No a la 'omert¨¤'

La moci¨®n parlamentaria de censura que el l¨ªder del PP catal¨¢n, Josep Piqu¨¦, defendi¨® ayer contra el presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, sirvi¨® para encauzar con relativa sensatez la crisis catalana, lo que no es poco dado el nivel de crispaci¨®n alcanzado. Maragall pidi¨® disculpas por sus palabras sobre las comisiones del 3% presuntamente cobradas de las obras p¨²blicas por anteriores Gobiernos, pero insisti¨® en reivindicar la transparencia frente a la corrupci¨®n. Fue en realidad una disculpa formal que se dirigi¨® a la ciudadan¨ªa por la crisis pol¨ªtica ocasionada con sus excesos verbales. No hay disculpa alguna, en cambio, sobre el fondo de la cuesti¨®n, que corresponde investigar a la comisi¨®n parlamentaria y a la fiscal¨ªa.

Como resultado de esta actitud, el l¨ªder de CiU, Artur Mas, hall¨® argumentos para retirar la absurda querella criminal que hab¨ªa interpuesto ante los tribunales, algo que beneficia a todos y sobre todo a ¨¦l mismo, pues el destino de la querella no pod¨ªa ser otro que su rechazo por el Tribunal Superior. Aunque el protagonismo de Piqu¨¦ oscureci¨® a Mas, no le sirvi¨® para erigirse en verdadera alternativa. Y el Gobierno tripartito logr¨®, en fin, sortear su segunda gran crisis, tras la surgida con el viaje de Carod Rovira a Perpi?¨¢n.

A la moci¨®n de Piqu¨¦ habr¨¢ que atribuir el m¨¦rito de dar a Maragall la oportunidad de enfrentar una sesi¨®n parlamentaria de gran dureza con sangre fr¨ªa y enorme contenci¨®n, sobre todo si se compara con los m¨²ltiples deslices verbales -que Piqu¨¦ se encarg¨® de recordar con toda exactitud y crueldad- de las ¨²ltimas semanas. La precisi¨®n y los matices de la respuesta presidencial a la crisis ha permitido as¨ª la restauraci¨®n de un clima parlamentario que estaba bajo m¨ªnimos. ?Ser¨¢ suficiente como para recomponer el consenso alrededor de la reforma del Estatuto? Maragall dijo con contundencia que quer¨ªa transparencia y nuevo Estatuto o nada, de forma que nadie pueda mercadear entre la investigaci¨®n de la corrupci¨®n y la redacci¨®n del nuevo texto auton¨®mico. La respuesta de Mas es por el momento de insatisfacci¨®n, pues imput¨® al Estatuto la condici¨®n de "tocado". El principal problema de CiU a partir de ahora ser¨¢ c¨®mo desvincular su actitud ante el Estatuto de lo que vaya sabi¨¦ndose sobre las pr¨¢cticas de adjudicaci¨®n de obras p¨²blicas de sus Gobiernos.

La crisis, encauzada pero no resuelta, abre un futuro inmediato m¨¢s viable para la pol¨ªtica catalana, aunque no lo despeja, especialmente la reforma estatutaria. Es de agradecer que no lo abra a base de esconder los cad¨¢veres de todos los armarios, de esa omert¨¢ que con todas sus letras evoc¨® ayer Josep Piqu¨¦. La limpieza de la vida p¨²blica no debe sacrificarse a las reformas legales necesarias, pero ¨¦stas tampoco deben aplazarse por la lucha anticorrupci¨®n. Algunos sostienen que el "oasis catal¨¢n" era un erial cuya factura la pagaba la oposici¨®n de izquierda, que termin¨® cuando CiU y el PP dejaron el poder. En todo caso, ha dejado de existir en su versi¨®n de ayudas mutuas frente a la transparencia. Es de esperar que se mantenga en lo que tuviera de menor crispaci¨®n y formas pol¨ªticas m¨¢s correctas.