Un monumento inc¨®modo
Aunque est¨¦n hechas de piedra o de bronce, para las estatuas tambi¨¦n pasa el tiempo. La prueba la tenemos, sin salir de Barcelona, en el monumento a Antonio L¨®pez y L¨®pez, personaje de gran fortuna considerado en su ¨¦poca ciudadano ejemplar y, sin embargo, denostado hoy por su oscuro pasado. En el pedestal de su monumento, situado all¨ª donde la Via Laietana desemboca en el puerto, puede leerse que fue "gran naviero, senador vitalicio y primer marqu¨¦s de Comillas", y por si todo esto no bastara, en la piedra hay esculpido un fragmento del telegrama que el rey Alfonso XII mand¨® a la familia a ra¨ªz de su muerte, en 1883: "... Espa?a ha perdido uno de los hombres que m¨¢s grandes servicios le han prestado". Grandes palabras, sin duda, aunque un grupo de ciudadanos no opine lo mismo hoy en d¨ªa y pida la retirada de la estatua por considerar que Antonio L¨®pez se enriqueci¨® en Cuba gracias a un negocio infame: el tr¨¢fico de esclavos.
Antonio L¨®pez y L¨®pez fue considerado un ciudadano ejemplar en su ¨¦poca. Hoy es un personaje denostado por su oscuro pasado
La pol¨¦mica no es nueva, sino que tiene sus ra¨ªces en el siglo XIX, cuando el cu?ado de L¨®pez, Francesc Bru, public¨® un libro titulado La verdadera historia de Antonio L¨®pez y L¨®pez, en el que ya denunciaba que la fortuna del marqu¨¦s estaba basada en el tr¨¢fico de negros, en el enga?o y en la crueldad. En aquella misma ¨¦poca, cuando el poeta Cinto Verdaguer era perseguido por su desmedida tendencia a la caridad y sus coqueteos con el esoterismo, la revista La Campana de Gr¨¤cia lleg¨® a pedir que se sustituyera la estatua del marqu¨¦s por una de Verdaguer y que se fundiera la primera para convertirla en monedas que se entregar¨ªan a los pobres. El altruista proyecto no se llev¨® a cabo, pero en 1936, en plena fiebre revolucionaria, el Ayuntamiento opt¨® por retirar la estatua. Fue un ¨¦xito del clamor popular contra el marqu¨¦s, aunque en 1939, tras el triunfo franquista, la estatua regres¨® a su sitio, donde todav¨ªa permanece.
?Qui¨¦n era este pol¨¦mico marqu¨¦s de Comillas? Pues seg¨²n los libros de historia era uno de tantos hombres que, ante la amenaza de la miseria, opt¨® por hacer las Am¨¦ricas. Hab¨ªa nacido en 1817 en Comillas (Santander) en el seno de una familia humilde y se estableci¨® en Cuba cuando ten¨ªa poco m¨¢s de 20 a?os. All¨ª no tard¨® en prosperar y en 1848, a los 29 a?os, se cas¨® con Luisa Bru, una criolla hija de catal¨¢n. La dote que ¨¦sta aport¨® al matrimonio le sirvi¨® como punto de partida para reunir una inmensa fortuna, ya que al poco tiempo ten¨ªa dos barcos de transporte y una plantaci¨®n de caf¨¦. Aunque no hay pruebas documentales, se asegura que L¨®pez utiliz¨® los dos barcos para el transporte de esclavos africanos, pese a que la esclavitud estaba prohibida en Espa?a desde 1821. Seg¨²n su cu?ado, Francesc Bru, L¨®pez se entend¨ªa con los capitanes negreros que llevaban clandestinamente esclavos hasta cerca de Santiago y los enviaba a La Habana y a otros puntos de la isla, donde los vend¨ªa "con una ganancia muy alta". La historiadora cubana ?urea M. Fernn¨¢ndez lo define sin ambages como "comerciante enriquecido en Santiago de Cuba, dedicado al tr¨¢fico de esclavos".
La fortuna de L¨®pez y L¨®pez fue aumentando de modo espectacular y en 1856, consolidado su imperio, decidi¨® instalarse en Barcelona. Su habilidad para moverse en los c¨ªrculos pol¨ªticos le llev¨® a obtener monopolios muy productivos, como el del transporte de correo, de tropas y de material de guerra a Cuba. Gracias a este trato de favor, los dos vapores que ten¨ªa en 1858 se transformaron en 16 en 1881. L¨®pez, que financi¨® las tropas espa?olas en la guerra de Cuba, acab¨® fundando empresas tan productivas como la Compa?¨ªa Transatl¨¢ntica, el Banco Hispano Colonial y Tabacos de Filipinas, y como s¨ªmbolo de su ¨¦xito se construy¨® una casa se?orial en el paseo de Gr¨¤cia de Barcelona y compr¨® el Palau Moja, en La Rambla.
En 1878, al firmarse la paz que pon¨ªa fin a 10 a?os de guerra en Cuba, Antonio L¨®pez recibi¨® el t¨ªtulo de marqu¨¦s de Comillas por haber colaborado a sofocar la revuelta cubana. Aquel mismo a?o, curiosamente, financi¨® la publicaci¨®n de una bella edici¨®n de L'Atl¨¤ntida, de Verdaguer, poeta que ejerci¨® de capell¨¢n durante un tiempo en los barcos de la compa?¨ªa y que acab¨® si¨¦ndolo de la familia en el Palau Moja. Una de las hijas de L¨®pez, Isabel, se cas¨® con Eusebi G¨¹ell i Bacigalupi, el principal mecenas de Gaud¨ª, con lo que queda demostrado que Barcelona es un pa?uelo (sobre todo en lo que concierne a las grandes familias) y que algunos de los bellos edificios de Gaud¨ª fueron financiados con dinero que ten¨ªa su origen en el tr¨¢fico negrero. Cosas del dinero... En 1881, en una especie de consagraci¨®n del poder de L¨®pez y L¨®pez, la familia real espa?ola fue a veranear a Comillas, en la espectacular mansi¨®n construida por el marqu¨¦s para dejar constancia de su ¨¦xito en su poblaci¨®n natal. Dos a?os despu¨¦s, el marqu¨¦s mor¨ªa en Barcelona, dejando una fortuna estimada en 23 millones de pesetas, una locura para la ¨¦poca.
Hasta aqu¨ª la historia de un hombre que contempla el puerto desde lo alto de un monumento pol¨¦mico que en los ¨²ltimos tiempos ha aparecido pintado con numerosos s¨ªmbolos anarquistas. Justo enfrente, con el trasfondo del apacible puerto deportivo, se levanta la pol¨ªcroma Cabeza de Barcelona, una escultura del artista pop norteamericano Roy Lichtenstein que ejerce como s¨ªmbolo de una modernidad sin fronteras que, sin duda, resulta menos inc¨®moda que el confuso pasado de L¨®pez y L¨®pez. Lichtenstein, por cierto, falleci¨® en 1997 en Nueva York. Habr¨¢ que esperar todav¨ªa un tiempo para ver si su nombre resiste los embates de la correcci¨®n pol¨ªtica.
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