El segundo nacimiento de Europa
En las dos ¨²ltimas semanas he estado en seis ciudades europeas: Oxford, Madrid, Par¨ªs, Hamburgo, Gdansk y Varsovia. Mientras tanto, he estado leyendo el nuevo y magn¨ªfico relato que hace Jacques le Goff sobre el nacimiento de Europa, The birth of Europe [El nacimiento de Europa], un libro que todo europeo sensible deber¨ªa conocer. En una serie de peque?as pero ricas dosis, como si fuera una comida de degustaci¨®n, Le Goff examina la formaci¨®n de Europa desde las ruinas del Imperio romano hasta el descubrimiento de Am¨¦rica por Crist¨®bal Col¨®n, a finales del siglo XV. En mis idas y venidas entre el libro y la calle no he dejado de pensar en la gran aventura que acaba de emprender este continente. ?Podemos llamarla el segundo nacimiento de Europa?
Una UE en la que pronto estar¨¢ Turqu¨ªa, una comunidad que comparte leyes e instituciones pol¨ªticas con las que los europeos de la Edad Media s¨®lo pod¨ªan so?ar
Si los Gobiernos franc¨¦s e ingl¨¦s desean ganar los referendos europeos, los que deben salir por televisi¨®n no son Chirac y Blair, sino Zidane y Beckham
EE UU es la primera potencia, y China renace. El declive relativo de Europa es otro motivo para mantenernos unidos y no estar por separado
Me refiero al nacimiento de Europa no como una unidad cultural, hist¨®rica y religiosa con conciencia de s¨ª misma, heredera de la cristiandad que evocaba el papa P¨ªo II, en contra de los invasores turcos musulmanes, en su magn¨ªfico ensayo de 1458, sino como una Uni¨®n Europea en la que pronto estar¨¢ Turqu¨ªa, una comunidad que comparte una serie de leyes e instituciones pol¨ªticas con las que los europeos de la Edad Media s¨®lo pod¨ªan so?ar. Una Europa que es, cada vez m¨¢s, un actor en el escenario mundial.
Los lazos entre esa vieja Europa y esta nueva son complicados. La historia, a diferencia de la geometr¨ªa, posee pocas l¨ªneas rectas. Le Goff tiene escaso inter¨¦s por el relato simplista y mitop¨¦yico que tanto gusta a los eur¨®cratas culturales: "De Carlomagno al euro". La historia mal hecha no es buena base para nada. Pero los v¨ªnculos, los cimientos, est¨¢n ah¨ª, y se ven con claridad en unas visitas rel¨¢mpago a seis ciudades europeas.
Para empezar, est¨¢ la mera presencia f¨ªsica de este pasado en la arquitectura, el urbanismo y el arte. Las formas familiares del g¨®tico, el Renacimiento y el barroco, desde Oxford hasta Gdansk, nos hacen sentirnos como en casa incluso cuando estamos en el extranjero. Es algo tan obvio que olvidamos lo extraordinario que es. No hay ning¨²n otro continente en el que ocurra.
Luego est¨¢n los huecos entre las casas, los huecos en los que cayeron las bombas. Muchos se han ido llenando con edificios m¨¢s recientes, de estilo mon¨®tono a?os cincuenta o brutalista a?os sesenta. Recorr¨ª Hamburgo con un amigo, mirando las fachadas viejas y nuevas. All¨ª debieron de caer bombas, exclam¨¢bamos, y all¨ª, y all¨ª. Sesenta a?os despu¨¦s, los recuerdos de la guerra, el Holocausto, el gulag y la ocupaci¨®n est¨¢n todav¨ªa en todas partes; no s¨®lo en piedra y cemento, sino en la televisi¨®n, los peri¨®dicos, la conversaci¨®n.
"?Conoces la historia de tu hotel?", me pregunt¨® otro amigo en Par¨ªs, mientras camin¨¢bamos por el Boulevard Raspail. La conoc¨ªa: durante la ocupaci¨®n alemana, el elegante hotel Lutetia fue el cuartel general de la Gestapo. Y en Varsovia es imposible olvidar. Enciendo la televisi¨®n polaca y veo al presidente polaco en una ceremonia para conmemorar la apertura de un nuevo museo del Holocausto en Jerusal¨¦n.
Cerca de la entrada a este ca¨®tico hogar europeo que estamos construyendo, en la parte baja del muro, se puede ver la inscripci¨®n que figura en la piedra fundamental. Ahora est¨¢ ya cubierta de musgo, porque la colocaron hace m¨¢s de cincuenta a?os, y muchos europeos j¨®venes ni siquiera saben que est¨¢ ah¨ª. Pero, si se mira m¨¢s de cerca, se puede vislumbrar. Dice: "?Nunca m¨¢s!".
