El auge de China desata recelo en Jap¨®n
El aprovisionamiento de petr¨®leo, disputas territoriales, la rivalidad econ¨®mica y Taiwan tensan las relaciones entre Pek¨ªn y Tokio
"Jap¨®n es una superpotencia, China est¨¢ en camino de convertirse en una superpotencia. Ambos son ricos, ambos tienen una historia en esta regi¨®n, y no se gustan mucho el uno al otro". La frase, pronunciada por Howard H. Baker, embajador saliente de Estados Unidos en Tokio, resume el marco en el que navegan las relaciones pol¨ªticas entre estos dos pa¨ªses, hundidas en uno de sus puntos m¨¢s bajos desde hace a?os.
A pesar de los fuertes intercambios econ¨®micos, las tensiones entre China y Jap¨®n han ido en aumento a ra¨ªz de una serie de incidentes, que van desde las visitas del primer ministro, Junichiro Koizumi, al santuario de Yasukuni (donde Jap¨®n recuerda a los ca¨ªdos en la guerra, incluidos algunos criminales de la II Guerra Mundial), hasta las disputas por la propiedad de algunos islotes en el mar de China Oriental.
En el enfrentamiento entre Pek¨ªn y Tokio no s¨®lo juegan las rivalidades tradicionales, sino tambi¨¦n la lucha por el liderazgo en la regi¨®n, donde el ascenso del gigante asi¨¢tico est¨¢ provocando una redefinici¨®n de los equilibrios de poder. Jap¨®n es la segunda potencia econ¨®mica del mundo; China es la sexta, aunque, a la velocidad a la que crece, se convertir¨¢ a mediados de siglo en la primera, seg¨²n algunos analistas. Tokio, como Washington, ve con inquietud el creciente peso econ¨®mico y militar del Imperio del Centro.
"Los conflictos por el petr¨®leo, las demandas territoriales, Taiwan y algunos otros problemas han hecho las relaciones entre ambos pa¨ªses a¨²n m¨¢s complejas [de lo que eran por razones hist¨®ricas]", explica Eiichi Tajima, polit¨®logo en la universidad japonesa Keio.
Jap¨®n, que en el pasado intentaba cuidarse de ofender a China, en parte debido al amargo legado de la guerra, se muestra ahora m¨¢s inclinado a levantarse y hacer frente a su vecino. El mes pasado anunci¨® que hab¨ªa asumido el control de un faro construido hace a?os por unos activistas de la derecha en la mayor de las islas Senkaku, reclamadas por China, que las llama Diaoyu. Pek¨ªn reaccion¨® de forma airada y calific¨® la decisi¨®n de "grave provocaci¨®n" y de "totalmente inaceptable". El archipi¨¦lago est¨¢ desierto, pero se encuentra en una zona rica en pesca y con yacimientos petrol¨ªferos. Adem¨¢s, est¨¢ situado en una v¨ªa de tr¨¢fico mar¨ªtimo clave en caso de conflicto militar, entre la isla japonesa de Okinawa y Taiwan. China ha comenzado la exploraci¨®n gas¨ªstica en la zona dentro de su territorio, pero Jap¨®n se ha quejado de que las bolsas de combustible pueden estar conectadas con las que se encuentran en su demarcaci¨®n.
El incidente se suma a una larga lista de roces. En noviembre, Jap¨®n detect¨® y persigui¨® un submarino chino que hab¨ªa entrado en sus aguas territoriales; Pek¨ªn respondi¨® que hab¨ªa sido de forma no intencionada. En diciembre, Tokio concedi¨® un visado al ex presidente taiwan¨¦s Lee Tenghui, defensor de la independencia de la isla, en medio de las protestas de las autoridades chinas. Y ese mismo mes, un informe de defensa japon¨¦s calific¨® a China, por primera vez, de potencial amenaza militar, lo que levant¨® las furias al otro lado del mar Amarillo.
Las diferencias vienen de lejos. La invasi¨®n en los a?os treinta y cuarenta -durante la que s¨®lo en la matanza de Nanjing fueron asesinados entre 100.000 y 300.000 civiles y prisioneros de guerra chinos- y lo que Pek¨ªn considera la negativa japonesa a asumir su pasado agresor corroen desde hace d¨¦cadas las relaciones mutuas.
Seg¨²n Jin Xide, del Instituto de Estudios Japoneses de la Academia China de Ciencias Sociales, el comportamiento de Koizumi se debe al auge del neonacionalismo, a la situaci¨®n econ¨®mica que vive el pa¨ªs y a su preocupaci¨®n por el r¨¢pido desarrollo chino. Por su lado, Jap¨®n acusa a su vecino de utilizar la historia para extraer ayuda y concesiones pol¨ªticas, y alimentar un nacionalismo con el que desviar la atenci¨®n de los ciudadanos chinos de otros problemas. Las tensiones han impedido la celebraci¨®n de encuentros entre los l¨ªderes de los dos pa¨ªses desde que Koizumi accedi¨® al poder en 2001.
![Junichiro Koizumi (izquierda) visita el santuario de Yasukuni (Jap¨®n), en 2001.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/3KLIZNT32KE2HQAABYR27DTHAU.jpg?auth=2d9f196e588bf748bac75082e10616ada920aa8840d075920cb3ca300acfe4d3&width=414)
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.