'Desacuerdos': el eterno retorno
Sobre la l¨ªnea recta de la transici¨®n espa?ola existe un eterno retorno, como el m¨¢s sugerente y terrible laberinto del que hablaba Borges. Es el retorno de los acontecimientos que el tiempo ha desplazado sobre su l¨ªnea y que ahora resuenan en forma de proyecto. Desacuerdos. Sobre arte, pol¨ªticas y esfera p¨²blica en el Estado espa?ol conforma esa distancia frente al espejo de nuestro pasado, y el punto aleatorio que la recorre abre m¨²ltiples posibilidades para el debate y la investigaci¨®n. Para hablar de esta exposici¨®n, Babelia ha reunido en el Macba a cuatro artistas que vieron desplegado su trabajo en alg¨²n suceso de los ¨²ltimos 35 a?os: el cineasta Pere Portabella (Figueres, 1927), Isidoro Valc¨¢rcel Medina (Murcia, 1937), Soledad Sevilla (Valencia, 1944) y Antoni Mercader (Banyoles, 1941).
Pere Portabella: "No s¨®lo han quedado obsoletas las formas tradicionales de funcionamiento de los partidos pol¨ªticos, tambi¨¦n de los museos"
Antoni Mercader: "El museo debe abrirse a las propuestas de mutaci¨®n, de conversi¨®n sustancial, de estudio y an¨¢lisis, informarlas y exponerlas"
PREGUNTA. Tras la exposici¨®n ]]>Arte y utop¨ªa, el pasado verano en el Macba, uno tiene la sensaci¨®n de que lo que el museo plantea ahora en Desacuerdos ser¨ªa un arte y heterotop¨ªa. ?Se ha convertido el museo en ese espacio ideal donde las alternativas pueden tomar forma o donde se puede establecer m¨¢s eficazmente la cr¨ªtica a las normas y a los procesos establecidos?
ANTONI MERCADER. No disponemos de un modelo historiogr¨¢fico propio, por tanto no estamos dotados de una historiograf¨ªa rigurosa, eficaz y contrastada. Tampoco podemos hablar de una investigaci¨®n competente en historia de arte contempor¨¢neo. Solemos, como mucho, referirnos a iniciativas, casos aislados, individualidades... Desacuerdos no disuelve nada, es un intento coral y tiene que demostrar que es una alternativa. El museo, como agente comunicador que es, debe abrirse a las propuestas de mutaci¨®n, de conversi¨®n sustancial, de estudio y an¨¢lisis, informarlas y exponerlas. Es de esperar que potencie la lectura cr¨ªtica de lo contrahegem¨®nico. Est¨¢ claro que los museos de arte contempor¨¢neo no est¨¢n preparados, la mayor parte son arquitectura selecta, ni siquiera han asumido los estatutos del ICOM (modificados en 2001 en la asamblea general de Barcelona) que hablan del estudio, educaci¨®n y goce de lo tangible y lo intangible. Estoy con la l¨ªnea del Macba.
ISIDORO VALC?RCEL MEDINA. Para m¨ª la heterotop¨ªa no es algo distinto a la utop¨ªa, y he de decir que ambas cosas me parecen nefastas, porque, como se dice de las banderas, est¨¢n manchadas de sangre. Los museos pasan ol¨ªmpicamente de lo que puede ser una actitud renovadora y eso no significa que est¨¦n incapacitados para ello sino que las directrices no "aconsejan" someterse a un desacuerdo verdadero. Estemos, pues, en desacuerdo para dar un primer paso en estar de acuerdo con lo ut¨®pico. Aunque, insisto, me fastidia la utop¨ªa, prefiero dar el callo en el "topos" real y tangible. Por tanto, no nos emplacemos ni siquiera a un desacuerdo, porque yo en desacuerdo estoy ya, antes de llegar a ning¨²n sitio. Su pregunta tiene trampa, ?para qu¨¦ la heterotop¨ªa, si tenemos la utop¨ªa y no la hemos cumplido?