Basta de asuntos serios. Hay dos cosas m¨¢s agradables que nos unen: la comida y el f¨²tbol. Le Goff afirma que se puede encontrar un comienzo del disfrute consciente de la gastronom¨ªa en el siglo XV. La variedad y la riqueza de las cocinas nacionales europeas son asombrosas. Son un ejemplo t¨ªpico de la "unidad en la diversidad" del continente. La gastronom¨ªa ayuda incluso a moderar otras pasiones. Uno de mis chistes preferidos sobre el nacionalismo europeo contempor¨¢neo hace referencia a los vascos, que son todav¨ªa m¨¢s apasionados respecto a la comida que respecto a la pol¨ªtica. Pregunta: ?Cu¨¢les son las tres preguntas que m¨¢s le interesan a un vasco? Respuesta: 1. ?De d¨®nde venimos? 2. ?Qui¨¦nes somos? 3. ?D¨®nde vamos a cenar?
Y en cuanto al f¨²tbol, es el deporte europeo por excelencia. ?Existe alg¨²n europeo que no haya o¨ªdo hablar del Real Madrid o del Chelsea? Si los Gobiernos franc¨¦s y brit¨¢nico desean ganar sus referendos sobre el tratado constitucional europeo, los que deben hacer propaganda por televisi¨®n no son Chirac y Blair. Son Beckham y Zidane.
Se podr¨¢ decir que ¨¦sta es una Europa de la que s¨®lo pueden disfrutar los ricos y cultos. Pero es un error. Un estudiante brit¨¢nico puede viajar a Roma con EasyJet por menos de 10 euros. Los bares y caf¨¦s de Londres, Par¨ªs y Madrid est¨¢n llenos de polacos j¨®venes que trabajan para salir adelante. Esas cosas son posibles s¨®lo gracias a que tenemos una Uni¨®n Europea.
Se podr¨¢ decir que algunas de las cosas que considero distintivas de Europa no son exclusivas de ella. Por ejemplo, los latinoamericanos tienen un culto al f¨²tbol incluso superior al nuestro. Es verdad. Pero eso no significa que esos elementos no nos unan. Un club de ajedrez es un grupo de personas que normalmente viven cerca unas de otras y a las que les gusta jugar al ajedrez. Hay muchos clubes de ajedrez. La Uni¨®n Europea es un club de democracias liberales. Hay otros y pretendemos que haya m¨¢s.
Falta de competitividad
Se podr¨¢ decir que estoy pasando por alto todo lo que Europa tiene de malo. No. Casi todos nuestros pa¨ªses tienen arraigadas clases pol¨ªticas que incluyen a gente miope, oportunista y a menudo corrupta. A pesar de lo que dicen los euroesc¨¦pticos, la burocracia de Bruselas, en realidad, es bastante peque?a, pero lo compensa a base de ser todav¨ªa m¨¢s burocr¨¢tica. La mayor¨ªa de nuestras econom¨ªas siguen teniendo una falta de competitividad lamentable. Nuestra poblaci¨®n nativa est¨¢ disminuyendo, y no logramos que los inmigrantes -en especial, los inmigrantes musulmanes- se sientan a gusto. Tambi¨¦n tenemos estos problemas en com¨²n.
El libro de Le Goff acaba cuando Europa empezaba a arrebatar a China su puesto en la vanguardia de la modernidad tecnol¨®gica y se dispon¨ªa a conquistar el mundo empezando por Am¨¦rica. Ahora, Estados Unidos es la primera potencia mundial y China est¨¢ renaciendo con la fuerza de un ¨¦mbolo. Este declive relativo de Europa es otro motivo para mantenernos unidos, en vez de arregl¨¢rnoslas por separado.
Mientras tanto, dentro de nuestro continente podemos contar una historia extraordinaria. Es la historia de la expansi¨®n pac¨ªfica de la libertad m¨¢s lograda en la historia reciente. Hace treinta a?os, el general Franco todav¨ªa gobernaba Espa?a, y mi editor espa?ol peleaba con el censor fascista. Hace diecis¨¦is a?os, en la primavera de 1989, mi editor polaco todav¨ªa peleaba con el censor comunista. El a?o pasado, el frente se encontraba en Ucrania. En cada uno de esos casos, las causas de Europa y la democracia fueron de la mano. Es posible que la Uni¨®n Europea no sea muy democr¨¢tica, pero es la principal promotora de la democracia en el mundo.
El cambio siempre provoca una reacci¨®n. El otro d¨ªa respond¨ª a unas preguntas de euroesc¨¦pticos polacos que me habr¨ªan podido hacer miembros del Partido de la Independencia brit¨¢nico. Quienes se oponen a la UE son tan europeos como los que estamos a favor de la Uni¨®n. Es m¨¢s, con su nacionalismo son m¨¢s parecidos a los viejos europeos de lo que piensan. La diferencia es ¨¦sta. Nosotros, los europeos nuevos, que estamos esc¨¦pticamente a favor de la UE, tenemos una gran historia que contar, una historia que habla del pasado, pero tambi¨¦n del futuro. La pregunta con la que retamos a esos viejos y obstinados europeos que est¨¢n en contra de la UE es ¨¦sta: Nos hab¨¦is contado vuestra historia del pasado, pero ?qu¨¦ ten¨¦is que decirnos del futuro?
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