Horrible
A veces, cuando hablo en esta columna de temas demasiado horribles, algunos lectores se incomodan. Para qu¨¦ contar esas cosas tan tremendas que no tienen arreglo y s¨®lo producen angustia, dicen. Pero yo soy m¨¢s optimista, o, mejor dicho, m¨¢s realista, porque basta con contemplar la historia del mundo para verificar que los horrores se han ido corrigiendo y atemperando as¨ª, con las denuncias p¨²blicas, con el desvelamiento de la atrocidad.
Una asociaci¨®n suiza ha conseguido grabar con c¨¢mara oculta un v¨ªdeo de seis horas en donde se prueba que en China despellejan y descuartizan vivos, cada a?o, a millones de animales para el comercio de pieles. Las desdichadas criaturas son zorros, martas, visones, conejos, perros y gatos. Primero son golpeados con una barra de hierro o contra el suelo para atontarles, pero la inmensa mayor¨ªa no pierde ni por un momento la consciencia, y en el v¨ªdeo se les ve chillar y retorcerse ag¨®nicamente cuando se les cuelga boca abajo y, con grandes cuchillos, les cortan las patas y luego les sacan la piel como quien da la vuelta a un calcet¨ªn. Despu¨¦s el pobre cuerpo ensangrentado es arrojado al suelo con los dem¨¢s en un revuelto mont¨®n de despojos, y lo m¨¢s terrible es que todav¨ªa est¨¢n vivos. Alguno incluso levanta la cabeza. El v¨ªdeo puede verse, si se tiene fuerzas para ello, en la web de ANPBA (Asociaci¨®n Nacional Para el Bienestar Animal), que tambi¨¦n ha iniciado una campa?a contra esta monstruosidad (para participar en ella, ir a http://www.bienestar-animal.org/campa?as/4.htm).
Estas pieles impregnadas de sufrimiento llenan nuestros armarios. En Espa?a su comercio es legal, de modo que el mercado est¨¢ inundado de gorros y estolas y cuellos confeccionados con estas pieles tr¨¢gicas. Incluso los juguetes de los ni?os, esos ositos tan suaves y tan graciosos, pueden tener una procedencia semejante. En la UE, s¨®lo B¨¦lgica, Dinamarca, Francia, Grecia e Italia han prohibido la importaci¨®n de pieles de perros y gatos. Hay que seguir su ejemplo, porque la mejor manera de luchar contra este espanto, contra este dolor enloquecedoramente cruel e innecesario que envilece un poco m¨¢s este sucio mundo, son las presiones comerciales. Tenemos que prohibir las pieles chinas.
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