Los colores de la San Remo
"Sin Petacchi, dir¨ªa que soy el gran favorito", advierte Freire
Mientras el ciclismo habla de sociedades an¨®nimas, de capital, de consejos de administraci¨®n y vicepresidencias ejecutivas, Pedro Horrillo, ciclista, habla de poes¨ªa. La v¨ªspera de la San Remo, Manolo Saiz, ejecutivo, avanza en el camino del ProTour, crea una sociedad mercantil con los 20 equipos para gestionar los derechos. El nuevo marco de funcionamiento. El futuro.
La v¨ªspera de la carrera, Horrillo, como todos los ciclistas, alarga las horas de habitaci¨®n, de cama, la bicicleta en manos de los mec¨¢nicos, los m¨®viles apagados. A su lado, perezoso, hormigueo en el est¨®mago, ?scar Freire. Hablan del descenso de la niebla, de la Italia gris, del monte Turchino, hacia la luz del Mediterr¨¢neo. Las mimosas. El aroma de la primavera. Los colores de la 96? Mil¨¢n-San Remo.
Acaban de llegar de Dozza, junto al circuito de Imola, de vi?edos que empiezan a echar hojas. Est¨¢n embriagados. En las nubes. Hablan de maillots. En una silla hay dos. Uno es blanco p¨¢lido y azul en las mangas y el cuello. Es nuevo. Freire, como l¨ªder del ProTour, ser¨¢ el primero que tenga el honor de portarlo. El otro es su viejo conocido, el del arcoiris, el que distingue al campe¨®n del mundo desde hace casi 80 a?os. Rayas roja, azul, negra, verde y amarilla sobre fondo blanco. "S¨ª, es un orgullo llevar el del ProTour, ser el primero", dice Freire, a quien la UCI obliga a llevar el maillot reci¨¦n creado; "pero no en la San Remo. Aqu¨ª hay que ir con el arcoiris". Con todos los colores. A lo grande. Y levantar, espl¨¦ndido, los brazos en v¨ªa Roma como antes de ¨¦l hicieron los grandes, como Binda en el 31, y Merckx en el 72 y en el 75, y Gimondi en el 74, y Saronni -dicen que Freire es su vivo retrato- en el 83. Con el arcoiris en el pecho ya corri¨® Freire dos sanremos, la de 2000 y la de 2002. Pero eran otros tiempos.
La oportunidad de poderse hacer una foto a lo Binda o a lo Merckx la tendr¨ªa que haber tenido este a?o, el que llega como ganador en cargo, el que llega m¨¢s fuerte que nunca. "Si no corriera Petacchi", dice, "dir¨ªa que yo soy el gran favorito. Pero, claro, est¨¢ Petacchi".
Est¨¢ Petacchi, el mejor sprinter del momento. Once victorias en lo que va de a?o. "Y no es el Petacchi del pasado, al que le hizo larga la carrera [la San Remo son 294 kil¨®metros llanos salpicados con tres subidas, el Turchino al comienzo y la Cipressa y el Poggio al final], no es el que resopla en cada cuesta; es otra cosa, igual de r¨¢pido, igual de bien rodeado, pero capaz de pasar los puertos entre los 30 primeros", dice Freire. Petacchi ha adelgazado cinco kilos y ha ganado en eficiencia sin perder potencia. "Y digo Petacchi pese a que en la San Remo hay decenas de favoritos: dejas de dar una pedalada y te pasan cinco", dice Freire; "digo Petacchi porque no creo que los rompedores, que Valverde, Vinokurov, Di Luca, Pellizotti o Zaballa, puedan irse en el Poggio o la Cipressa. Y digo Petacchi porque le veo un pelo por encima de los otros sprinters, de Cipollini, Hondo, McEwen, O'Grady, Boonen, de los que nos pegaremos en el ¨²ltimo kil¨®metro para coger su rueda".
Al equipo de Freire, el Rabobank, lo dirige el suave Breukink, que no levanta la voz, que deja a sus hombres guiarse por un sano estilo autogestionario. Hace diez d¨ªas, a Breukink le dijo Horrillo que no se ve¨ªa bien para llegar hasta el final con Freire. A Horrillo le dijo Breukink que esperara, que todo cambiar¨ªa. Horrillo ya se siente bien. Sabe que tendr¨¢ que llegar hoy con Freire hasta v¨ªa Roma. Comparte el hormigueo en el est¨®mago. El gusto por los colores.
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