La vuelta al mundo
En un libro: el que encontr¨¦, al realizar una mudanza, tras tantos a?os consider¨¢ndolo perdido para siempre. Hab¨ªa pertenecido a la biblioteca de mi abuelo y era, con mucho, mi libro favorito en aquella edad determinante en la que las palabras y las im¨¢genes se incrustan en la memoria de un modo enigm¨¢tico, quiz¨¢ olvidables en las futuras superficies pero inextirpables en la corriente profunda que atraviesa el tiempo. Ten¨ªa por t¨ªtulo Panorama pintoresco.
Ahora que de nuevo est¨¢ en mis manos soy consciente de lo decisivo que fue para m¨ª su contenido y hasta cierto punto creo que a lo largo de d¨¦cadas he intentado ser leal y consecuente con el impacto que en su momento me caus¨®. El libro, que conserva su magn¨ªfica encuadernaci¨®n en piel aunque tiene el lomo bastante deteriorado, re¨²ne una colecci¨®n fant¨¢stica de fotograf¨ªas en color sepia de los cinco continentes, con comentarios a pie de p¨¢gina, delirantes e inadecuados para nuestras concepciones vigentes pero que entonces estaban destinados a excitar la curiosidad del lector hacia culturas extra?as. A m¨ª me la excitaban, a juzgar por lo perdurable del recuerdo, y ve¨ªa ese mundo del pasado como un mundo que pertenec¨ªa al porvenir.
'Panorama pintoresco' re¨²ne una colecci¨®n fant¨¢stica de fotograf¨ªas en color sepia de los cinco continentes, con comentarios a pie de p¨¢gina delirantes e inadecuados
Gracias al libro, sobre cuyas im¨¢genes volv¨ªa una y otra vez, viaj¨¦ mucho sin moverme de aquella habitaci¨®n a la que se llamaba solemnemente el "despacho", antes presente en muchas casas y ahora desaparecida del vocabulario dom¨¦stico. Con la oportunidad que se me ha presentado recientemente de reanudar aquellos viajes imaginarios, me doy cuenta de que yo mismo hab¨ªa formado mi propio canon de panoramas pintorescos con lugares, nombres y guetos que despu¨¦s tendr¨ªan influencia en los viajes reales. En ese canon se abri¨® paso una geograf¨ªa m¨ªtica personal de la que ya no pude ni quise desprenderme, por m¨¢s que durante los largos a?os de extrav¨ªo del libro me hubiera olvidado, casi, de su persistencia.
Al hojear el viejo volumen, aquella geograf¨ªa m¨ªtica reaparece con una fuerza y una facilidad extraordinarias. All¨ª est¨¢n los nombres legendarios que despertaban la avidez exploradora del viajero inm¨®vil: Zanz¨ªbar, Mombasa, Tombuct¨², Ad¨¦n. All¨ª est¨¢n tambi¨¦n los singulares h¨¦roes, lejanos y magn¨¦ticos, que lamentablemente un escolar occidental nunca se encontrar¨ªa por la calle en su triste camino diario hacia el colegio. ?Qui¨¦n no hubiera cambiado todos los curas y profesores, con sus anodinas lecciones, por esos remotos personajes que parec¨ªan vivir la m¨¢s absoluta de las libertades?
La vida, sin duda, estaba en otra parte y ellos sab¨ªan vivirla: el encantador de serpientes rodeado de ni?os que realmente se dedicaban a cosas serias; el cazador disfrazado de avestruz esperando pacientemente a la presa; el mendigo de Bombay, barrocamente ataviado; el guerrero enfrascado en danzas y m¨¢s danzas; el imprescindible vendedor de agua. Me fascinaban los vendedores de agua que sal¨ªan en el libro aunque no comprendiera seguramente que el agua pudiera venderse de aquella manera en las calles de ciudades atestadas de gente. Con el tiempo lo he considerado el oficio m¨¢s importante, el que, adem¨¢s de satisfacer al sediento, ha unido simb¨®licamente los siglos y las generaciones.
En el gran libro tambi¨¦n resid¨ªan la belleza y el secreto, y junto a ellos, el poder. Era imposible permanecer indiferente ante la desnuda hermosura de las mujeres masai o kukuyo, a las que el an¨®nimo redactor de las notas elogiaba "pese a la oscuridad de su piel", o la elegancia, desde luego ¨²nica, de las muchachas de Somalia. Si la vida y la sensualidad estaban en otra parte, suced¨ªa lo mismo con el misterio. Nosotros, desgraciados ni?os de un pa¨ªs de vida rutinaria, no ten¨ªamos ciudades prohibidas ni ej¨¦rcitos sagrados, como los que se dec¨ªa que hab¨ªa en China, ni cantantes que se entendieran con los p¨¢jaros ni barcos que atravesaban el desierto, seg¨²n mostraba muy bien una fotograf¨ªa realizada durante la construcci¨®n del canal de Suez en la que se ve¨ªa el casco de un buque surcando la arena.
Ni siquiera ten¨ªamos suerte con los tipos que nos mandaban ?C¨®mo pod¨ªa compararse aquel individuo calvo y regordete que presid¨ªa todas las aulas con el impresionante porte del Negus, emperador de Abisinia y se?or de los leones? Y a¨²n mayor era la distancia con el rostro m¨¢s tremendo de todo el libro, el del sult¨¢n de Bunyoro, con manto de tigre y barba postiza, cuya mirada relampagueante alcanzaba, seg¨²n se dec¨ªa, a todos sus s¨²bditos.
La vida estaba en otra parte. Y lo sigue estando, aunque, reencontrado el libro y visitados en estos a?os muchos de sus paisajes, s¨¦ perfectamente que ninguna de sus im¨¢genes podr¨ªa repetirse y que otras im¨¢genes las han sustituido para crear futuras curiosidades. Sin embargo, no hay ninguna nostalgia en la idea de que la vida est¨¦ en otra parte. ?nicamente expresa la convicci¨®n de que es necesario el deseo para poder habitar la realidad.
As¨ª es la vuelta al mundo. Por cierto, repasando los cr¨¦ditos, veo que Panorama pintoresco se imprimi¨® en 1931. La editorial, barcelonesa y supongo que desaparecida hace mucho, ten¨ªa su sede en el edificio contiguo al de mi casa actual. La vuelta al mundo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.