?Gracias, president!
Ma?ana se discute la moci¨®n de censura presentada por el Partido Popular contra el gobierno de Pasqual Maragall. Nadie espera que Josep Piqu¨¦ se proclame presidente ni que la sesi¨®n tenga mayores resultados que un largo y seguramente interesante discurso televisado. La querella de CiU tampoco parece que tenga un futuro muy operativo. Toda la tormenta medi¨¢tica pasar¨¢, al fin, sin pena ni gloria. Pero aun as¨ª, quedar¨¢n algunas cosas positivas que tendremos que agradecer al pretendido exabrupto del President.
Lo primero que hay que agradecerle es haber levantado un poco de aire fresco contra el amodorramiento de las hipocres¨ªas consensuadas. Aludir vagamente a un confuso 3% y despertar inmediatamente las iras del jefe de la oposici¨®n es una escena de clarificaci¨®n de sobreentendidos equ¨ªvocos. Mas no tuvo que preguntar a qu¨¦ se refer¨ªa Maragall y se sinti¨® (¨¦l o su partido) acusado de corrupci¨®n o de financiaci¨®n irregular.
Un presidente puso el dedo en la llaga y el otro ten¨ªa los pies de barro. Pero me temo que lo mismo les ocurri¨® a los ciudadanos medianamente enterados: hace tiempo que todo el mundo habla de comisiones en las adjudicaciones de obras, destinadas, en el mejor de los casos, a financiar los partidos. Lo que no sab¨ªamos a ciencia cierta era el porcentaje y tampoco ten¨ªamos testimonios suficientemente honestos y valientes para demostrarlo. El hecho de que el President lo cite en el Parlament, aunque tampoco lo haya probado, ha sido vagamente reconfortante.
Las sospechas no demostradas pero tan generalizadas quiz¨¢s no est¨¦n maduras para presentarse ante los jueces, pero s¨ª para ser pol¨ªticamente discutidas en el Parlament, un lugar p¨²blico de conversaci¨®n y debate entre personas elegidas para entenderse y decidir. Ahora todo el mundo sabe que el problema, por lo menos, est¨¢ en la conciencia (o la subconciencia) del Gobierno y de la oposici¨®n. Ya no dudamos de que en la primera oportunidad se va a plantear la financiaci¨®n de los partidos y se va a lograr la eliminaci¨®n de las corrupciones que, como hemos visto, todo el mundo sospecha y muchos partidos, seg¨²n parece, practican.
Otra hipocres¨ªa que ha quedado bastante al descubierto es el de los programas electorales e incluso el de las pretendidas ideolog¨ªas fundamentales de muchos partidos. Decir, como han dicho Mas y Pujol que, despu¨¦s de esta rid¨ªcula tempestad, CiU no dar¨¢ el apoyo entusiasta y colaborador a la redacci¨®n del nuevo Estatut y a las bases para otra financiaci¨®n, delata una falta de fidelidad a sus votantes. Intentar defenderse contra una sospecha de corrupci¨®n, seguramente generalizada y aplicable a otros partidos, amenazando con destruir lo que cre¨ªamos que era la base de su programa electoral, es decir, una mayor soberan¨ªa del pa¨ªs, es una muestra de que est¨¢bamos equivocados respecto a la sinceridad de esa base conceptual. O quiz¨¢s sea la explicaci¨®n del porqu¨¦ en esos ¨²ltimos 20 a?os casi no se ha adelantado en la consecuci¨®n de mayor autonom¨ªa y mayor financiaci¨®n. O, en fin, tendremos que dar la raz¨®n a los que afirman que este falso terremoto es simplemente el principio de una guerra antidemocr¨¢tica de las derechas contra las izquierdas, de momento representadas por el llamado tripartito.
Hay que reconocer, no obstante, que ese aire fresco de Maragall contra las hipocres¨ªas pol¨ªticas ha tenido tambi¨¦n otras consecuencias: el ciudadano cada d¨ªa desconf¨ªa m¨¢s de la pol¨ªtica y de los pol¨ªticos y no comprende por qu¨¦ en un tema como el del Carmel todos los partidos no se han unido al esfuerzo para resolver los graves problemas consecuencia de aquella tremenda desgracia, en vez de derivar hacia peleas internas o tomas de posici¨®n electoralistas. Incluso ERC ha aprovechado la ocasi¨®n para anunciar a su favor que esta crisis es el fin del periodo hist¨®rico PSC-CiU y el principio de un cambio radical en el que los republicanos marcar¨¢n un nuevo comp¨¢s pol¨ªtico. Menos mal que el conseller Nadal dedic¨® tres horas a explicar el tema del Carmel y est¨¢ logrando adecuadas l¨ªneas de atenci¨®n a los damnificados y para detectar responsabilidades. A los dem¨¢s les ha interesado m¨¢s aprovechar la ocasi¨®n para preparar el ambiente electoral.
Este aumento de desconfianza es, evidentemente, negativo, pero me atrever¨ªa incluso a encontrar en ¨¦l alg¨²n s¨ªntoma positivo. Es evidente que alg¨²n d¨ªa tendremos que sublevarnos contra esa falsa democracia justificada solo por la abstracta mec¨¢nica de los procesos electorales (aunque sean desequilibrados y basados en las listas cerradas e indocumentadas), por los intereses poco claros de los partidos, por el poder decisivo de los medios y los lobbies econ¨®micos m¨¢s rec¨®nditos y por tantos otros enga?os y frivolidades. Entonces necesitaremos una mayor¨ªa de ciudadanos firmemente desconfiados e incluso desenga?ados. Y la crisis del 3% como consecuencia de la crisis del Carmel habr¨¢ ayudado a conseguirlo. ?Gracias, President!
Oriol Bohigas es arquitecto y urbanista.
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