El fuego purificador
La artista Beth Moys¨¦s critica la violencia en una 'performance' por las calles de Sevilla con 85 mujeres vestidas de novias
La ciudad, acostumbrada a procesiones sin preaviso y en cualquier d¨ªa del a?o, se sorprendi¨® ayer tarde. Casi un centenar de mujeres desfilaron vestidas de novias, de dos en dos y en silencio, desde las Reales Atarazanas hasta la plaza Nueva. La comitiva la encabezaba un gran caj¨®n, tambi¨¦n blanco como los trajes, que cuatro de las novias transportaban en parihuelas. Dentro herv¨ªan los malos recuerdos que todas las participantes en el acto, m¨¢s algunas habitantes de casas de acogida para mujeres maltratadas de Sao Paulo (Brasil) y Sevilla, pretenden olvidar.
"?A d¨®nde ir¨¢n? A casarse por el Ayuntamiento, digo yo", el di¨¢logo se produc¨ªa entre una pareja que rondaba los sesenta a?os. Mientras que otro paseante, de la misma quinta, exclamaba: ?La vida est¨¢ alterada!
La peculiar procesi¨®n dejaba at¨®nitos a los viandantes cuando se percataban de que las novias ten¨ªan desde los 14 hasta pasados los 60 a?os, e iban un poco desali?adas, con trajes sin planchar y, la mayor¨ªa, hab¨ªa sustituido los inc¨®modos tacones por zapatillas de deporte.
La performance, titulada Memoria del afecto, es un acto contra la violencia de g¨¦nero que realiz¨® la artista brasile?a Beth Moys¨¦s y forma parte de la exposici¨®n Carrera de fondo, en la que participan 15 artistas internacionales. La muestra, que puede verse en el monasterio de Santa In¨¦s est¨¢ organizada por la Consejer¨ªa de Cultura y comisariada por Margarita Aizpuru.
C. A., sevillana de 28 a?os, es una de las cuatro presas a las que Instituciones Penitenciarias ha dado permiso para participar en la performance. Esta mujer, que lleva dos a?os y tres meses en el Centro Penintenciario de Sevilla, tiene derecho al r¨¦gimen abierto, pero ha renunciado por temor a que su marido, que la maltrataba, la encuentre. "Siempre he tenido miedo de decir que me maltrataban y me aguantaba por la familia. Tengo cinco ni?os, el mayor tiene 12 a?os y la m¨¢s chica, tres. Aqu¨ª me me han ayudado mucho mis compa?eras y la psic¨®loga, as¨ª que he decidido echarle un poco de valor y participar; aunque no quiero que se me vea la cara. Tengo miedo. Cuando salgo de permiso me lo paso escondida", relataba ayer.
Rosario Flores es de Lora del R¨ªo (Sevilla) y no se acuerda de los a?os que tiene; aunque es madre de nueve hijos y el mayor ya ha cumplido la treintena. "He pasado al tercer grado y ya mismo estoy en la calle. He querido participar porque yo tambi¨¦n he sido maltratada y a mi hija ahora le pasa lo mismo. Somos gitanos y no nos atrevemos a denunciar", dice Rosario a quien, despu¨¦s de tener seis hijos, el hombre que la maltrataba la abandon¨®. "Pero todav¨ªa estamos con la misma tarea y eso que yo tengo mi vida con otro hombre", asegura. "En el papel que vamos a quemar he escrito su nombre y que me deje en paz y lo he hecho muy ligero", a?ade orgullosa.
En la comitiva participaron tambi¨¦n dos mujeres de un centro de acogida, una madre y sus dos hijas, una profesora de instituto y cinco de sus alumnas, trabajadoras sociales, amas de casa, feministas, soci¨®logas y artistas.
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