La negaci¨®n de la realidad
Florentino P¨¦rez envi¨® ayer un en¨¦rgico mensaje de consumo interno. Lo dirigi¨® a los socios y a los jugadores en un momento especialmente delicado. El Madrid se enfrenta el domingo al M¨¢laga en un clima turbulento, dominado por el fracaso del equipo en la Copa de Europa y el resbal¨®n casi definitivo en la Liga. Se anuncia la segunda temporada sin t¨ªtulos y la situaci¨®n se ha vuelto intolerable para un amplio sector de la hinchada. El presidente ha recurrido a una vieja estrategia para afrontar los dos duros meses que se avecinan. Con la designaci¨®n de la prensa como enemigo exterior, Florentino P¨¦rez pretende encastillarse con su desgastada tropa de jugadores y su criticado entrenador. A los aficionados les ha pedido que expresen un madridismo ferviente, es decir, que abandonen cualquier respuesta airada a un equipo al que considera injustamente tratado por el periodismo. Con esta estrategia, el presidente tambi¨¦n pretende evitar que el Bernab¨¦u se convierta en el escenario de un agitado plebiscito sobre su gesti¨®n en los ¨²ltimos meses.
No hay nada novedoso en el recurso elegido por Florentino. Ha seguido el manual. No es la primera vez que el resentimiento contra el enemigo externo act¨²a como motor competitivo. Pero el Madrid cada vez resulta menos competitivo. No puede serlo un equipo que en la ¨²ltima temporada fue cuarto en la Liga, sali¨® eliminado de la Copa de Europa en los cuartos de final y cay¨® en la final de Copa frente un rival que jug¨® la mayor parte del segundo tiempo con diez jugadores. El declive se ha acentuado este a?o: el Madrid se encuentra a once puntos del l¨ªder, se ha despedido en los octavos de final de la Copa de Europa y termin¨® su aventura en la Copa frente al Valladolid, equipo de la Segunda Divisi¨®n. Al Madrid cada a?o le quedan m¨¢s lejos los t¨ªtulos. Esa es la realidad.
Sin embargo, la aproximaci¨®n a la realidad de Florentino P¨¦rez es muy peculiar. Pol¨ªticamente le conven¨ªa alinearse junto a sus futbolistas, pero su intervenci¨®n no estuvo presidida por el cinismo. Por razones que a veces se antojan dif¨ªciles de entender, el presidente del Madrid cree en sus gastadas figuras m¨¢s all¨¢ de lo razonable. Todav¨ªa cree que son los mejores del mundo. No es extra?o en un hombre empe?ado en recrear el Madrid de los a?os cincuenta, donde las estrellas se manten¨ªan vigentes hasta edades imposibles. Y tampoco es extra?o en un hombre que convive muy mal con la derrota, cuando no la niega. Florentino P¨¦rez se ha destacado como un representante genuino de la cultura del ¨¦xito. Primero en los negocios y luego en el f¨²tbol. Acostumbrado al ¨¦xito, dio la impresi¨®n de interiorizar la condici¨®n de hombre infalible. Pero el f¨²tbol jam¨¢s garantiza el ¨¦xito, ni la infalibilidad. Es una de las caracter¨ªsticas que definen a este juego. El presidente del Madrid no parece entenderlo y se resiste a aceptarlo, a pesar de que las dos ¨²ltimas temporadas ofrecen todas las se?ales de un equipo declinante. Si lo acepta, significa asumir errores. Por ahora, Florentino P¨¦rez no ha admitido ninguno p¨²blicamente. No se le ha escuchado ninguna autocr¨ªtica. Todo lo contrario. "Hemos hecho algo muy espectacular", dijo ayer en su comparecencia. Pero en la propia puesta en escena se apreciaban las se?ales de algunos gruesos errores.
No s¨®lo era el dirigente de un club sacudido por las tensiones, con tres entrenadores en una temporada, dos directores deportivos, p¨¦simos resultados y una sensaci¨®n recurrente de crisis. Tambi¨¦n un hombre expuesto a un gran desgaste. Como sucedi¨® hace cinco meses, con la imprevista marcha de Camacho, Florentino P¨¦rez no ha encontrado a su alrededor a nadie que le alivie el trago. Despu¨¦s de padecer el primer calvario, ascendi¨® a Butrague?o al cargo de director deportivo y luego le concedi¨® la vicepresidencia. En diciembre contrat¨® a Arrigo Sacchi como gur¨² del ¨¢rea deportiva y a Vanderlei Luxemburgo como entrenador. Ninguno le ha servido en este momento cr¨ªtico. Florentino P¨¦rez era ayer un hombre solo, sin amparo, enrocado en una idea que la realidad desmiente: un equipo que lejos de producir entusiasmo s¨®lo alimenta decepciones.
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