Marbellizaci¨®n
El hotel Atrium Beach de La Vila Joiosa est¨¢ a punto de ser consagrado no s¨®lo como el m¨¢s descarado monumento a la corrupci¨®n urban¨ªstica, sino tambi¨¦n como el mayor hito de descr¨¦dito para la pol¨ªtica valenciana, puesto que puede constituir un sangrante logotipo de c¨®mo una promotora puede subyugar hasta la m¨¢xima instituci¨®n auton¨®mica. Y tan grave es que el Ayuntamiento de La Vila (PP) y la Consejer¨ªa de Territorio est¨¦n forzando resquicios para legalizar el exceso en la edificabilidad que autorizaba el plan general (53.000 metros cuadrados m¨¢s, es decir 11 plantas de altura, y otros 6.200 metros cuadrados en las cuatro torres que completan el complejo), como que el principal partido de la oposici¨®n, el PSPV, pueda acabar comulgando en ese pasteleo hediondo por el simple hecho de que la fuerza transversal de la litoralidad, como acreditan diversos procesos locales no menos purulentos, siempre acaba superponi¨¦ndose a la moralidad ideol¨®gica. Si el edificio acaba siendo legalizado a golpe de talonario, el presidente Francisco Camps, que hu¨ªa de Eduardo Zaplana, puede acabar pareci¨¦ndose a Jes¨²s Gil. Es lo que le faltaba, despu¨¦s de tener que tragarse Mundo Ilusi¨®n (Carlos Fabra) y la Ciudad de la Luz (Luis D¨ªaz Alperi). Aunque no lo tendr¨¢ mejor el consejero de Territorio, Rafael Blasco, quien proclam¨® en su d¨ªa que ser¨ªan demolidas todas las plantas que estaban fuera de la legalidad. Blasco se hizo un traje chulo con la Ley de Ordenaci¨®n del Territorio lleno de sugerencias conservacionistas en un momento clave para decidir un modelo de crecimiento que, sin la trampa de las moratorias, preservara los elementos que hicieron de ¨¦ste un pa¨ªs atractivo para el visitante y m¨¢s vivible para el habitante. Sin embargo, la legalizaci¨®n del Atrium Beach, aun con el se?uelo de derribar dos plantas, recibir una compensaci¨®n equivalente con terrenos y cobrar la multa de 12 millones de euros (que parece que ya est¨¢ repartida), supondr¨ªa la marbellizaci¨®n de la Comunidad Valenciana. ?Cu¨¢ntas aves tendr¨ªa que soltar Blasco para esconderse tras ellas, incluso para hacerle un sitio a Joan Ignasi Pla?
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