El largo adi¨®s
Antonio Ortega pretende ocupar su esca?o en el Parlamento hasta que terminen los congresos provinciales a finales de abril
"Desde ya anuncio que har¨¦ lo que me mande el partido (...) me pondr¨¦ a barrer la sede si la direcci¨®n quiere (...) Creo en la disciplina (...) Ser¨¦ un ejemplo de militancia porque el PA es lo primero (...) Pondr¨¦ a disposici¨®n mi acta de diputado y en ning¨²n momento plantear¨¦ inconvenientes para la reorganizaci¨®n del grupo parlamentario". Antonio Ortega, ex secretario del Partido Andalucista (PA), no se cans¨® de repetir estas proclamas antes y despu¨¦s del congreso nacional del pasado mes de diciembre, del que sali¨® derrotado por Juli¨¢n ?lvarez, como una manera de demostrar su desapego de cargos y prebendas y la entrega incondicional y desinteresada al partido.
Nada m¨¢s terminar el c¨®nclave, la nueva ejecutiva le acept¨® el "gesto" (en la primera reuni¨®n) y aprob¨® una estructura de grupo parlamentario que a¨²n no ha conseguido aplicar porque el ex secretario general, pese a lo expresado con tanta vehemencia y desgarro, sigue sentado en la C¨¢mara auton¨®mica deshojando la margarita de la fecha id¨®nea de su marcha.
Los partidarios del ex l¨ªder le han pedido que abandere la oposici¨®n a ?lvarez
La direcci¨®n no est¨¢ dispuesta a que la renovaci¨®n del grupo se bloquee hasta junio
El equipo de ?lvarez ha visto c¨®mo el calendario ha ido corriendo sin que Ortega -quien asegur¨® al propio secretario general, y tambi¨¦n a la prensa, que se se ir¨ªa tras las Navidades- haya hecho adem¨¢n alguno de moverse del esca?o. Para colmo, hace una semana los partidarios del ex dirigente se han descolgado con que a ¨¦ste le gustar¨ªa quedarse hasta junio con la intenci¨®n, dicen, de terminar la reforma del Estatuto de Autonom¨ªa. Llegados a este punto, la pregunta es: ?Est¨¢ Antonio Ortega capitaneando la oposici¨®n a Juli¨¢n ?lvarez o se trata de una dilaci¨®n temporal por razones puramente personales?
En un primer momento, la reci¨¦n estrenada c¨²pula andalucista crey¨® que la demora era una cuesti¨®n burocr¨¢tica al retrasarse en el Parlamento la nueva norma que establece indemnizaciones a los diputados, y, en consecuencia, ?lvarez en persona ofreci¨® a su antecesor una remuneraci¨®n del partido para facilitar el tr¨¢nsito a una vida civil. Tambi¨¦n le propuso la presidencia de una fundaci¨®n andalucista (las juntas liberalistas que Ortega cre¨® hace a?os) para seguir contando con su figura pol¨ªtica en la organizaci¨®n.
Pero no parece que ¨¦ste sea precisamente el problema. El PA se encuentra en estos momentos metido hasta las cejas en los congresos provinciales, justo donde se decide el poder de este partido, cuya mayor debilidad ha sido siempre la ausencia de un liderazgo claro para toda Andaluc¨ªa y el excesivo predicamento de alcaldes y dirigentes locales que gestionan sus territorios como virreyes.Desde el mismo momento en que Antonio Ortega -a quien le pierde su afici¨®n a exagerar hasta el paroxismo- dijo que estaba dispuesto coger la escoba, barrer la sede e irse sin un mal ruido, la presiones para que no cumpla su palabra de quienes le acompa?aron al congreso han sido constantes. Necesitan un icono, se sienten abandonados y, adem¨¢s, creen que sus cargos corren peligro, ya que, sostienen, si su ex l¨ªder se retira ahora y no tienen referente, la a¨²n desarticulada oposici¨®n al equipo de ?lvarez acabar¨¢ por extinguirse y perder¨¢n fuste las peque?as resistencias locales. En esta clave hay que entender el homenaje que ayer le propinaron sus colaboradores en Almu?¨¦car (Granada): empez¨® como una simple cena y se fue transformando en un acto p¨²blico con una clara intencionalidad pol¨ªtica. Con anterioridad se han producido otras invocaciones aisladas de comit¨¦s locales afines a Ortega que no han tenido continuidad.
La tesis de este sector es que el 13? congreso nacional no ha terminado y hay que seguir batallando. Para alimentar esta teor¨ªa se vuelve a desempolvar el temor a que el ex presidente del partido Alejandro Rojas-Marcos est¨¦ urdiendo en la sombra una operaci¨®n electoral al margen de las siglas del PA, aunque un peque?o vistazo al actual panorama andalucista conduce a reflexiones menos a largo plazo y m¨¢s concretas. Por ejemplo, la situaci¨®n del Parlamento. En el momento que Antonio Ortega deje el acta, sus seguidores perder¨¢n el control del grupo y sus recursos. La actual estructura bic¨¦fala desaparecer¨¢ -el presidente es Ortega, y el portavoz, Jos¨¦ Calvo- y, seg¨²n un acuerdo de la ejecutiva, la diputada que le sustituya, Pilar Gonz¨¢lez, ocupar¨¢ el puesto de portavoz.
Otro tanto ocurre con estructuras locales que est¨¢n, incluso, preparando documentos para llevar a los juzgados a sus adversarios en los congresos por presunta manipulaci¨®n de censos y otras anomal¨ªas (Granada, Huelva y C¨¢diz).
Mientras tanto, Antonio Ortega da una de cal y otra de arena. Pese a que su entorno ha apelado al supuesto deseo del ex l¨ªder de concluir la reforma estatutaria y agotar el actual periodo de sesiones, lo cierto es que est¨¢ retirado tanto de la primera l¨ªnea parlamentaria como de la pol¨ªtica. Ni siquiera vive en Sevilla: desde que finaliz¨® el congreso, pasa la mayor parte del tiempo en Sanl¨²car de Barrameda (C¨¢diz) donde, seg¨²n fuentes pr¨®ximas, aspira a establecerse y dedicarse a actividades privadas. Hasta all¨ª tuvieron que desplazarse cinco de sus partidarios, hartos de que no cogiese el tel¨¦fono, para proponerle que se desdijera de su promesa de abandonar el esca?o alegando el riesgo que corre el partido de hundirse y rearmara a la oposici¨®n contra ?lvarez. Estas mismas fuentes aseguran que no cedi¨®, aunque s¨ª prometi¨® a los suyos que se quedar¨¢ hasta que terminen los congresos provinciales (del 9 al 24 de abril). Ortega tiene intenci¨®n de ofrecerse como mediador con este sector en la reuni¨®n prevista con ?lvarez para esta semana, en la que el secretario general volver¨¢ a pedirle que haga efectiva su marcha sin abrir una crisis p¨²blica que coloque una vez m¨¢s el partido en la reyerta pol¨ªtica.
Juli¨¢n ?lvarez no ha querido hasta ahora utilizar la disciplina para hacer cumplir a Ortega la decisi¨®n que adopt¨® la ejecutiva precisamente a instancia suya -le pidi¨® reiteradamente ante los medios que aceptara su dimisi¨®n como diputado- pese al grave problema de imagen que padece el partido, que a¨²n no ha podido escenificar la renovaci¨®n con un grupo parlamentario acorde a los nuevos vientos.
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