Lobos, pastores y funcionarios
Hubo un tiempo en que la monta?a era el reino de los bosques primarios y los animales salvajes. El lobo era el monarca de ese mundo. Dictaba la ley en su territorio y condicionaba la evoluci¨®n de las dem¨¢s especies.
Ese tiempo dur¨® miles de a?os.
Poco a poco, el dominio del lobo fue sustituido por el de una especie en expansi¨®n que ven¨ªa del valle: el pastor. El pastor convirti¨® la monta?a en un lugar de producci¨®n. Ocup¨® el territorio, introdujo las vacas, los caballos y las ovejas; los casta?os, los pinos y los cerezos; cre¨® los caminos, los prados y las caba?as. Transform¨® el paisaje a su servicio y al de sus animales. Y arrincon¨® al lobo.
El lobo, para sobrevivir, se hizo t¨ªmido, dej¨® de aullar por las noches, y se escondi¨® en lo m¨¢s profundo del bosque, hasta casi desaparecer.
Ese tiempo dur¨® cientos de a?os.
Pero, de repente, hace pocos a?os, la monta?a cambi¨®. La ganader¨ªa y la agricultura se industrializaron y se quebr¨® la relaci¨®n directa que ten¨ªan con el territorio. Las tierras marginales y las producciones artesanales del pastor dejaron de ser competitivas. Y los pastores, su cultura y su paisaje comenzaron a extinguirse.
Apareci¨® una nueva especie hegem¨®nica: el funcionario, que viv¨ªa en la ciudad y segu¨ªa los designios de Bruselas.
El funcionario convirti¨® la monta?a en un espacio de ocio y de servicios. El paisaje, el lobo y los ¨²ltimos pastores pasaron a ser elementos de un sistema a reordenar, gestionados por el funcionario con planes, decretos y reg¨ªmenes de ayudas.
En la ¨¦poca del funcionario el mundo cambia muy deprisa, y no sigue un rumbo claro. Pero quiz¨¢, en algunos rincones, pronto vuelva a aullar el lobo.
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