PERE PORTABELLA. El historicismo es una manera de lanzar una tenue reflexi¨®n en un intento de homogeneizar o de apoderarse de lo que son todas estas fluctuaciones cr¨ªticas de los, llam¨¦mosles, procesos de producci¨®n, un intento de laminar, de controlar e intentar que esto no se separe de lo que es la visi¨®n de continuidad causa/efecto, que es la Historia del Arte. Hay que diferenciar lo que es la pol¨ªtica de un museo como el Macba en relaci¨®n a otros, no se trata de decir si est¨¢n preparados o no. El Macba se enfrenta a lo que viene siendo esa concepci¨®n historicista y a la funci¨®n de todos esos museos que han hecho ese selecto almacenamiento y exhibici¨®n casi obscena de lo que significan los valores de cambio m¨¢s que de uso del arte. Lo digo todo en min¨²scula, no quiero caer en t¨®picos demag¨®gicos. Hoy los museos tienen que replantearse, en un escenario distinto, todo el contexto general, el de la globalizaci¨®n, que ha dado unos cambios radicales estructurales que afectan a las identidades del individuo y la colectividad, desde la econom¨ªa, la ciencia, la inform¨¢tica, los movimientos sociales. Los movimientos ¨¦ticos en los pa¨ªses m¨¢s o menos avanzados en relaci¨®n a los poderes establecidos tienen m¨¢s presencia, credibilidad y fuerza que los propios poderes establecidos cl¨¢sicos. El historicismo lo que hace es cosificar, homogeneizar y restablecer una zona de estabilidad en relaci¨®n al "topos" anterior perfectamente controlado con un sistema de valores que se mantiene. Y el Macba lo que pretende aqu¨ª es establecer nuevas formas de codificaci¨®n ling¨¹¨ªsticas que significar¨¢n en el futuro nuevas formas de narrativa.
SOLEDAD SEVILLA. El museo es un espacio de poder que impone su criterio y su ley. Y lo que plantea una exposici¨®n como ¨¦sta es un puro contrasentido, porque el museo es la norma, la norma incluso en artistas marginales, y desde el momento que el museo los exhibe entra en cuesti¨®n esa marginalidad. En Desacuerdos el Macba dice, cuidado, yo no soy responsable, esto ocurri¨® hace cuarenta a?os y aqu¨ª se lo presento a ustedes. Muchos de los artistas que estamos aqu¨ª con nuestras piezas, que desde mi punto de vista es arqueolog¨ªa pura, estamos tambi¨¦n en activo, pero eso es precisamente lo que nos impide estar en este museo, porque no entramos dentro de cierta l¨ªnea elitista.
P. P. Mientras yo estuve en las vanguardias pol¨ªticas y en los momentos m¨¢s dif¨ªciles de la dictadura, donde mejor fuimos acogidos fue en las iglesias de Barcelona, y nunca tuve la sensaci¨®n de que eso pesara sobre m¨ª, al contrario, siempre hab¨ªamos ganado nosotros, simplemente porque la polic¨ªa no nos pillaba. Es la idea del okupa, o del que subvierte el espacio del museo.
P. ]]>Desacuerdos... arranca en 1972, con los Encuentros de Pamplona, que supone la primera tentativa de la vanguardia art¨ªstica espa?ola de construir y apropiarse de nuevas esferas p¨²blicas y de indiferenciar la alta cultura y la cultura popular; pasa por el cuestionamiento de estructuras como Arco o los procesos de transformaci¨®n del espacio p¨²blico urbano (el caso del llamado Modelo Barcelona) y finaliza con el an¨¢lisis del impacto de las nuevas tecnolog¨ªas en el arte y la aparici¨®n de las nuevas voces cr¨ªticas, que Antonio Negri y Michael Hardt denominan "multitud". ?Una de las posibles conclusiones, despu¨¦s de ver la exposici¨®n, podr¨ªa ser que por fin en Espa?a existe una aut¨¦ntica sociedad civil? ?Y de qu¨¦ forma podr¨ªa esta sociedad civil articular un nuevo paradigma est¨¦tico?
P. P. Los cambios estructurales de que hablaba antes son los que est¨¢n haciendo mover las cosas. No s¨®lo han quedado obsoletas las formas tradicionales de funcionamiento de los partidos pol¨ªticos, tambi¨¦n de los museos. Sobre el discurso ¨²nico, sobre la cobertura de la mundializaci¨®n de la econom¨ªa, cae esta realidad de la que hablamos. Vivimos bajo una especie de b¨®veda, muy s¨®lida, como una c¨²pula renacentista, el universo hecho realidad palpable y a la medida del individuo. Toda producci¨®n art¨ªstica funciona dentro de esta b¨®veda en la que cabe cualquier otra actividad. No se puede hablar del arte como de un problema sino que el arte es una forma de la expresi¨®n del problema general. Lo dif¨ªcil es estar ah¨ª y aceptarlo, debemos meternos en la mierda, como dicen los conservadores, que es donde se est¨¢ bien.
