Fiebre
La gripe es un tema cl¨¢sico del columnismo literario. No resulta extra?o, porque se trata de una tradici¨®n humana que en el momento menos esperado se convierte en rabiosa actualidad. Afortunadamente la ciencia le ha parado los pies al tradicionalismo y a las ra¨ªces hist¨®ricas de los procesos gripales, porque hubo ¨¦pocas en las que significaban verdaderos procesos de exterminio. Nadie est¨¢ libre de una mala complicaci¨®n o de un acto de barbarie, pero lo corriente es que el asalto se resuelva con tres d¨ªas de fiebre. Ahora parece que te vas a morir, pero lo normal es que no te mueras. Esa es la aportaci¨®n m¨¢s significativa de la actualidad al asunto eterno de la gripe. Tambi¨¦n existen otros a?adidos modernos que se relacionan con el avance de la t¨¦cnica. Pienso, por ejemplo, en los n¨²meros rojos que marcan la hora en la radio-despertador y se mezclan en la duermevela sudorosa del enfermo con una lentitud irritante, angustiosa, capaz de desanimar al esp¨ªritu m¨¢s paciente. El tiempo no pasa, lleva cadenas en los tobillos, va dando peque?os saltos entre los minutos de inconsciencia, las brumas de la habitaci¨®n, los visitantes inciertos del sue?o y las voces de los locutores. Un desamparo ¨ªntimo, un pozo sin fondo, un cansancio que llega hasta las mismas ra¨ªces, un m¨¢stil partido, una capitulaci¨®n, eso es la noche.
Una mala gripe la tiene cualquiera, aunque si te toca parece la peor gripe del mundo. He vivido el 11 de marzo y sus v¨ªsperas con la peor gripe del mundo. En mi parte m¨¦dico privado, una fiebre pertinaz, y en las noticias de la radio una pesadilla, el des¨¢nimo infinito que provoca la impunidad repetida cuando la c¨®lera se disuelve en el cansancio. La gripe deja pocas fuerzas para oponerse a la sinraz¨®n. Uno s¨®lo quiere dormirse del todo, hundirse en la noche de las mantas largas. La insistencia del PP en mantener sus errores sobre el atentado terrorista del 11 de marzo se parece a una obsesi¨®n nocturna, a una herida de fiebre abierta en el mundo de las razones. ?Qu¨¦ des¨¢nimo! ?D¨®nde vivo? ?Qu¨¦ hora es? Hay que tranquilizarse, una nube, un ruido, esto es un sue?o, esto es la fiebre, dos y dos son cinco, no s¨¦, esto es el miedo, la desesperanza, voy en tren, en barco, las olas, no, dos y dos son cuatro. Tranquilo. Hay que hacer recuento para volver a la realidad. Uno: la utilizaci¨®n pol¨ªtica del terrorismo se instal¨® en la democracia espa?ola cuando el PNV quiso sacar provecho de ETA, present¨¢ndose como una alternativa de vascos buenos a la que hab¨ªa que mimar para que no viniesen los vascos malos. Dos: el PP aprovech¨® la situaci¨®n despu¨¦s y se dedic¨® a buscar votos en Espa?a a costa de alimentar la hoguera vasca. Tres: una parte de las v¨ªctimas del terrorismo se convirti¨® en el brazo sentimental del PP. Cuatro: al producirse el atentado del 11 de marzo, el PP minti¨® conscientemente a los espa?oles en busca de una mayor¨ªa absoluta. Cinco: no le sali¨® la jugada. Seis: le cuesta trabajo admitir su fracaso y, sobre todo, la naturaleza de su mentira. Siete: para que no se le escape el poder de las v¨ªctimas hay que ir contra Peces Barba. Ocho: tiene el apoyo de un sector de la prensa que ha regresado al matonismo period¨ªstico. Nueve: voy a levantarme, me tomo un Frenadol, un somn¨ªfero, y a ver si me duermo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.