En si bemol menor

Las sonatas de Chopin y Rachmaninov que afront¨® la pianista francesa H¨¦l¨¨ne Grimaud en el Auditorio Nacional est¨¢n en la misma tonalidad -si bemol menor- y conviven en su ¨²ltimo registro discogr¨¢fico para DG. No es una casualidad su emparejamiento. Reflejan una actitud de la artista en el presente. Son, por as¨ª decirlo, su ¨²ltima tarjeta de visita. Con la de Rachmaninov, su relaci¨®n viene de lejos, pues con ella hizo su presentaci¨®n en el mundo del disco all¨¢ por 1985. Ahora utiliza la versi¨®n de 1931, m¨¢s liviana y reducida, lo cual es tambi¨¦n un detalle intencionado. La de Chopin es una prueba de fuego para cualquier pianista.

El recital ten¨ªa, de entrada, sus riesgos. Grimaud los super¨® sobradamente. A su estilo, claro. Es una pianista anal¨ªtica, de sonido sensible y fraseo elegante. Da atenci¨®n prioritaria al dibujo frente al color. Y, como muchos de los pianistas franceses, no puede negar que procede del pa¨ªs de Debussy, al margen de que lo interprete o no. Es una manera de sentir y se manifest¨® ya desde la Berceuse que preced¨ªa a la sonata de Chopin. ?La luz, quiz¨¢s? Su sonata de Chopin fue espl¨¦ndida y, en particular, los dos ¨²ltimos movimientos, con una marcha f¨²nebre de extrema limpieza y capacidad de evocaci¨®n.

Grimaud no es una pianista de efectos. Su trazado es de una extraordinaria naturalidad. Y no digo sencillez, pues se nota que hay un s¨®lido trabajo detr¨¢s de cada frase. Todo se escucha sin manierismos. Con placer. En cuanto a su versi¨®n de Rachmaninov, fue sencillamente impoluta.