I. V. M. Esta ma?ana he o¨ªdo decir a alguien que es una pena que exista Desacuerdos, porque esta exposici¨®n invalida que se hagan otras m¨¢s. No es mi opini¨®n. Pero quer¨ªa decir, y lo siento porque no puedo dejar de "escaparme", que el t¨¦rmino "sociedad civil", que no s¨¦ muy bien lo que es pero es lo que hemos conocido hasta ahora, no es lo opuesto a sociedad religiosa o sociedad militar, o a sociedad fabril, no nos liemos con los conceptos.
P. Estar¨ªa ligada a la acci¨®n, una sociedad que contesta y protesta.
P. P. Ahora existe m¨¢s que nunca. Incluso dir¨ªa que los menos marginados del futuro son los que est¨¢n hoy marginados, los que no votan, porque el que no vota es una voz m¨¢s compleja y mucho m¨¢s adaptada a una realidad, tambi¨¦n compleja.
I. V. M. Pero eso es una entelequia, en cuatro mil a?os hemos dado mentalmente unos pocos pasos. A m¨ª me pasma. Y t¨², Soledad, has dicho que el artista cuando entra en el museo asimila y acepta ciertas cosas. Ahora bien, el artista tiene la obligaci¨®n de dar ese pasito y al minuto desdecirse de ese pasito. Yo soy virgen en cuanto a tener obra en museo, probablemente porque no la han querido, pero eso para m¨ª es un m¨¦rito. Y me dicen de venir aqu¨ª y no pongo objeci¨®n. Me digo a m¨ª mismo, "esto es arqueol¨®gico".
S. S. Hay dos tipos de artista, el que experimenta el arte como t¨¦cnica para vivir y aquellos para quienes el arte es una forma de vida. En tu caso es una forma de vida, por tanto te da igual estar o no en el museo. Pero un artista tiene derecho a vivir de su arte sin estar influenciado por las tendencias que le marca el museo.
P. P. Esto es muy divertido, porque t¨², Isidoro, has dicho que tu obra no est¨¢ en ning¨²n museo. Mi caso es distinto, nunca pude imaginar que mi obra acabar¨ªa en un museo, ni siquiera en un festival de cine, en una gasolinera s¨ª [risas]. Jam¨¢s he separado mi pr¨¢ctica de cineasta de mi vida, he cuestionado los c¨®digos, no los argumentos; nunca he militado en un partido, pero he sido un ciudadano militante. Soy un cineasta puro y duro que ha entrado en el museo, como un okupa, y ahora formo parte de la colecci¨®n, y siento que esto me es ¨²til.
A. M. Lo mismo hicimos el Grup de Treball, cogimos todo lo que ten¨ªamos en un taller de Sant Just Desvern y lo depositamos aqu¨ª, en el Macba, a cambio de nada. Quiero decir que a m¨ª me interesa mucho el t¨ªtulo de la exposici¨®n, es un aut¨¦ntico hallazgo. Para historiar hay que ponerse de acuerdo, yo leo el t¨ªtulo con un gui¨®n, des-acuerdos, el prefijo des tiene un significado de intensificaci¨®n, en el sentido de des-gastar, de insistir. A medio camino entre los dos focos que hay en nuestro mundo "patrimonial" del arte, que pasa de la autosatisfacci¨®n a la causticidad sistem¨¢tica.
P. P. Tambi¨¦n hay desconfianza. Todo el mundo est¨¢ desconcertado. Antes, en los setenta, con los nuevos caminos que se abr¨ªan en el arte, sab¨ªamos qu¨¦ hacer, ahora, yo no s¨¦ qu¨¦ hacer. Pero estoy tranquilo, porque s¨¦ lo que no tengo que hacer. Y enseguida pienso en que hay momentos en que tienes que quedarte as¨ª.
S. S. Todo se desvirt¨²a y al final las palabras pierden su peso.
P. P. La palabra "ef¨ªmero" ha irrumpido y desestabilizado a mucha gente del mundo del arte. Todo lo que se hizo hasta los setenta part¨ªa de la mentalidad del artista artesano.
I. V. M. Lo que tendr¨ªa que haber es un desacuerdo entre la moda y el modo. Los artistas tenemos que representar el modo. Igual que he dicho que ha de haber un desacuerdo entre el arte y el museo.
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