25 a?os del Estatuto de los Trabajadores, una norma con futuro
El autor aboga por una reforma del Estatuto de los Trabajadores tras las nuevas desigualdades surgidas en el mundo del trabajo en los ¨²ltimos a?os, que han debilitado la situaci¨®n del trabajador ante la empresa.
El Estatuto de los Trabajadores (ET) de 1980 fue el producto de un consenso social y pol¨ªtico y ello ha asegurado su vigencia durante un cuarto de siglo. En su elaboraci¨®n jug¨® un papel muy importante el Acuerdo B¨¢sico Interconfederal, firmado por CEOE y UGT el 10 de julio de 1979, cuyos criterios fueron incluidos (algunos literalmente) en el texto legal del ET.
El Acuerdo B¨¢sico Interconfederal establec¨ªa los elementos constitutivos de esta norma: los derechos y deberes b¨¢sicos de la relaci¨®n laboral, la representaci¨®n de los trabajadores en las empresas y la autonom¨ªa de los interlocutores sociales. Esta ¨²ltima se sit¨²a en el centro del sistema, convirtiendo los convenios colectivos en pieza clave del nuevo ordenamiento laboral.
Una regulaci¨®n con garant¨ªas de equilibrio entre la vida profesional y privada es posible
El contexto de 1980 era muy diferente al de hoy. La Espa?a de 2005 tiene un mayor nivel de riqueza. Desde 1978, el PIB espa?ol ha crecido m¨¢s r¨¢pido que el de la UE y lo ha hecho en proporci¨®n mayor que la poblaci¨®n espa?ola. Como consecuencia, ha avanzado sensiblemente la convergencia real de la econom¨ªa espa?ola con la de la UE. La apertura exterior ha sido una de las principales fuerzas motrices de las grandes transformaciones de este periodo.
Seguir apostando por el ET, aqu¨ª y ahora, es propugnar su actualizaci¨®n a la luz de los principios constitucionales. Aspiramos a contar con un ET que cumpla la misi¨®n constitucional de garant¨ªa, protecci¨®n y correcci¨®n del desequilibrio empresario-trabajador, como prev¨¦ el art¨ªculo 35.2 de la Constituci¨®n Espa?ola.
Como organizaci¨®n sindical m¨¢s representativa y corresponsable de la puesta en marcha de aquel ET de 1980, estamos dispuestos mediante el di¨¢logo social y la negociaci¨®n a impulsar su actualizaci¨®n y la aplicaci¨®n efectiva del mandato constitucional al que antes me refer¨ªa.
El ET vigente como norma de protecci¨®n tiene, en t¨¦rminos cl¨ªnicos, un pron¨®stico reservado: sufre da?os, pero no se delimitan ni eval¨²an los mismos. Las modificaciones en la sociedad y en el mundo del trabajo han significado la aparici¨®n de nuevas desigualdades, el incremento de las existentes y, una posici¨®n m¨¢s d¨¦bil del trabajador en la empresa.
Con todo, el principal da?o infligido al ET ha venido de los sucesivos embates modificadores que, con el pretexto de favorecer la creaci¨®n de empleo ("el derecho al trabajo a cambio de perder los derechos en el trabajo"), han aumentado la discrecionalidad empresarial en temas como la jornada, la movilidad y otros.
Pero incluso si cont¨¢ramos con el primitivo Estatuto sin las reformas debilitadoras (a destacar las de 1994 y 2001, impuestas y muy negativas), habr¨ªa que mejorar su capacidad de respuesta a las realidades sociales y econ¨®micas y al desarrollo de unas relaciones de trabajo protagonizadas por los convenios colectivos. Hay, adem¨¢s, factores que atentan contra la negociaci¨®n colectiva y debilitan la aplicaci¨®n de la ley, como son los pactos individuales masivos, los acuerdos mediante los cuales determinados trabajadores escapan del convenio, la creaci¨®n de figuras ficticias no laborales: becarios, parasubordinados o falsos aut¨®nomos, etc.
Las relaciones laborales que propugna UGT se concretan en una buena protecci¨®n de la ley y en un convenio colectivo que, de manera consensuada, recoja el desarrollo constante de su capacidad adquisitiva, de una mejor organizaci¨®n del tiempo de trabajo, de la promoci¨®n profesional, de la calidad del empleo, etc. La negociaci¨®n colectiva de eficacia general que sustenta nuestro modelo precisa de medidas de promoci¨®n y de instrumentos y medios para que la aplicaci¨®n de lo pactado pueda realizarse de manera estable.
Por otro lado, los nuevos m¨¦todos de organizaci¨®n del trabajo, la flexibilidad en los esquemas productivos, la versatilidad en la prestaci¨®n de servicios, el valor determinante de los sistemas de calidad y las nuevas herramientas de gesti¨®n han revolucionado las estructuras de las empresas. Si para los empleadores representan una importante herramienta de gesti¨®n, su unilateral puesta en pr¨¢ctica ha significado para los trabajadores m¨¢s precarizaci¨®n del empleo. Realidades como la subcontrataci¨®n en cadena o los grupos empresariales no pueden seguir siendo ajenas a la regulaci¨®n del ET. Estos nuevos desequilibrios deben corregirse.
Pero tambi¨¦n ha habido otros cambios significativos. Si la formaci¨®n para el trabajo es tan necesaria como lo ha sido siempre, el perfil profesional que se demanda ha cambiado sensiblemente. Se incide m¨¢s en las actitudes que en las aptitudes, y esto ha originado una nueva brecha en la desigualdad de oportunidades, y en el acceso y posibilidades de promoci¨®n profesional. Los procesos de selecci¨®n de personal, actualmente sin regulaci¨®n legal, son decisivos para el trabajador. Esta materia exige tambi¨¦n derechos de participaci¨®n, formaci¨®n y promoci¨®n profesional m¨¢s eficaces.
Otro apartado relevante es el tiempo de trabajo. En la visi¨®n tradicional, la fuerza de trabajo era entregada a cambio de un salario durante un tiempo prefijado, constante e inalterable, con descansos igualmente fijos y comunes para la generalidad de la clase obrera. Ese esquema no es ya el dominante, pero eso no quiere decir que deba declararse la ley de la selva. Una regulaci¨®n del tiempo de trabajo con garant¨ªas de equilibrio entre la vida profesional y la privada, familiar y social es posible. La sociedad lo demanda.
Los elementos antes se?alados son claves para entender el rumbo del Derecho del Trabajo y del ET como coraz¨®n del mismo. Seguimos manteniendo que el Derecho del Trabajo tiene un papel fundamental en el siglo XXI, para evitar la arbitrariedad en las empresas y para lograr relaciones laborales tan equilibradas como productivas. Esto inspir¨® a los firmantes del Acuerdo B¨¢sico Interconfederal y estuvo muy presente en el debate parlamentario del ET. Y es, sin duda, su mejor legado.
C¨¢ndido M¨¦ndez es secretario general de UGT.
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