plaga que relaciona los fitosanitarios con el enriquecimiento de los de aqu¨ª, reaccion¨® con un contraataque a los medios de comunicaci¨®n por v¨ªa judicial. Un contraataque fitosanitario ineficaz que no acaba con las plagas de esa ¨ªndole.
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